Entendiéndole a eso de la amistad y el amor

 

Por Dra. Zaida A. Lladó Castillo

 

Amistad, es un concepto que nos remite a las relaciones afectivas entre las personas, que se caracteriza por la demostración de simpatía, identidad y apoyo mutuo. El uso frecuente del término, puede llevar a confundir el concepto y pensar que cualquier tipo de relación es amistad, y puede no ser así. De ahí que la amistad se conciba y perciba en diferentes niveles y grados.

A) La amistad por simpatía, que define las relaciones cordiales entre personas conocidas, cuya cercanía justifica sólo la simpatía y no va más allá de un vínculo esporádico o no permanente.

B) La amistad  por identidad, que además de la cordialidad y simpatía permite la convivencia por identificación de estilos, intereses y gustos comunes, el vínculo es más estrecho y la socialización es sólo en los  espacios y tiempos definidos por esa identificación.

C) La amistad por fraternidad, que permite además de la simpatía y la identificación, la demostración  incondicional de apoyo mutuo, respeto a la forma de ser y solidaridad en etapas de crisis, lo que puede implicar cercanía afectiva–que no necesariamente presencial–, y trascender ese afecto en el tiempo.

Lo anterior entonces nos demuestra que existen personas “conocidas”, pero no necesariamente amigas. Y que para poder darle la categoría de, amigo o amiga a alguien, es porque se hace referencia a esa persona con quien simpatizas, que te acepta sin cuestionarte–pero que sí está dispuesta a decirte la verdad cuando ve que algo te hace daño–, y que quiere apoyarte en los mejores y peores momentos de la vida.

Por eso se dice que cuando alguien demuestra su amistad, es porque está junto a ese amigo o amiga, que está atravesando enfermedades, pérdidas, desconsuelo, ruptura sentimental, o una grave situación económica. O que está a tu lado cuando lo pasas mal o cuando necesitas un hombro en que llorar.

En el caso del amor, su definición es muy amplia porque se puede apreciar desde discusiones filosóficas que lo atribuyen a dos fuentes culturales básicas: I) el pensamiento clásico grecolatino y la matriz judeocristiana o, II) aquellas posiciones más liberales producto de la modernidad.

I.-Dentro de las posiciones filosóficas, la primera, lo centra en el eros (afectos del alma que llevan al impulso y atracción hacia los cuerpos bellos) o la posición de Platón, para quien el amor era el producto de una tensión entre la abundancia y la necesidad, de ahí la plenitud pero también el dolor de la carencia; dicho sentimiento lo hacía análogo al deseo y  a la búsqueda de la satisfacción, y la propia búsqueda la hacía terriblemente agotadora. La segunda, que se refiere a la noción cristiana de ágape que forma parte del ámbito de la gracia divina, su modelo es la plenitud y perfección del amor de Dios, amor inmerecido que se otorga sin condiciones, que hace patente el sacrificio de Dios y su hijo, por amor a los hombres. Luego entonces, de ahí la noción del amor como sacrificio y entrega sin condiciones.

II.-Las posiciones liberales, que remite a dos sentidos extremos: a) al amor romántico e irracional que se caracteriza por la expresión desbocada de las emociones y sentimientos hacia una pareja, en el que confluyen manifestaciones de deseo (erotismo), y se acentúa la necesidad –a veces enfermiza–, de estar juntos; o b) el amor liberal que se expresa abierto, sin ataduras ni compromisos, que no exige la necesidad de permanecer juntos y que se deja al tiempo su permanencia o disolución.

Estas visiones nos demuestran que también en el caso del amor, hay confusiones. Porque se puede confundir con el apego, estado afectivo irracional perdurable que crea dependencia. Es decir cuando la persona en razón de sus sentimientos busca afanosamente el afecto de la pareja, llegando incluso a subestimarse o humillarse hasta el sacrificio para conservar el vínculo, lo que finalmente se convierte en una relación sádico-masoquista, menos en amor.

Y por esas posiciones extremas se derivan los llamados mitos románticos (Altable Vicario, 1998):

a)    Mito de la “media naranja”, o creencia de que elegimos a la pareja que teníamos predestinada de algún modo y que ha sido la única elección posible. La aceptación de este mito podría llevar a un nivel de exigencia excesivamente elevado en la relación de pareja, con el consiguiente riesgo de decepción, o a una tolerancia excesiva en el marco de esa relación, al considerar que siendo la pareja ideal hay que permitirle más o esforzarse más (uno/a mismo/a) para que las cosas vayan bien.

b)    Mito de los celos, o creencia de que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor. Este mito suele usarse habitualmente para justificar comportamientos egoístas, injustos, represivos y, en ocasiones, violentos.

c)    Mito de la omnipotencia o creencia de que “el amor lo puede todo”, y por tanto, si hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la pareja, y es suficiente con el amor para solucionar todos los problemas. La aceptación de este mito puede generar dificultades en tanto puede ser usado como una excusa para no modificar determinados comportamientos o actitudes o, puede llevar a una valoración negativa de los conflictos de pareja, dificultando su afrontamiento.

Como se observa, estos mitos refuerzan el papel pasivo y de subordinación de la mujer al hombre o de quien funja el rol más débil en la pareja sometiéndose al más fuerte y han dado forma a una cultura en donde el amor mitificado es lo que hoy los jóvenes ven como válido. Razón de más para que los padres, maestros o profesionales del tema, orientemos a nuestros hijos para que sepan de esas diferencias y puedan ser, afectivos pero también racionales, en sus relaciones amorosas.

Porque una cosa es el “romanticismo” como preámbulo al amor–que ha existido desde siempre–, que permite seducir limpiamente a la pareja con expresiones respetuosas y bellas, que puede tomar su tiempo para que la persona a conquistar quede impresionada o convencida y,  otra el “erotismo arrebatado” que lleva a los jóvenes a sólo tomar en cuenta la atracción física, como suficiente para tener el contacto y llegar en forma  apresurada hasta la relación sexual. De esta última nacen las relaciones “free”, el “amor casual”, el “amigo con derechos”, etc. Todo, menos  una relación basada en el amor.  

Por eso tanta distorsión en las relaciones afectivas de los jóvenes. La imagen que la juventud percibe del llamado “amor”—desde los amigos, la publicidad y medios, etc.–,sólo es pensar en sí mismo, en el momento y en el concepto distorsionado de la igualdad–sin compromiso–, donde, tanto el hombre como mujer pueden hacer lo que quieran con su cuerpo y por lo tanto, si “se es joven”, se es libre de enamorarse, acostarse o levantarse con quien quiera. Igualmente, no obstante la celotipia (pasión de los celos) que conlleva actitudes de control y que pueden ser dañinas a la larga, se ven como “normales”, incluso como necesarias para reafirmar sentimientos. Expresiones que llevadas al extremo, desembocan en violencia desde el noviazgo o en la convivencia en matrimonio.

Luego entonces no es extraño que la mayoría de los jóvenes, en especial de las adolescentes sueñen más con la posibilidad del amor mitificado, que en conocer a la persona que tienen delante: “quieren gustar, y después esperan que sea él quien tome las decisiones. De nuevo el ideal romántico. Ellos, por su parte, se centran en seguir el rol “cuantas más, mejor”, y en establecer estrategias negativas de control, en vez de tratar de conocer a su pareja. Aparentan que la relación es buena: “Eres la mejor”, “Lo nuestro es para siempre”…en vez de explorar en qué cosas conectan y en cuáles no”. (Adolescencia y Violencia Machista. Adavas León, 2011)

Pero, sin llegar a la cursilería, si es bueno dejar asentando lo que pudiera acercarse a una definición del amor verdadero, que puede variar de acuerdo a las culturas. Así que, sin descartar las posiciones tradicionalistas y también, dando entrada a la visión moderna que no pueden excluirse, trataría de dar una definición de amor a mi manera (como dice la canción):

“Amor es la expresión físico-sexual y emocional hacia lo que representa atracción, cercanía y contacto, necesidad de comunicarse, de sentirse aceptado y de ofrecer lo mejor de sí mismo a otra persona; pero también implica racionalidad, para saber elegir a quien puede valorar ese sentimiento, viniendo de quien coincide con esta visión y retroalimenta el afecto, para de esta manera, se pueda conservar una relación basada en sentimientos sinceros, emociones diarias compartidas, respetuosas, comprometidas con los resultados y perdurable en el tiempo, requiriendo de ser alimentada todos los días por ambas partes, para que esa emoción y circunstancia no fenezca”.

Gracias y hasta la próxima.

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