Hoy la Sinergia vs Entropía gubernamental

 

Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

 

El año próximo pasado, escribí el artículo “Sinergia-vs-entropía” y dado que fue de los artículos con mayor número de lectores en los diferentes medios en los que me hacen el favor de publicar mis colaboraciones, me permito repetirlo y actualizarlo a la realidad.

Por principio me permito recordar lo que entonces decía sobre el sentido de estos dos conceptos: sinergia y entropía, términos que han estado en el vocabulario de diversas disciplinas en particular de los economistas, politólogos y sociólogos de academia y últimamente de los políticos empíricos. Y hay que adentrarse a su significado para poder aplicarlos correctamente, en los discursos y en la vida cotidiana.

La sinergia es un concepto que proviene del griego «synergo», que quiere decir literalmente «trabajando en conjunto», por lo que su significado refiere, al incremento del efecto o influencia del trabajo de dos o más agentes que producen al actuar en conjunto. Es decir, la sinergia, obliga a la sumatoria de la acción de los agentes para fortalecer o incrementar el valor del todo y ello supere lo que por separado no se hubiera logrado en cada agente.

Este concepto originalmente fue referenciado en la Biblia, por San Pablo en sus epístolas, cuando hablaba de la importancia del resultado del trabajo conjunto entre el hombre y Dios. 

En 1925, con la teoría general de sistemas , el biólogo alemán Ludwig Von Bertanlanffy, lo utilizó para ubicar los principios de la teoría : un sistema consiste básicamente en un conjunto de componentes que se relacionan y que sumando el valor del todo en forma positiva, permite alcanzar más y mejores objetivos. Luego entonces, una característica de la Sinergia es que: cuando el o los objetivos logrados por la organización o sistema son alcanzados con creces, dicho resultado debe ser siempre mayor que el posible de alcanzar individualmente. Si no fuera así, el resultado no se consideraría una acción sinérgica. 

En relación a la entropía, el concepto en ocasiones se toma como equivalente al “desorden”, pero no sólo es esa su interpretación. Así, cuando decimos que aumentó o disminuyó la entropía en un sistema, significa que creció o decreció el desorden en ese sistema. Sin embargo ello puede variar dependiendo la disciplina que lo explique. Por ejemplo en la física, la entropía permite medir la parte no utilizable del sistema o el grado de desequilibrio del mismo. 

Y si nos vamos a las ciencias sociales, concretamente para explicar la acción interactiva entre individuos, la entropía se interpretaría como la medida de la incertidumbre de los mensajes o de la comunicación; y si entonces la entropía se usa como parámetro, nos sirve para medir la información que se necesita para reducir o eliminar la incertidumbre, es decir, lo que hace falta para mejorar la interacción. Por ejemplo, si partimos de la base de que las relaciones humanas no están siempre en equilibrio–en función de las diferencias individuales y el manejo de intereses de grupo–, entonces la entropía nos sirve para considerar el grado de desavenencias o del caos en una relación o interacción y la manera en que podemos reducirlo para volver al orden. 

Luego entonces la existencia del orden, conlleva en principio a la existencia del caos y viceversa. Por ejemplo: el cuerpo humano, es un sistema que nace perfecto comúnmente (sinergia), pero el propio hombre se encarga de alterarlo en el tiempo en función de sus excesos: malos hábitos alimenticios, fumar, beber, no ejercicio, etc., haciendo que se rompa el equilibrio y conlleva al desorden físico o mental (entropía). Por lo tanto, el grado del desorden físico determinará la medida del nivel de esfuerzo para recuperar la salud y la exigencia del conjunto para recuperar el orden o estado de operación óptima del ser humano y sus semejantes. 

Luego entonces, recuperar o implementar la sinergia requiere por fuerza establecer orden en los agentes o contextos, para que con el camino allanado, se logren las transformaciones sociales, políticas y culturales que la sociedad necesita. 

Pero ¿a dónde quiero llegar? A afirmar que hoy los conceptos aplican íntegramente en la política y particularmente, en la política mexicana. Porque si revisamos lo sucedido en los últimos 15 años, la entropía estaría dibujada en el resultado de un estado de cosas incompletas, inequitativas, injustas e imperfectas que se dejaron crecer, derivado de una acción de gobierno descoordinada, alterada o desvirtuada y que hoy pone en la mesa y a la vista la pérdida del control y el orden en diferentes rubros: la economía, la seguridad nacional, la administración pública en todos sus niveles y sectores, etc,, que ha traído como consecuencia decepción, pesimismo, rebeldía y falta de confianza de una gran mayoría de los ciudadanos mexicanos, hacia sus representantes y el propio sistema nacional.

Por eso el Estado y sus gobernantes, deben ser los principales promotores de la sinergia y los opositores o controladores más firmes de la entropía.

Y, es esa entropía la que encontró en 2013 el Gobierno de la República que encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto desde el inicio de su gobierno. Y fue el primero en manifestar y tomar consciencia de que: si la política hace referencia a la actividad humana tendiente a dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad, entonces se tiene que empezar por el implantar el orden constitucional, jurídico y administrativo asegurando las reglas de operación, la profesionalización y/o selección adecuada de los agentes responsables de lograr las metas y, detectar todo aquello que haya alterado el equilibrio y las partes del todo que no han funcionado bien (Peña 2013); es decir, revisar los comportamientos y resultados de las instituciones que tienen vicios y detectar a los malos políticos que en el pasado y presente, priorizaron su propio beneficio sobre el de sus representados, esos que en vez de esforzarse en ordenar, desordenaron y en lugar de vertebrar a la sociedad sembraron vergüenza, desconfianza y caos  en el gobierno , sus instituciones y la comunidad.

El presidente Peña, desde que inició su gobierno, convocó a todas las mujeres y hombres de nuestro país a: alentar esta “sinergia” transformadora de la realidad a nivel nacional” [1](Peña, 2013).  Y para hacer efectiva esta intención –desde los primeros meses de su gobierno–, empezó a generar las iniciativas de modificación constitucional en rubros estratégicos, que después fueron revisadas y aprobadas en el seno del Congreso de la Unión, hoy con un avance significativo en la etapa de elaboración y aprobación de sus  leyes secundarías; y seguramente, una vez cumplida esta etapa, permitirá situar la labor del gobierno sobre bases jurídicas –adaptadas a la realidad–, que ofrecerán certidumbre en cada acción de gobierno y en cada parte del país, respondiendo a las exigencias de esta nueva etapa que vive la nación.

Sólo de esta manera se podía arrancar con los proyectos estratégicos, esos que habrán de dar movimiento al país, generando inversión, empleo y sobre todo mejoramiento en las finanzas familiares, como es la demanda de todos los mexicanos.

Igualmente al afirmar el propio Presidente Peña: “vamos a establecer la fuerza y la rectoría del Estado, para propiciar un desarrollo en orden, en legalidad y con justicia; haciendo del territorio la base de la planeación social para el presente y para los años por venir”, hoy deja muy clara su intención de lo importante que es para él–como responsable político de las instituciones nacionales–, la visión del conjunto y el trabajo coordinado de las partes para lograr voluntariamente, el objetivo de mejorar y ver crecer a México en los siguientes años, a mejor ritmo y desechando lo que nos ha dañado al dejar crecer: la corrupción y la simulación; es decir, nos deja en claro la necesidad de la sinergia en el gobierno y la sociedad.

Y el Presidente, sabe que implementar el orden, implica riesgos y el primero es el efecto sobre su popularidad, que finalmente es lo que menos debe importar cuando se trata de mejoramiento y por ello mira de frente al país. Pero también sabe, que cuando las reformas generen su efecto positivo, entonces las cosas cambiarán—no sólo en la imagen de su gobierno—sino en la sociedad, que es la que finalmente recibirá la recompensa de ese esfuerzo.

Luego entonces, si los políticos y funcionarios entienden e identifican con claridad el sentido del mensaje del Presidente y los ciudadanos cooperamos en ese arranque, las cosas avanzarán con mayor prontitud y con la mejor actitud. Y quien no lo haga o se limite a la crítica destructiva desde la comodidad del asiento de un café,–pues se le respetará su holgura y apatía–, pero no encajarán en esta etapa de reconstitución nacional y tendrán que observar cómo operan, quienes en verdad desean ser útiles y tengan el propósito sincero de coadyuvar al bienestar de los mexicanos, heredando un mejor país.

Yo me apunto.

Gracias y hasta la próxima.



[1] Peña N. Enrique, (2013) discurso XCVIII aniversario de la Promulgación de la Ley Agraria de 1915

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