Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
Finalmente se cumplió lo que se esperaba, el queretano Ricardo Anaya González ganó los comicios internos del Partido Acción Nacional (PAN) y se convertirá en su dirigente nacional sustituyendo a Gustavo Madero. Eso mueve el escenario político de Veracruz y obviamente, dispara los miedos en el seno de la trasnochada fidelidad porque el panista Miguel Ángel Yunes Linares avanza rumbo a una postulación a la gubernatura en el 2016. Ahora la pesadilla comienza a convertirse en promesa –falta aún para que se haga realidad- pues su enemigo jurado, ese que se compromete a meterlo a la cárcel junto a su sucesor, Javier Duarte de Ochoa se acerca a la disputa sucesoria.
Ayer, Yunes Linares adelanto parte del dolor de cabeza que provocará a la estructura fidelista en el poder. Lo dijo en una entrevista a la prensa porteña pero lo desmenuzará este lunes en una conferencia de prensa que dará en Jalapa: ejercerá la potestad de presentar iniciativas de ley en el congreso veracruzano. Hay que recordar que los diputados federales tienen esa facultad constitucional de convertirse en gestores de proyectos legales en los recintos parlamentarios estatales. Ahí pondrá a sudar a más de uno, ya lo verán, y no porque vaya a prosperar esas iniciativas sino porque tocarán temas de corrupción que exhibirán a muchos o pondrán en riesgo tres de vida basado en la expoliación de bienes públicos.
Esto sin contar con el uso que hará de la tribuna en San Lázaro para llevar temas de Veracruz que tanto se han querido retener en el ámbito doméstico pero que ya son un problema nacional como la corrupción, la quiebra financiera, la violencia producto del pacto con la mafia, los asesinatos en serie de periodistas, al deuda pública y el enriquecimiento súbito de la camada fidelista que medra en palacio de gobierno entre otros asuntos quemantes. Por eso los aludidos tienen, literalmente, los pelos de punta.
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