Duarte, el Desquiciado

Por Andres Timoteo/Texto Irreverente

El accidente histórico, el funcionario fallido, el que nunca debió llegar a ser gobernador, Javier Duarte de Ochoa, ya tocó fondo: mandó a la fuerza pública a golpear a los ancianos que reclaman el pago de sus pensiones. Ordenó a los policías bermundianos –esos que secuestran y matan- a desalojarlos de la calle Juan de la Luz Enríquez con toletes eléctricos. Fue un acto demencial y fascista. Duarte se envalentona frente a los débiles ancianos pero es dócil con los narcotraficantes que asolan la entidad.  Cobarde, pues.

Arremeter con la fuerza policiaca contra personas de la tercera edad que reclaman sus pensiones por las que trabajaron toda la vida, es el extremo. Atacar a los abuelos es el colmo de la inhumanidad.  El cordobés está enojado con los pensionados, lo obligaron a interrumpir sus vacaciones decembrinas –virtualmente porque no ha regresado-. No les perdona estropearle su asueto de lujo y su hedonismo está herido por lo que  su venganza es cruel: toletazos contra los batones que sostienen un cuerpo cansado o enfermo, empujones contra los endebles, palos contra las articulaciones reumáticas y descargas eléctricas sobre  la piel arrugada. Que sufran por estropearle su bacanal navideño.

Ellos, los abuelos, son el símbolo nuestro pasado inmediato, los que nos antecedieron, los que criaron y trabajaron para que la generación vigente haya sido posible  pero ayer fueron atacados por un gobernante iracundo, vengativo, indolente y nefasto. – Es cierto, el lector podrá decir que no es válido usar tantos adjetivos en un texto de opinión pues son terceros los que deben calificarlo y no el redactor. Y tienen razón, por lo que  se ofrece una disculpa a los lectores pero este individuo no se merece otra cosa. No hay forma de describirlo, ha rebasado todo límite-.

¿Qué sigue  ahora?. ¿Atacar a los niños que son  el otro extremo de la generación?. No hay que darle sugerencias porque este individuo las toma como retos personales y cuando se piensa que ha llegado al límite siempre supera los oprobios con otros más abominables. Y el muy cínico todavía monta un espectáculo con dos payasos para justificar lo injustificable. Su secretario de Gobierno, Flavino Ríos y el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), Fernando Perera Escamilla quienes justificaron la agresión contra los ancianos.

Negaron la violencia y hasta criminalizaron a los pensionados al acusarlos de tener “intenciones partidistas” al manifestarse en la vía pública y ser ellos los que iniciaron la reyerta contra los uniformados. Vaya, han inaugurado un código penal de la ignominia y ahora en Veracruz reclamar una pensión es un acto político y de provocación que merecer ser reprimido. Hace días, el oaxaqueño Ríos Alvarado soltó el disparate grosero: que los hijos deben mantener a sus padres retirados y no el Estado, borrando de un salivazo todos los años de trabajo y de cotización en el Instituto de Pensiones del Estado (IPE) para trasladar esa responsabilidad a los descendientes de los jubilados. ¿Y el dinero pagado qué se lo roben a gusto?.

En tanto, el autista ombudsman, Perera Escamilla, nada más le faltó bañar en agua bendita a los policías que atacaron a los pensionados. Ambos, Flavino Ríos y Fernando Perera van para viejos, no les falta mucho y aunque  seguramente no pasaran necesidades por todo el dinero que se han robado, el destino los tendrá que alcanzar.  Aun cuando  no tengan necesidad de salir a protestar, aunque reposen en camas de oro y los envuelvan con sabanas de seda, la agonía deberá ser larga y dolorosa. Ambos ya firmaron ese contrato con el destino en la víspera de Navidad y al cielo se reza para que así sea.

¿Y para Duarte?. La cárcel, es su destino necesario pero ahora, en lo inmediato, urge  que alguien lo pare, está desquiciado y es un peligro para todos. ¿Dónde están los diputados locales y federales que son representantes del pueblo?, ¿dónde los senadores Héctor, José y Fernando Yunes?, ¿por qué guardan silencio?, ¿por qué no dicen nada los alcaldes, los regidores y síndicos?, ¿de qué les sirven al pueblo todos estos servidores públicos que callan  cuando se golpea a ancianos en la vía pública y a plena luz del día?.

¿Y los obispos que se tomaron la fotografía con Duarte y le dieron la bendición navideña en la víspera?, ¿por qué no dicen nada ahora que mandó apalear a las personas de la tercera edad?. Los ensotanados pecan al no defender ese mandamiento de ‘honrarás a tu padre y a tu madre’ y se lo perdonan a Duarte de Ochoa. ¡Falsos profetas!. Ya no se diga de los sindicatos magisteriales y asociaciones de burócratas cuyos líderes, en su mayoría, también están silenciosos frente al ataque criminal contra los jubilados.

Si bien, el  tema es de patología mental y mala alma del gobernante en turno también tiene que ver con la pillería exhibida. Duarte está a molesto porque le restriegan sus latrocinios. Los pensionados le machacan que “no falta dinero sino sobran ladrones” y el rey de los saqueadores es el cordobés.  La manifestación de los pensionados es legítima y legal, no tiene tintes políticos ni partidistas pero –es cierto y es urgente- que pase a este plano: al político-electoral.

Ante la agresión policiaca que ordenó Javier Duarte y frente al silencio de legisladores, ediles, pastores y organismos oficiales, los ciudadanos deben salir al quite y convertirlo en un asunto político de urgente resolución. Todos deben acudir a las urnas electorales en el 2016 para  castigarlo, a él y a su partido el Revolucionario Institucional.  Salvo la revuelta civil que traería más represión, la única forma para escarmentar a Duarte y sus secuaces es la vía electoral. Con el voto de castigo también se enviará adjunto el mensaje a los ganadores de que se requiere la aplicación de la justicia contra el fallido gobernante. Qué responda ante un tribunal por sus tropelías.

NOCHE BUENA

Son días turbulentos que se viven en Veracruz, un tiempo terrible cuando se tiene a un demente al frente de las instituciones públicas. Aún así, en este jueves de Noche Buena vale la pena  buscar –en lo que se pueda- un momento de paz, de reencuentro familiar y convivencia fraterna.  A los amables lectores, a la familia notiveriana y  a los camaradas del gremio les deseamos que pasen una agradable Navidad. Que la fiesta en torno al nacimiento del profeta Jesús sirva para restañar heridas del alma, apaciguar el llanto y hacer  posible ese milagro que sostiene al mundo: la esperanza de que vendrán días mejores. ¡Joyeux Noël!…¡Feliz Navidad!.

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