Ni talento, ni valor para vivir…

Por Maryjose Gamboa / Al aire…

El 9 de julio del 2011, el poeta y cantautor argentino Facundo Cabral, fue asesinado por un grupo de sicarios en Guatemala. Como parte de su legado dejó un extenso documento en el que habla sobre la vida y la muerte,  sobre la soledad y la traición, sobre el amor y el desamor, sobre la política y de los políticos… Y sobre este último tema en particular, vale la pena retomar una de esas frases que logran decir todo en unas cuantas palabras; “Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar a seis millones de personas”.

Y aunque desde luego se refería a Adolfo Hitler en particular, esa misma frase se puede aplicar en  cientos, tal vez miles de políticos en el mundo… Políticos que por su falta de talento y  de VALOR para vivir, destrozaron de una u otra forma, la vida de millones de seres humanos. Tan sólo en nuestro estado, hay de momento tres claros ejemplos de esa clase de seres -no merecen la denominación de origen “humanos”-  Javier Duarte, María Georgina Domínguez, y Alberto Silva.

Su falta de talento para vivir y “gobernar”, quedó plasmada en cada una de las canalladas que cometieron bajo el cobijo del “pinche poder”. Su falta de VALOR para ASUMIR el precio de las mismas, queda plasmada en la absurda manera en la que HOY tratan de mostrarse como “víctimas”,  cuando apenas AYER sin pudor ni recato, con orgullo se presumían VERDUGOS.

Acomplejado y cobarde…

Javier Duarte, marcado por el complejo social de aquellos que creen que sólo con dinero se puede “garantizar” el “respeto” y “cariño” de alguien -probablemente de la familia que “merecía abundancia”- solicitó a inicios de semana a las autoridades penitenciarias en Guatemala, que se le permitiera salir de su celda para “ejercitarse”, para “convivencia” con el resto de los internos  -tal vez alguno de aquellos a los que permitió mutilaran cuando intentando llegar a Estados Unidos pasaron por Veracruz-, un colchón para poder dormir mejor, un ventilador porque hace mucho calor, y claro,  ya de paso, una lámpara porque pobrecito, las “incomodidades” propias de una prisión, le resultan insoportables…

Hombre, probablemente si no estuviéramos hablando del mismo tipo que usó el poder para saquear las arcas estatales, que instituyó  la represión en sus más despiadadas formas como “política pública”, que manipuló la miseria y fomentó la ignorancia para que el PRI “arrasara” en cada elección, que se burló del dolor de miles de madres y padres que le suplicaban ayuda para encontrar con sus hijos desaparecidos, que permitió a los grupos delincuenciales no sólo establecerse sino también  CONTROLAR por completo las instituciones, y sobre todo, si no estuviéramos hablando de la misma bestia que a través de sus directores en cada cárcel del estado, se encargó de tratar a las y los internos como animales, puede ser, que hasta un poquito de compasión lograra inspirar su nivel de cobardía.

Y ojo, no  me refiero a SUS presos “favoritos”, los periodistas a los que nos dio un trato “especial” que consistía en una buena dosis de golpes, torturas, o vejaciones,  como Carlos de Jesús Rodríguez, Alejandro de la O, Jorge Manrique, o una servidora, sino de a los más de nueve mil internas e internos, que inocentes o culpables que de entrada eran obligados a firmar confesiones a base de torturas, para posteriormente ser trasladados a golpes, a prisiones en las que los esperaba una antesala del infierno, que representaba en sí, el infierno mismo.

“Celdas de castigo”, cuya definición real es mazmorras… Mazmorras con paredes cubiertas de restos de excrementos, con una pequeña letrina habitada por ratas, y con una cama de piedra que sólo se puede amortiguar con una colchoneta de aproximadamente 30 centímetros de grosor, bajo el compromiso de pagar cien pesos por ella, en cuanto te permitieran tener contacto con algún familiar. ¿Cuánto tiempo pasaban ahí los recién egresados antes de ir a una celda con piso de tierra, sin red hidráulica ni eléctrica, sin paredes sucias pero con internas o internos un poco más hostiles que el panorama anterior? Nadie lo sabía a ciencia cierta, dependía de la rapidez con la que tu familia se moviera y la cantidad que pudieran juntar, pero en promedio era un mes.

nporque le den más que frijoles y huevos (que buena falta le harán aun viviendo en condiciones mil veces mejor de las que vivieron los internos durante su mandato), o probablemente porque en algún segundo de reflexión, pudiese haber recordado “el menú de sus presos”; Frijoles en caldo con un café “adicionado” con tortillas quemadas como desayuno, caldo de algo que nunca nadie logra descubrir que es, 3 tortillas una porción de arroz o frijol, y  agua de algunos restos de Jamaica para la comida – claro, y  algún pedazo de pollo o carne si “cae” algún visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos-, y para terminar el día, una especie de pan con té de zacate limón.

La villana favorita…

La solicitud de María Georgina Domínguez de ser prácticamente considerada beata por todo lo “que soporto” y en silencio además,  en otro momento probablemente  hubiese merecido una columna aparte, pero hoy ni eso…. Los últimos dos Gobernadores que la escucharon son hoy considerados la peor escoria de su partido, lo que le garantizan la ruina política.  Las  investigaciones en su contra, le auguran que la justicia humana la alcanzará.  El recuerdo intacto de los miles de agraviados que dejo a su paso en dos estados, le recordarán siempre el infierno que implica saberse siempre acechada. Y por último, la “cartita” en la que se presume impoluta y “denuncia” a esos compañeros tan malos que tuvo, la reiteran como lo que es, una infame y una cobarde,  que con tal de “salvar el pellejo” es capaz de traicionar a cualquiera. Por lo que no merece ni una línea más, tal vez sólo una frase: “El bien se alimenta de sí mismo, el mal se destruye a sí mismo”.

El cisne con plumaje ajeno…

Por último está Alberto Silva, el que hoy exige que su plumaje no sea manchado ni con el pétalo de una averiguación… Hombre, este si de pena ajena. Ni el plumaje era suyo, ni estuvo nunca limpio, y al perecer, él es el único que no se ha dado cuenta. Peor para él.

Artífice de las peores canalladas cometidas en el sexenio de Duarte, cómplice de los más oscuros acuerdos en el sexenio de Fidel Herrera, incapaz de asumir el destino que él mismo se forjó durante años, no tiene ahora más defensa que un escudo más endeble, más sucio, y más miserable que él mismo, por lo que tarde o temprano, como varios más… es sólo cuestión de tiempo.

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