Veracruz: los malosos pierden

* Aprehenden a asesinos de Castagné  * Cae el Comandante H  * El reacomodo

Por Mussio Cárdenas Arellano/Informe Rojo

A sangre y plomo se disputa Veracruz, los cárteles heridos con dos golpes sonoros: la aprehensión de los sicarios que ultimaron al comandante de la Policía Federal, capturados en Puebla, y la del Comandante H, vinculado a la masacre de los niños en Coatzacoalcos, detenido en el sur.

Presagia, pues el reacomodo de los cárteles, el cambio de estructuras criminales, el relevo de mandos y una disputa a sangre fría, a piedra y lodo, entre las bandas que ven a Veracruz como el territorio ideal, donde el trasiego de droga y el paso de migrantes son negocio que se mide en oro.

Cuatro sicarios, los que segaron la vida de Camilo Juan Castagné Velasco, el célebre y polémico coordinador de la Policia Federal en Veracruz, fueron aprehendidos junto con otros seis matarifes en el estado de Puebla.

“De acuerdo con informes de la corporación —refieren las crónicas del hecho—, grupos tácticos ingresaron la madrugada de este jueves a un departamento marcado con el número 561 de la calle Hacienda de Corralejo esquina con Ignacio Aldama, de la colonia Mayorazgo.

“En este lugar fueron capturadas 10 personas, entre las cuales estarían cuatro sujetos que participaron en la ejecución de Castagné Velasco y otros dos elementos de la PF, crimen perpetrado el 24 de junio en el restaurante ‘La Bamba’, ubicado en el municipio veracruzano de Antigua.

“Hasta ahora no se ha proporcionado información oficial sobre los nombres de los detenidos, ni si este grupo delictivo formaba parte de algún cártel de la delincuencia organizada.

“Tras un fuerte operativo desplegado al sur de la ciudad, donde elementos de la corporación federal detuvieron a los presuntos delincuentes en una casa ubicada en la calle Hacienda de Corralejo 560 de la colonia Los Ángeles Mayorazgo, y habrían sido trasladados a la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) para ser puestos a disposición.

“En compañía de un diligenciario de la PGR, grupos tácticos ingresaron a uno de los departamentos ubicados en el edificio marcado con el número 561 de la calle Hacienda de Corralejo, esquina con la calle Ignacio Aldama.

“Trascendió que en el lugar se efectuaron varias detonaciones por arma de fuego sin embargo, las fuentes consultadas negaron que se hubiera requerido el uso de la fuerza para lograr la detención de estos sujetos.

“En un comunicado, la Secretaría de Gobernación confirmó la detención de los sujetos, que se realizó la madrugada de este jueves.

“Esta madrugada elementos de la Policía Federal detuvieron en Puebla a un grupo de personas, dentro del cual presumiblemente se encuentran responsables directos del homicidio del coordinador estatal de la Policía Federal en Veracruz y de otro elemento de la misma corporación”.

Castagné Velasco fue ultimado la tarde del sábado 24, pasadas las 5 de la tarde, cuando se hallaba en el restaurant La Bamba, en Cardel, entre Veracruz y Xalapa, mientras comía con dos subordinados.

Un comando armado —cuatro hombres portando armas largas— irrumpió en el lugar, privando de su vida al coordinador operativo de la Policía Federal, que exhaló un último aliento en medio de un charco de sangre, y a uno de sus oficiales. Otro más fue trasladado a un hospital donde más tarde murió.

Horas después se difundieron imágenes extraídas de un video en que se observaba la identidad de los matones, cuatro pistoleros que cumplieron su misión y huyeron.

Ofrecía el gobierno una recompensa de un millón de pesos por información sobre la célula criminal que ultimó a Castagné Velasco.

Horas más tarde, este jueves 29, fue aprehendido Hernán Martínez Zavaleta, mejor conocido como “El comandante H”, entre los límites de Veracruz y Tabasco y ahí llevado a la Ciudad de México, a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).

Dícese que fue en territorio de Agua Dulce. Otra versión habla de Huimanguillo, municipio tabasqueño, pues Hernán Martínez es todo terreno y manda en la región, desde el sur de Veracruz hasta Campeche.

Se le imputa la autoría intelectual de la masacre de la colonia Nueva Calzadas, en la zona deprimida de Coatzacoalcos, el sábado 24, con saldo de cuatro niños de 3, 4, 5 y 6 años, y sus padres, ultimados sin piedad, los menores incluso con disparos en la cabeza.

Cuenta el reporte oficial que el H, o el Comandante H, o Hernán Martínez, es jefe de plaza de Los Zetas.

Contaba el H que no. Pregonaba ser empresario y a su lado congeniaba el jet-set de Coatzacoalcos, los ricos y poderosos, políticos y líderes, los que acudían a sus fiestas y reuniones, a un gimnasio, a un restaurant, sonriendo en gráficas que destacaban en la sección de sociales de los periódicos de mayor circulación. Baste ver, por ejemplo, Diario del Istmo y sus reseñas rosas.

Sea como sea, al H le imputó el gobierno la autoría intelectual de la masacre. Obedecía, según la versión oficial, a la ejecución de un subalterno, Bernardo Cruz Mota, al mediodía del viernes 23 en la colonia Benito Juárez.

Se trataba de su segundo en el mando, casi su hijo, presunto heredero del poder de Hernán Martínez.

Cuando se procedía a sepultar el cuerpo, luego de serle realizada la autopsia de rigor, la caravana fue interceptada. Personas con uniforme de policía y de navales se llevaron los restos, lo que presumió ser un robo de cadáver. Sin embargo, horas después fue devuelto y se le dio sepultura.

Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, señaló el domingo 25 que la ejecución del taxista Clemente Martínez, padre de los menores ultimados, estaría relacionada al crimen perpetrado “el día anterior”. O sea, el del subalterno del H, Bernardo Cruz.

“Hay elementos —expresó Yunes— que podrían vincular al padre de estas criaturas con un evento delictivo sucedido el día anterior”.

Así fue.

Lo que siguió fue la masacre de los niños, horrorizando a todos, crispando a la sociedad,

Cobra el gobierno federal la afrenta del comandante muerto, la vida segada de Castagné Velasco y dos de sus subalternos, sobre quienes se tejen en las redes historias a favor y en contra, lodo y laureles por igual, denuestos y elogios por los golpes que diera para desmembrar bandas dedicadas al robo de combustible, los huachicoleros.

Caídos unos, aprehendidos, cimbradas las células de los cárteles, vendrá el reacomodo, la disputa por las plazas, el cuento de nunca acabar.

Hoy hay proclamas de justicia. Hay alarde en el gobierno por la captura de los cuatro matones de Cardel, por la aprehensión del H, dos golpes entre cientos de muertos y ejecutados.

Tuvo que haber muerte y dolor, lágrimas y angustia, sangre y plomo, hasta desbordarse en la ira que va marcando al pueblo cuando no atina a entender quién —y por qué— lo condenó a convivir con el miedo y la violencia.

¿Tiene que ser así?

Dos golpes al crimen organizado para bajar la presión.

Signos de justicia que serán signos de revancha y sangre.

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