Los encallamientos tuxpeños: recuento de daños

Por Pedro Paunero

En noviembre de 2010 un barco liberiano, el Chemstrans Alster, procedente de Houston, Texas, cargado con 3 mil toneladas de sosa cáustica, encalló a unos kilómetros del puerto norveracruzano de Tuxpan. Pasaron 16 días hasta que una empresa privada de remolcadores lograra liberarlo. No hubo derrame del químico, que fue descargado en otras embarcaciones para facilitar el rescate de la embarcación atrapada, pero el daño al arrecife se contó a lo largo de 150 metros de largo por unos 25 de ancho, a través del sistema Tuxpan-Tanhuijo.

El 14 de julio de 2014 le tocó el turno al barco Mu Du Bong, proveniente de la belicosa y enigmática Corea del Norte, que encalló en el sistema arrecifal Lobos-Tuxpan, destruyendo 3,662 metros cuadrados, de cuyas ocho especies dañadas cuatro se encuentran en la NOM-0-SEMARNAT-2010, como especies amenazadas. A la empresa se le sancionó con $4.7 millones de pesos para “reparar” el daño, palabra que resalto entre comillas porque la reparación en casos de encallamientos no pasa de ser un mero eufemismo para designar a un conjunto de técnicas científicas cuyos resultados se ven envueltos en la más absoluta incertidumbre, debido a la complejidad inherente a cada sistema arrecifal.

El gobierno mexicano, en el caso de la embarcación coreana, declaró el abandono del barco en favor del Estado, lo que implicó que las pertenencias de este fueran transferidas al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes del Gobierno Federal. El pago de poco más de 4 millones se calculó sobre las condiciones propias del sistema dañado, como su topografía, la cobertura o extensión del tejido vivo y, con esto, el conteo de las especies que lo forman, entre estas la Acropora palmata, el coral conocido comúnmente como cuerno de alce, especie en peligro de extinción debido a que los reportes calculan su perdida en un 95 % en sus poblaciones. ¿Cuál es su importancia? La de albergar una diversidad de especies entre sus ramificaciones, incluyendo varias especie de peces y crustáceos como las langostas.

En el caso de la tripulación, proveniente de la Habana, Cuba, formada por 33 tripulantes y oficiales, pasaron meses confinados en su propia embarcación, incluyendo el tiempo en el que estuvo atado en el muelle Duque de Alba de la Administración Portuaria desde el cual podían observar las maniobras de la Flota del Golfo de la Secretaria de Marina, que tenían justo enfrente. La empresa consignataria Tajín Consignaciones S.A. de C.V. se encargaba de llevarles alimentos y el suceso se recubrió de un cierto misterio y tuvo visos de intriga e incidente internacional, cuyos detalles ocultos, su secretismo, darían, quizá, para una novela, ya que entre los tripulantes se localizaba Kim Song Guk, cuyo oficio las autoridades migratorias mantuvieron bajo el resguardo de secreto político.

Los tripulantes que podían dormir por la noche en algún hotel tuxpeño, preferían pasar sus horas muertas en el barco. Mientras esperaban, a dos de ellos se les venció el pasaporte, al médico de a bordo, Rim Chol Hun y al maquinista, Pak Wong Tyong. Largas charlas, juegos, el mirar la televisión, atisbos al horizonte y pesca sobre la borda ocupaban a los hombres. El accidente no quedó en eso solamente. La ONU declaró al gobierno mexicano la sospecha de que la empresa propietaria del barco se encontrara en la lista negra de empresas sancionadas por tráfico de armas. Se habló de amenazas de Corea a México y, finalmente, y después de dos largos años, el barco fue desguasado. Las pérdidas fueron millonarias para la empresa propietaria y los ánimos se caldearon al grado que el representante de Corea del Norte ante la ONU, An Myong Hun, acusó a México de violentar la soberanía de su país. ¿Cuál fue el motivo que originó el encallamiento? No haber obtenido una carta de navegación actualizada, que señalara claramente la situación geográfica del arrecife y cuyo costo era de tan sólo 30 dólares.

El pasado 14 de agosto de 2017 fue un buque abastecedor, con matrícula mexicana, el Antares, proveniente de Isla del Camen, Campeche, el que encalló en el cada vez más destrozado arrecife Lobos.

Huelga señalar que hay una relación ecológica entre el sistema arrecifal tuxpeño y la producción pesquera de la Laguna de Tampamachoco, situada al NW del Golfo y que constituye uno de los más importantes cuerpos de agua, en cuanto a producción y explotación del municipio. También sobra decir que los arrecifes, más allá de su importancia biológica, protegen las costas del embate de las olas y sus restos aportan la materia de la que están hechas las playas, la arena y parte de la conformación de la misma. Lo hemos dicho muchas veces antes: el turismo se vería enriquecido si se desarrollaran actividades recreativas responsables en los arrecifes tuxpeños.

Y la clave para mantener estos recursos naturales no es otra sino su manejo, así como la prevención de los posibles accidentes de origen humano, en un ecosistema que ya de por sí es susceptible a los cambios naturales o provocados por el hombre, como los huracanes o el calentamiento global.

Quedan varias preguntas sin responder en todos estos casos. ¿Dónde han ido a parar las cantidades de dinero para “reparar” los daños, que siempre serán ínfimas pues algunos estudios informan que harían falta de 100, 000 a un millón de dólares por hectárea para su remediación, tomando en cuenta que, de manera natural, un arrecife tarda miles de años en formarse? ¿Por qué, si un sector importante de la sociedad pensante, integrado por empresarios del ramo, pescadores, investigadores, estudiantes, ecologistas, y ciudadanos conscientes, ha reclamado la delimitación, mediante boyas, del área arrecifal para evitar estas catástrofes, ha sido ignorada?

La mentalidad ha cambiado desde aquel artículo aparecido en El Tiempo, publicado el 25 de enero de 1891, en el que se consideraba a los arrecifes como meros obstáculos o estorbos naturales:

Uno de los inconvenientes que ofrece Tuxpan y que ya se nos iba pasando enumerar, son los bajos o arrecifes de Tangüijo, Enmedio y Tuxpan, que quedan enfrente del puerto: estos arrecifes son de bastante consideración y pueden ofrecer un serio peligro, en caso de un temporal, a los buques que se dirijan a él.

Han sido tres las embarcaciones encalladas en lo que va del siglo en los arrecifes tuxpeños. ¿La tercera será la vencida?

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