Mahatma Duarte

Por Armando Ortiz / Viernes Contemporáneo/Libertad bajo palalbra

Según registros, la primera huelga de hambre de Mahatma Gandhi fue el 10 de febrero de 1943. En ese tiempo Gandhi había sido apresado por las tropas del imperio británico, su reclusión fue en el palacio de Aga Kahn de Pune. Dicen los libros de historia que “las relaciones entre el gobierno colonial británico y el movimiento nacional indio se habían tensado extraordinariamente tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, ya que la toma de decisiones bélicas por parte del virrey sin consultar a los partidos políticos fue respondida con la reclamación inmediata de la salida de los británicos de la India”. Gandhi estaba preso desde agosto, seis meses después, como forma de presión política, y dentro de su filosofía de lucha no violenta, inició la huelga de hambre. En total Mahatma Gandhi llevó a cabo 17 huelgas de hambre, que fueron una forma de presión importante para conseguir la independencia de la India.

Por definición la huelga de hambre es una forma de presión moral, que consiste en renunciar a cualquier tipo de alimentación para reivindicar alguna causa, por supuesto hablamos de causas justas.

Pero que un delincuente opte por la huelga de hambre para que se le brinden ciertos privilegios en la cárcel no es válido; que un delincuente diga que va a hacer huelga de hambre para que cese el hostigamiento en su contra, cuando ese hostigamiento no es otra cosa que la revelación de sus actos de codicia y ambición, de sus actos carniceros e inhumanos, eso tampoco es válido. Porque el escarnio que se gana un servidor público por sus actos, por su corrupción, es parte del galardón que se merecen.

El premio o galardón que merece Javier Duarte tiene que ser muy merecido. Los actos de corrupción que junto con su banda llevaron a cabo en todo el estado de Veracruz no es poca cosa. Duarte, lo tendrá que decidir la historia, está nominado para ser el gobernador más corrupto en la historia de México, incluso de toda América. El estado en el que el nuevo gobierno encontró las finanzas en Veracruz es una pequeña evidencia de la orgia codiciosa que se llevó a cabo en nuestro territorio. La salud, la educación, la seguridad, el bienestar social, todo ello se olvidó, se relegó para dar paso a la saciedad de este grupo que como diría Fidel Herrera, padre putativo de todos ellos, no tenían llenadera.

La de Javier Duarte no es una reclusión injusta, por mucho que lo digan los buitres que lo defienden, abogados que, ya lo hemos dicho, son capaces, por dinero, de defender al asesino de su propia abuela; si es que tienen abuela.

La reclusión de Duarte, esperemos que sea por muchos años, es sólo una parte del castigo que se merece. Las consecuencias de sus actos son inmensas, el sufrimiento que causó es enorme, el hambre que provocó es inhumano, las muertes que indirectamente causó llenarían cien panteones, el dolor que ocasionó ya no se podrá aliviar. Javier Duarte, en su monstruosa codicia hizo más daño que cien huracanes juntos.

Es por ello que no nos causa lástima ni sentimientos de solidaridad ni empatía la huelga de hambre que el exgobernador iniciara el 17 de agosto a las 21:30 horas. Javier Duarte quiere que cese su persecución política, pero se olvida del desastre que causó, del sufrimiento que ocasionó, del daño y sus consecuencias. Javier Duarte apela por sus excolaboradores y dice que nada justifica la detención de ellos, sin embargo, ellos mismos han declarado ya y las pruebas los delatan, son también culpables, porque participaron con él en el saqueo de las arcas de Veracruz.

No sabemos cuánto tiempo habrá de durar esa huelga de hambre, según reportes al exgobernador sólo lo alimentan con miel y limón; conociendo lo atascado que es ya debe llevar varios galones. Esperemos que no llegue a un estado crítico, esperemos que no muera de inanición.

Si existe justicia en este país, Javier Duarte debe estar preso por muchos años, los años suficientes para que contemple cómo los veracruzanos nos ponemos de pie; Duarte tiene que estar consciente para ver como los veracruzanos nos recuperamos del desastre que causó. Porque no debemos quedarnos cruzados de brazos, lamentando nuestra suerte, contemplando el desastre que este remedo de Mahatma causó en todo el estado de Veracruz.

Los veracruzanos somos más fuertes que este sujeto, somos más fuertes que todas sus infamias.

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