Los Chistes y la Risa

La guía

Psicología de la Risa

Según Freud, los chistes son una forma de canalizar la angustia y disminuyen las tensiones de las emociones que se reprimen.

Estudios más recientes demostraron que por medio del humor se puede combatir el estrés, fortalecer el sistema inmunológico, disminuir un 40% los infartos de miocardio y los accidentes cerebro vasculares, atenuar el dolor en una sesión con el dentista y estadísticamente vivir más años que las personas amargadas.

A las mujeres les gustan los hombres con buen sentido del humor, en cambio los hombres prefieren más a las mujeres que se ríen de sus chistes que las que son divertidas.

La risa de una madre que está amamantando incrementa la melatonina en su leche, sustancia que disminuye las posibilidades de que sus hijos de cinco a seis meses sufran de alergia.

La risa no se puede detectar en una tomografía del cerebro debido a los movimientos del cuerpo que provoca. No obstante se ha podido registrar que no existe un centro único del humor sino que en este proceso intervienen un conjunto de zonas de la corteza cerebral y sectores muy profundos.

Los chistes se relacionan con lo absurdo, el disparate, la sorpresa o lo inesperado, pero lo más importante es que obliga a ver otro punto de vista.

El humor puede ser espontáneo pero también se puede aprender; porque todos podemos tener buen sentido del humor y provocar risa si somos capaces de ver el lado cómico que tienen todas las cosas, incluso las más serias.

Los chistes que cuentan las personas muy serias suelen resultar muy graciosos, porque el humor exige la habilidad de ser espontáneo.

Los que no tienen tiempo de reírse porque están demasiado ocupados en la vida diaria pueden a veces dar risa, cuando se los ve manejarse en forma absurda y grotesca.

La ironía es una forma ácida de humor y el humor negro una elaboración maníaca de una situación trágica.

La estrategia humorística para depresivos los hace más receptivos y facilita su comunicación, y la terapia de la risa también es útil para enfermos oncológicos y ancianos.

Los niños se ríen más que los adultos de las cosas absurdas, porque aún no han incorporado del todo la batería de normas, usos y costumbres sociales que nos obliga a ser solemnes.

La risa es contagiosa y aunque parezca no tener objeto, igualmente mejora el estado de ánimo.

La tendencia a reírse por nada expresa inseguridad, porque disminuye el temor frente a situaciones que se consideran amenazantes. Algunos se ríen sólo frente a circunstancias graciosas pero otros pueden mantener siempre su buen humor generado por ellos mismos. La clave es la forma de pensar.

William James (1842-1900) afirmaba que las personas no lloran porque están tristes sino que se entristecen cuando lloran, porque según su punto de vista, primero ocurre el estímulo fisiológico y luego el estado anímico.

La risa tiene la capacidad de desactivar conflictos, calma los nervios, elimina tensiones y aleja los pensamientos negativos.

El ambiente también influye en el estado de ánimo y la predisposición a reír. Un día de sol puede alegrar y un día de lluvia puede entristecer; una casa oscura y tétrica puede deprimir mientras que un ambiente con mucha luz y paredes claras puede levantar el ánimo.

El punto de vista humorístico de las cosas relativiza la propia percepción y permite replantearse mejor los problemas. El sentido del humor y la risa nos ayudan a evitar los efectos de ciertas situaciones difíciles y a superarlas, con una visión risueña de los sentimientos que nos provocan.

Fuente: Revista “Investigación y Ciencia”, Ed. Prensa Científica S.A., Barcelona, España, 2009

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