Cómo se gestó la escena de ‘Psicosis’ que cambió la historia del cine

El documental ‘78/52’ desgrana los entresijos de las revolucionarias imágenes con las que Hitchcock aterrorizó al público hace 58 años

Por Astrid Meseguer/La Vanguardia

“La muerte de una hermosa mujer es, incuestionablemente, el tema más poético del mundo”. Esta cita de Edgar Allan Poe sirve de excusa a Alexandre O. Philippe (The People vs. George Lucas) para dar comienzo a un interesantísimo documental que tiene como objetivo desgranar los entresijos de la famosa escena de la ducha de Psicosis (1960) a través de la mirada y opiniones de reconocidos cineastas, actores, críticos o montadores de cine.

‘78/52’, galardonado como mejor documental en el pasado festival de Sitges, se estrena el próximo 29 de junio y es todo un homenaje a la forma de pensar y trabajar de Alfred Hitchcock, al poder sugestivo de las ideas que le rondaban y cómo supo plasmarlas en poderosas imágenes en la pantalla grande de tal manera que quedaran para siempre grabadas en el imaginario colectivo.

Rodada en blanco y negro, imitando el estilo del maestro del suspense, Alexander O. Philippe se adentra en el proceso de gestación de una escena que cambió para siempre la manera de hacer cine y que el gran Hitchcock modeló de forma obsesiva durante una semana como una pieza independiente del resto de la película, mimándola con sumo cariño. Tal y como esgrime el actor Elijah Wood, solo un hombre obsesionado como él podía haber realizado una obra maestra de tal calado que no solo abría el debate sobre el rol indefenso de la mujer, sino que fue copiada, plagiada y homenajeada en montones de filmes posteriores.

Para muestra, la pelea de Jake LaMotta con Sugar Ray Robinson en la magnífica Toro salvaje, en la que Scorsese rinde tributo a la mítica escena copiando toma por toma, siguiendo los mismos encuadres y con un Robert de Niro que se desmorona igual que Janet Leigh durante el combate.

“Es extraordinario que tardara tanto”, considera Tere Carruba, nieta de Hitchcock. Y es que el realizador de Los pájaros y Vértigo se empeñó a fondo en ese escenario de horror doméstico. En él vertió toda su meticulosidad y su conciencia de fe católica de castigar las malas acciones de la secretaria protagonista. Todo el guión y storyboard está plagado de anotaciones y descripciones milimétricas que debían garantizar la perfección del asesinato.”Se oyen cuchilladas como si atravesaran la pantalla y rasgaran el celuloide”, se lee en el libreto.

En total fueron necesarias 78 tomas y 52 cortes para elaborar una escena revolucionaria que no llegaba a los tres minutos donde el poder de la magia cinematográfica está omnipresente en todo momento, desde la manera de rodar las imágenes desde distintos ángulos de cámara, pasando por la inolvidable música compuesta por Bernard Herrmann o la estudiada coreografía en la que Marion intenta defenderse de su asesino hasta caer desplomada agarrada a las cortinas del baño.

Cartel del documental 78/52, de Alexandre O. Philippe Cartel del documental 78/52, de Alexandre O. Philippe (Exhibit A Pictures)

A través de una actriz que recrea el momento en el que el personaje de Marion Crane conduce bajo una intensa lluvia y decide pasar la noche en el motel Bates, el director nos invita a conocer cada detalle que anticipa el trágico destino de esa secretaria que ha huido con un botín de 40.000 dólares de su empresa y entabla conversación con Norman Bates (Anthony Perkins), el tímido joven que regenta el local.

Cuando Hitchcock decidió adaptar la novela de Robert Bloch, ya era todo un cineasta respetado. Había triunfado con el glamuroso technicolor de la exitosa Con la muerte en los talones y para él Psicosis no era más que un chiste de serie B, un juguete con el que entretener, manipular y sorprender al espectador, al mismo tiempo que era todo un toque de atención a esa cándida sociedad norteamericana aferrada a la aparente tranquilidad de su espacio doméstico que pensaba que jamás podría ser víctima de un desequilibrado en su propia casa… en su propio baño.

Guillermo del Toro en un momento del documental Guillermo del Toro en un momento del documental (Exhibit A Pictures)

“’Psicosis’ era un chiste, pero descubrí que algunos se la tomaban en serio. Mi intención era hacer que la gente gritara, chillara y todo eso… pero no más que en una montaña rusa”, declararía este visionario años más tarde. Sin saberlo, había engendrado un nuevo género cinematográfico: el slasher, además de dejar constancia de su enorme habilidad para sacar rendimiento a todo tipo de propuestas.

‘Psicosis’ era un chiste, pero descubrí que algunos se la tomaban en serio. Mi intención era hacer que la gente gritara, chillara y todo eso… pero no más que en una montaña rusa

Alfred Hitchcock Cineasta

Leigh, toda una estrella de Hollywood, moría a los 40 minutos de metraje, algo impensable para un público acostumbrado a ver cómo sus actores preferidos se lucían en la gran pantalla durante todo el filme. Los gritos de la intérprete en la intimidad del baño asombraron aquel 16 de junio de 1960 en el DeMille Theatre a unos espectadores que no podían contener en silencio la visión de tan macabro destino, tal y cómo recuerda el veterano Peter Bogdanovich, que ejercía de crítico por aquel entonces: “Fue la primera vez de la historia del cine en la que no estabas a salvo en la sala. Cuando salí al mediodía a Times Square tras ver la película sentía como si me hubieran violado”.

Norman Bates en pleno ataque en la ducha Norman Bates en pleno ataque en la ducha (Paramount pictures)

Efectivamente, Hitchcock logró colar el miedo en las casas y en los aseos e hizo que la gente no pudiera ducharse tranquila durante un tiempo. Nos metió de alguna manera en la misma situación de Marion y nos hizo creer que observábamos algo que nunca vemos. Pero lo consiguió siempre sugiriendo, nunca mostrando cómo el cuchillo penetra en el frágil cuerpo de esa mujer, un efecto sonoro logrado a base de cuchillos que se clavan en el interior de un melón y un trozo de ternera mientras chirriaban los acordes metálicos del violín de Hermann.

Algo parecido sucedía con la sangre derramada y que acababa en primer plano en el desagüe de la ducha, un color logrado a base de sirope de chocolate y que rodado en blanco y negro suavizaba la crudeza de ese espectáculo terrorífico. Todos esos planos configuraban un golpe de efecto narrativo y de montaje acelerado que rompía la regla de los 180 grados. En palabras de Eli Roth, “Hitchcock fue el primero que dijo: ‘’puedes estar indefenso, en la ducha, solo y que un tío vestido con la ropa de su madre muerta pueda entrar y apuñalarte porque sí’.

Fue la primera vez de la historia del cine en la que no estabas a salvo en la sala. Cuando salí al mediodía a Times Square tras ver la película sentía como si me hubieran violado

Director de cine

Peter Bogdanocich

En el fondo, 78/52 resulta toda una experiencia voyeurística, tal y como asumió el director británico, y nos sumerge en conversaciones reveladoras con otros expertos de la industria como Guillermo del Toro, Danny Elfman, Bret Easton Ellis o la hija de Leigh, Jamie-Lee Curtis, conocida por ser la reina del grito, que debaten sobre la escena mientras la observan en la televisión. Y de paso, somos testigos de primera mano de cómo Mari Renfro, la modelo de 21 años que prestó su anatomía para hacer de doble de Janet cuando aparece desnuda, se incorporó en la producción: “Me enteré de que la Universal buscaba modelos y fui a hablar con Hitchcock. Básicamente me quité la ropa y me la volví a poner”, explica a cámara esta mujer risueña y ya anciana que tuvo que colocarse un parche en la entrepierna durante la mítica escena, por la que cobró 500 dólares.

Janet Leigh también sufrió lo suyo cuando, ya muerta, debía permanecer quieta sin pestañear en el plano en el que la cámara gira ante su ojo cubierto por algunas gotas de agua que asemejaban ser lágrimas. Un papel breve con el que consiguió la popularidad eterna y una nominación al Oscar a la mejor actriz de reparto que se fue de vacío, igual que ocurrió con las otras menciones a mejor director, fotografía y dirección artística.

Janet Leigh tuvo que permanecer un rato sin pestañear cuando caía desplomada sobre el suelo Janet Leigh tuvo que permanecer un rato sin pestañear cuando caía desplomada sobre el suelo (Paramount pictures)

Para hallar el sentido del filme y de la escena de la ducha en particular, basta con refrescar la mítica entrevista del director de la Nouvelle Vague François Truffaut al maestro del suspense británico:

-“¿Qué le fascinó del libro para rodar la película?”

-“ El asesinato cuando uno menos lo espera”.

Toda una declaración de intenciones de un hombre que se empecinó en mantener el secreto del argumento a la prensa, prohibió que se permitiera la entrada de la gente a la sala con la película empezada y evitó pases previos para los críticos para pillarles desprevenidos. Lo logró con creces y volvió a colocar su nombre en lo más alto del podio del séptimo arte. Un genio en toda regla que con un presupuesto de 807.000 dólares, recaudó en todo el mundo más de 50 millones.

Con el impacto de la escena, Hitchcock logró colar el miedo en las casas y en los baños de la gente, que no pudo ducharse tranquila durante un tiempo

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