Denzel Washington: “Lo mejor para un actor es hacer teatro”

El actor, de 63 años, es el protagonista en The equalizer 2

Por Gabriel Lerman/La Vanguardia

No parece muy entusiasmado en hablar de The equalizer 2, en la que demuestra que a los 63 años sigue siendo eficaz a la hora de aparentar ser peligroso en la pantalla. En cambio, a Denzel Washington se le iluminan los ojos cuando se le menciona a su hijo John David, que a los 34 años se ha consagrado como estrella de cine al protagonizar Black­Kklans­man, la nueva película de Spike Lee, que se ha llevado el Gran Premio del Jurado en Cannes y tiene grandes posibilidades en la carrera por los premios. Lo mismo ocurre cuando se habla de Black Panther, un filme que hubiera sido imposible para él en los tiempos en los que Washington era una de las figuras más buscadas de Hollywood. En su cuarta colaboración con Antoine Fuqua, vuelve a encarnar a Robert McCall, un exasesino a sueldo que ahora se dedica a hacer justicia con métodos particularmente violentos, como una especie de superhéroe cuyos poderes consisten en saber cómo liquidar varios villanos en menos de 30 segundos utilizando sólo lo que encuentra a mano en una habitación.

¿Por qué llevó tanto tiempo hacer una segunda parte?

Supongo que porque lleva tiempo escribirla. Yo no tenía prisa en volver a interpretar a este personaje. No sé si es que me estaban esperando, pero supongo que me necesitaban para hacerla. Y yo tampoco ansiaba volver.

¿Qué debía tener la película para que usted participara?

La verdad es que yo no participé del proceso de desarrollo. Todo el crédito es de Richard Wenk, el guionista, y Todd Black, el productor. Lograron crear una buena historia donde es mucho más lo que está en juego. La gente dice que esta es mejor que la primera. En el primero había que presentar a los personajes y por eso era algo más lenta. En aquella ocasión me encantó trabajar con Chloe Grace Moretz. Tenía 16 años y me miraba a los ojos muy profundamente. Y yo le preguntaba: ¿qué es lo que miras?

¿Cómo decide los papeles?

No tengo un criterio específico, más allá de decir que no voy a hacer una tercera parte de The equalizer porque acabo de hacerlo. Todo pasa por el guion. Si veo algo interesante, sigo adelante. No debería mencionarlo, pero eso es lo que me está pasando en este momento con un proyecto del que estoy hablando con Bob Zemeckis. Veremos qué ocurre.

Esta es su cuarta colaboración con Antoine Fuqua…

Hemos tenido éxito trabajando juntos y tenemos una comunicación muy especial. Me ha pasado con otros directores como Spike Lee, Ed Week o Tony Scott, que en paz descanse. Soy muy leal. Además, ellos saben cuando quiero que me dejen solo, y viceversa. Con ­Antoine no hablamos mucho. Él está allí filmando y yo estoy aquí actuan­do. Hace que todo sea más fácil.

¿Cómo fue su última experiencia en Broadway con Llega el hombre de hielo, de O’Neill?

Fabulosa. A mí me encanta hacer teatro. Fue mi primer amor como actor: el escenario. Disfruto de lo que recibo del público, y eso no te lo da ni el cine ni la televisión, ni como director ni como actor. En el teatro todo se une: los actores, las luces, los escenarios, pero el último elemento es el público. Y cada noche es diferente, y eso cambia la apuesta. Es una disciplina. La mejor experiencia para un actor es trabajar en el teatro.

¿Cuál es su secreto para su longevidad en Hollywood?

La verdad es que no sé qué es Ho­lly­wood. Es una calle donde tienen estas estrellas en el suelo y la gente va allí para tomarse fotos. Yo simplemente hago películas.

¿Ha sido duro llegar adonde está hoy?

No fue fácil. No hay una píldora mágica que garantice el éxito. Puedes hacerlo todo bien y que nunca llegues a ningún sitio. Para empezar, ¿qué es el éxito? Hay gente que sólo quiere ser famosa. Otros, hacerse ricos. A mí sólo me interesa ser un buen actor.

La película de Spike Lee que protagoniza su hijo ganó el Gran Premio del Jurado. ¿Cómo se lo tomó?

Me hizo muy feliz, pero no tanto como a su madre. Ella es la que aplaude, y yo simplemente estoy detrás. Pero yo siempre supe que John David era un gran actor desde que era niño. Él miraba Tiempos de gloria una y otra vez. Se sabía casi todos los diálogos de los personajes, y le tuve que regalar un uniforme. Se disfrazaba y actuaba frente al televisor. Por lo tanto, no es una sorpresa. Además, es muy bueno imitando acentos. Puede hacer de jamaicano y de británico y pasar de uno a otro en un segundo.

Pero primero fue jugador de fútbol americano. ¿Le convenció para que no fuera actor?

No dijo que quería ser actor. Le iba bien haciendo otras cosas. Haber llegado a jugar en la NFL es un sueño imposible para mucha gente. Y haber logrado lo que ha hecho como actor, también. Yo mismo quería jugar en la NFL, pero no pude. Envié a mis hijos a hacer deportes porque así crecí yo. Fui su entrenador en baloncesto. Pero luego su madre se hizo cargo de su educación, y yo pude concentrarme en mis cosas.

¿Qué opina del fenómeno generado por Black Panther?

No podría estar más feliz. Yo estaba en Nueva York haciendo mi obra y fui a ver Black Panther. Mientras la veía no podía contener las lágrimas, porque sentí que era una continuación de los 40 años que llevo haciendo esto y de lo que antes hizo Sidney Poitier. Sentí que son ellos los que llevan hoy el testigo.

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