¿Estado Mayor o Estado menor?

Por Miguel López Azuara/Cambio de Luces

Al anochecer del sábado 11,  el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador fue increpado a la salida de su oficina en Chihuahua 226 y Monterrey, en la colonia Roma de la CDMX, por un hombre que fue identificado como “fanático religioso”, quien le advirtió severamente que si seguía trabajando los sábados, Día del Señor, “le puede ir mal a México. Puede haber más sismos.”

Los seguidores del señor de acá abajo, López Obrador,  dijeron con mal tino que se trataba de un fanático religioso.  Y de inmediato recordamos que otro fanático religioso, José de León Toral, azuzado por la madre Conchita, asesinó a tiros al Presidente electo Álvaro Obregón, hace 90 años, en 1928, en el restaurante La Bombilla de Insurgentes Sur y Miguel Ángel de Quevedo, mientras le hacía una caricatura parado a su derecha, el lado donde no tenía brazo.

Además, López Obrador ha dicho que desea que todo el Gobierno trabaje los sábados.

Y es inevitable recordar que el señor López Obrador ha hecho pública su intención de suprimir el Estado Mayor Presidencial, encargado de su seguridad, pero también de su logística  y protocolo. En su lugar pretende que lo cuiden 20 ciudadanos desarmados.  Es como una invitación no digamos al atentado, sino al ultraje a su investidura, como decía el Presidente don Adolfo Ruiz Cortines.

Para no recordar el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994, en Lomas Taurinas, un barrio bravo de Tijuana, donde se desplazaba en medio de una multitud desordenada porque el entonces candidato presidencial, sonorense como Obregón, presionaba a su virtual jefe de Estado Mayor, el general Domiro García Reyes, para que permitiera que le gente se le acercara. Y en la bola le atravesaron la cabeza con un balazo en el parietal derecho y otro en el vientre.

Los antecedentes históricos del Estado Mayor presidencial los han rastreado hasta don Guadalupe Victoria, primer presidente de México, pero su fortalecimiento ocurrió después de la Revolución de 1910. El Presidente Francisco I. Madero fue aprehendido y fusilado en 1913 por el general Victoriano Huerta, que se había unido a la fracción militar golpista. El Ejército Federal fue suprimido y sustituido por el Ejército Nacional Mexicano, creado por el general Joaquín Amaro, comandado por revolucionarios enfrentados que se mataban entre sí.

Enfrente, el Estado Mayor Presidencial fue reforzado y puesto bajo el mando directo del jefe del Ejecutivo, con un contingente de Guardias Presidenciales,  como garantía de un cuerpo de élite leal al Presidente de la República, no dependiente de la Secretaría de la Defensa.

Ese es el paisaje completo. La situación no es seguramente la misma. Pero no hay que jugar con fuego. Literalmente.

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