Crónica de la filmación del peruano Aldo Callegari en Tuxpan.

 Por Pedro Paunero

 


Durante las Jornadas del IMCINE, “Nuevos Modelos para la Distribución del Cine y el Audiovisual” que se efectuaron en marzo pasado en la Ciudad de México y que tuvieron como invitado principal al “filósofo del vacío” Gilles Lipovetsky (cuya charla con Raúl Trejo Delarbre de la UNAM transcurre durante una de las réplicas del sismo del 20 de marzo), miro el video que Aldo Callegari, el cineasta peruano, pasa durante su ponencia en la mesa “Panoramas y modelos de la exhibición cinematográfica” y, como muchos asistentes, incluidos los panelistas, no puedo evitar sentir una emoción rayana en el llanto. No soy consciente entonces del montaje magistral, del uso del poder de la imagen, que hace de tal video una pieza para convencer porque convencidos están quienes realizan esta labor de llevar cine gratuito (el proyecto «Nómadas») a los pueblos más recónditos de las fronteras andinas, recorriendo selvas y desiertos, ríos y montañas, dónde no existen salas de cine y, por lo tanto, no hay una cultura cinematográfica. Quienes hacen tal labor social son apasionados amantes del cine a quienes no les importa el calor, el frío, la humedad o la falta de comodidades en un periplo tan emocionado como emocionante.

 

El día anterior Aldo y yo coincidimos en la camioneta que nos trasladaba del hotel al Centro Nacional de las Artes y comenzamos a charlar. En algún momento algo nos une. Platicamos de Lipovestky (no sin dejar de sonreír) y su aparición en el lobby del hotel, rodeado de fans mexicanas. Día tras día, ponencia tras ponencia, restaurante tras restaurante y charlas de bar después, decidimos que seré yo quien le guíe por la ciudad para que pueda tomar algunas fotos y vídeos. En ese momento no sabemos que esta naciente amistad nos llevará a la ciudad de Tuxpan, Veracruz, dónde pretendidamente asistiríamos a la 35 Muestra Internacional de Cine. “El destino que, según es fama -como dijera Borges-, es inescrutable”, nos haría encontrarnos con un amigo en el cine que nos impediría viajar al Tajín al día siguiente, para visitarle en su finca que es, a la vez, un lugar afamado de esparcimiento, le daría albergue a Aldo y, andando la charla y el conocernos, terminaríamos rodando un cortometraje que lleva por título (tentativo) “La octava puerta”.

 

Esta realización cuenta la historia de un vagabundo (Ismael Muñoz) que, encontrándose con una niña en plena selva veracruzana, es atraído por ella a pasar una serie de puertas iniciáticas en un juego jodorowskiano rodado por un director peruano en el corazón mismo de la huasteca veracruzana.       

Mientras nos preparábamos para la grabación de algunos poemas en off, traducidos de la lengua náhuatl, que escogí para acompañar algunas de las secuencias del corto le hago algunas preguntas a la manera de una charla más que de una entrevista. A lo largo de un mes en el cual fueron integrándose varios amigos, actores, artistas plásticos, entusiastas extras tomados del pueblo y hasta arquitectos al proyecto, nos percatamos que hemos tenido varias similitudes extrañas en la vida que hemos llevado antes de encontrarnos en las Jornadas del IMCINE. 

 

Pedro Paunero: ¿Cuál es tu profesión, Aldo, estudiaste cine o llegaste a este por pasión como muchos de nosotros? En el D.F. platicamos que yo soy biólogo terrestre de profesión, un activista en cuestiones de ecología, dedicado un tiempo a tratar de salvar bosques y delfines pero que las decepciones a que me condujeron los políticos me inclinaron totalmente a ser escritor antes que nada y un cinéfilo y ensayista de cine a la vez.

 

Aldo Callegari: Hace diez años como tú, yo rescataba bosques. En un pueblo abrimos una escuela para diez niños una amiga española y yo, ella se llama Teresa Castillo, por las noches se aislaba a ver películas en su lap top y atraía a la gente, a los campesinos. En un principio la primera pantalla de «Nómadas» fue la de su lap top. Los campesinos veían películas con ella y se le ocurrió decirme: “a esto es a lo que tenemos que dedicarnos, Aldo”. Yo soy músico, productor de televisión y de cine. Yo era “músico-músico” y fue el quiebre porque lo dejé y me dediqué de lleno al cine.

 

P.P: ¿Cuándo comenzaste a trabajar en el cine?

 

A.C: Alternaba la televisión con el cine, mientras hacía televisión hacía cine, hará unos quince años.

 

P.P: Es decir, que el cine ha estado presente a lo largo de tu vida pero a veces has alternado con otras actividades… ¿Cuándo comienza el proyecto Nómadas ya como tal?

 

A.C: Hace cinco años.

 

P.P: Me habías comentado que la idea se remonta a algunos años antes ¿no? Que una cosa llevó a otra.

 

A.A: Hace siete u ocho años quedamos en “para” en una película, fuimos a Chota en Cajamarca, Perú, un amigo y yo a una corrida de toros. Yo odio las corridas de toros por ser un espectáculo cruel. Entonces nos apropiamos de un cine que tenía las puertas cerradas oxidadas y con un letrero que decía “clausurado”. Invitamos a los campesinos a pasar para exponerles de qué se trataba el cine pues había gente que nunca había asistido a una función. Formamos un vídeo reel de campesinos mostrando diversos gestos ante varias presentaciones de películas, rostros asombrados, conmovidos, riendo… enviamos el reel a concurso y ganamos el apoyo. El proyecto consiste en llevar cine gratuito a los pueblos de las fronteras del Perú. Obtenemos los derechos de las películas y las exhibimos en una pantalla inflable de 7 metros de alto a gente que nunca han visto cine en pantalla gigante, sólo en televisión al no existir salas de exhibición en esos lugares.

 

Aldo me muestra el vídeo reel. Aquí funciona perfectamente la teoría del montaje al más puro estilo clásico. Recuerdo las teorías de Einstein.

Vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=P_KUMqnLY3w

 

P.P: ¿Cuántas personas integran Nómadas?

 

A.C: Cinco personas permanentemente que se dedican a estar en la oficina, armar los proyectos y salir de gira, somos cineastas, documentalistas y comunicadores. Tenemos tres unidades, tres camionetas 4 x 4, en una vamos los cinco, el fotógrafo, el camarógrafo y en la “tolva” va todo el equipo como proyector, pantalla, sonido y generador. La parte social de Nómadas alterna con la de empresa que es la de renta de equipo y de películas a la municipalidad porque poseemos los derechos. “Cine en las Fronteras” es un proyecto de “Nómadas” que consiste en llevar cine a las fronteras del país, también el Festival de Cine del Medio Ambiente en el que damos largos y cortometrajes con esa temática y es apoyado por la FAO, la Alianza Francesa y Clima de Cambios de la Universidad Católica. La idea es crear la cultura del cine en visitas repetidas del itinerario a través de varios pueblos de Sudamérica que «Nómadas» escoge como lugares idóneos para las funciones.

 

P.P: ¿Qué organismos o dependencias apoyan a «Nómadas»?

 

A.C: La UNESCO, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en Perú varias embajadas como la de México y el IMCINE, la Comisión Europea, el UNICEF…

 

P.P: ¿Cuántas fronteras o cuántos países han sido beneficiados con los pases de cine gratuito?

 

A.C: Pueblos de todas las fronteras, Brasil, Bolivia, Ecuador, Colombia, Paraguay, Chile como invitado. Se pasa cine de los cuatro países andinos. También nos han cedido sus películas cineastas como Fernando Trueba, Javier Bardem o Francisco Lombardi el director de Pantaleón y las Visitadoras. Aproximadamente 300 mil espectadores han asistido a las funciones de Nómadas.

 

P.P: ¿Cuántos ecosistemas diferentes y kilómetros recorridos?

 

A.C: La segunda edición de Cine en las Fronteras, en 2010, solamente, recorrió más de 100 ciudades, pueblos y comunidades de las fronteras de Perú con Ecuador y Bolivia en seis meses. Hemos recorrido la selva del Amazonas, el lago Titicaca, la costa afroecuatoriana, comunidades de lengua jíbara, las montañas. Hemos dado 300 funciones y recorrido 140 mil kilómetros.

Vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=-ytijX3oIH4&feature=related

 

P.P: Háblame de los talleres de documental que imparte «Nómadas».

 

A.C: En dos semanas los jóvenes y niños aprenden las herramientas básicas para la realización de un documental, cómo usar la cámara, cómo elegir los personajes susceptibles de ser entrevistados, cómo investigar, la edición, cómo contar la historia y cómo estructurarla visualmente. Al final los documentales se proyectan en la pantalla en la misma comunidad. Algunos talleristas se han dedicado o piensan dedicarse al cine y la televisión desde entonces.

 

P.P: ¿Qué significaron para ti las Jornadas (Nuevos Modelos para la Distribución del Cine y el Audiovisual) del IMCINE?

 

A.C: Como te había comentado en el D.F. al principio me pregunté para que me habían invitado, me sentí fuera de lugar entre conferencistas que trataban de vender el cine como producto solamente. Pero como bien dijo Paula Astorga (directora de la CINETECA Nacional de México), moderadora de mi mesa, el valor radica en la visión de Nómadas de crear la expectativa de la formación de salas de cine. Luego nos encontramos y no hemos parado de “volar” en esta aventura del corto en Tuxpan.

 

P.P: (Sonrisas) ¿Qué tal tu visita a México?

 

A.C: Fascinante. Me subí (y me bajaron los guardias) del Palo de los Voladores en el Tajín, en Papantla, Veracruz; intentaron quitarme la cámara en el metro (Bellas Artes) capitalino al filmar los andenes aunque no hay ningún letrero que dice “prohibido filmar”; pasamos del calor intenso al frío gélido y la lluvia en unas cuántas horas en el Turibús que nos llevó por Reforma y Chapultepec; conocí los segundos pisos que aparecen en el documental «En el Hoyo» de Juan Carlos Rulfo; fui contigo a Garibaldi que mi padre me había dicho que si venía a México no dejara de visitar.

 

P.P: ¿Qué tal tu estancia en Tuxpan, Veracruz?

 

A.C: Mi segunda casa.

 

P.P: Realmente hemos movido a esta ciudad en la realización del corto. Los locatarios del mercado, emocionados, se unieron de buena gana en las escenas rodadas en aquél lugar. ¿Recuerdas la patrulla de policía que se detuvo porque el actor Ismael Muñoz andaba en taparrabos en el bulevar? Ni así dejaste de rodar. Luego recreamos la celebración del Día del Niño Perdido de Tuxpan (el 7 de diciembre), fecha en la cual se encienden velas en las acera y muros de toda esta ciudad para buscar al niño Jesús cuando se les perdió a sus padres… en pleno 16 de abril. La playa, las chicas que han entrado y salido de la historia… la niña Dulce Amairani Reyes y sus nacientes capacidades histriónicas. En fin. ¿Qué ha representado para ti la realización de este cortometraje?

 

 

A.C: Unirnos, conocernos, la magia de querer y lograr lo mismo una vez que todo fue resolviéndose. Si no hubieras sido mi guía en el D.F. al término de las jornadas hubiera volado directamente a Perú y no me hubiera quedado todo este mes fascinante. Es el pretexto para que vayas a Perú a realizar con nosotros un largometraje y de que yo vuelva a México, país tan cercano a Perú y que me llevo corazón a corazón.

 


Esta entrevista describe la relación casual entre un escritor y un cineasta que condujo al rodaje de un cortometraje que lleva por título (tentativo) “La octava puerta”.

Artículo tomado del portal  Corre Cámara.com.mx

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