Murió el padre Leyva

 Francisco Javier Leyva Sánchez, Cronista de la Diócesis de Tuxpan, fue despedido por el obispo Juan Navarro en catedral, más de 50 sacerdotes participaron en la homilía.

 

Por Inés García Nieto

 

 


Un siervo de Dios partió el jueves 26 de abril.

 

Francisco Javier Leyva Sánchez, presbítero de la Diócesis de Tuxpan, falleció el jueves. Fue  velado en la capilla del Perpetuo Socorro donde ofició más de una década,  por la feligresía que lo acompañó en sus últimos días cuidando por su cuerpo enfermo, y fue despedido en Catedral por decenas de párrocos y sacerdotes de la huasteca, en una homilía oficiada por el obispo de Tuxpan Juan Navarro Castellanos.  

 

Los feligreses, cuyos rostros desvelados denotaban el rictus de la tristeza, vestidos de blanco se dieron cita en Catedral en Tuxpan a las 11 de la mañana, para acompañar el cuerpo de este estimado sacerdote que se caracterizó por su alegría, su sencillez, su fidelidad a la Palabra, y su afición a la escritura, dedicación que le permitió escribir parte de la historia de  la Diócesis.

 


En el altar del templo “Santa María de la Asunción”, correspondió al obispo Juan Navarro dar las palabras de consuelo a los entristecidos feligreses de Tuxpan, en tanto otros depositaban ramos de flores cerca de su ataúd de madera labrada con la imagen de la virgen de Guadalupe.

 

Estas fueron algunas de las sentidas palabras del quinto obispo de la Diócesis de Tuxpan, después de recibir el cuerpo del sacerdote Francisco Javier Leyva Sánchez:

 


Sé que estamos tristes, que sentimos nostalgia por la partida de este Siervo amado, pero recordemos que somos invitados por el Señor para convertirnos en luz y consuelo, para seguir caminando en la vida con ilusión y esperanza,  porque Él está a nuestro lado, Él camina con nosotros para aligerarnos la cruz y hacerla soportable, inclusive para dar sentido a la cruz.

 

Estamos aquí la familia del padre Leyva, con sus parientes de sangre. Esta aquí su segunda familia, la familia sacerdotal que nos acompaña en esta concelebración, y está una buena representación de la comunidad del Perpetuo Socorro y está comunidad parroquial. Todos sentimos dolor y tristeza porque este siervo se ha ido, pero ante la oscuridad de la muerte y el dolor de la separación por la pérdida del padre Leyva, tenemos la luz y la esperanza que el Señor nos ofrece. Estamos seguros que él estará en un mejor lugar. Tenemos muchas razones para llenarnos de confianza y afirmar que está con el Señor, después de un largo calvario, de una dolorosa enfermedad.

 


Vengan a mí nos dice Jesús, y nosotros sabemos que Él aligera nuestra carga y suaviza nuestro  dolor. Igualmente nos invita a no dejarnos abatir por la pena y a seguir adelante tomando la vida misma y las responsabilidades con humildad y mansedumbre, porque dice Jesús.- Mi yugo es fácil y mi carga ligera. Cada uno carga con su propia cruz, aunque al padre Leyva le tocó una muy pesada en los últimos años de su vida, pero el Señor le dio siempre luz, fortaleza y paciencia, y ganas de querer seguir viviendo porque fue siempre muy constante en la lucha por su salud. Semana a semana iba a la hemodiálisis y en una de ellas quedó.

 


Cristo es quien nos dice: Vengan a mí, mi yugo es suave  y mi carga ligera. Él lo dice y de esta manera señala que por ese camino podemos encontrar paz y serenidad.

 

Por la fe que nosotros proclamamos, creo en la vida eterna, y por eso celebramos esta eucaristía que es acción de gracias, es fiesta porque nosotros creemos en la vida eterna y sabemos que la muerte no es un fracaso.

 


 

Del presbítero  nacido el 3 de diciembre de 1950 en la comunidad Higueral de Tuxpan, dijo el pastor de la iglesia católica en la huasteca veracruzana, el obispo Juan Navarro Castellanos:

Nuestro hermano Francisco Javier Leyva creyó en la vida eterna, y la vida eterna es estar con Dios. La vida eterna es la visión eterna, solo él puede saciar nuestros deseos más profundos. Solo en Dios el hombre  tiene su descanso verdadero. Ya san Agustín señalaba: “nos has hecho para ti Señor, y nuestro corazón no hallará reposo sino hasta que descanse en ti.”

 


El Padre Francisco Javier se ha ido a la casa del Padre para encontrar precisamente ese descanso. Confiamos en el perdón y salvación que nos ofrece Jesús, y dejemos el destino de nuestro hermano en sus divinas manos, que son la mejores manos.

 

Francisco Javier Leyva Sánchez fue ordenado presbítero el 12 de mayo de 1977, por lo que 34 años de su vida estuvieron dedicados a evangelizar, interceder por la feligresía católica, así como administrar los santos sacramentos en diferentes lugares, pero los últimos de su vida en la capilla de la virgen del Perpetuo Socorro.

 

 

El se ganó un lugar especial en la tierra, y por la gracia del Creador, también en el cielo.

Francisco Javier Leyva Sánchez, el siervo de Dios fue sepultado en el Higueral.

El párroco Leyva Sánchez colaboró estrechamente con los obispos Luis Gabriel Cuara Méndez y Domingo Días Martínez, como canciller de la diócesis, antes de que su problema físico se agudizara también trabajó pastoralmente al lado del nuevo obispo Juan Navarro Castellanos.

 

Un gran sector urbano de Tuxpan, conoció el evangelio a través del trabajo pastoral de Francisco Javier Leyva,  un sacerdote ejemplar, a quien este día en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción los coros parroquiales despidieron cantando  “El alma de los Justos está en manos de Dios” , “Los que son fieles al Señor terminarán a su lado” y “EL Señor e mi pastor, nada me faltará”.

LA iglesia católica y la cultura tuxpeña perdió a uno de sus grandes valores en el puerto.

 

 

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