Japoneses: una raza fuera de serie

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA
Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

El mundo está consternado desde el 11 de Marzo pasado, por lo sucedido en Japón. Me duele como a muchos lo que están sufriendo sus habitantes. Ciudadanos Japoneses que, aunque poseen una gran fortaleza y una mística de trabajo envidiable, no deja de afectarles en lo material y en lo emocional lo acontecido.

Yo tuve la suerte de estar en Japón en Julio de 1995. Asistí como diputada federal de la 56 Legislatura y como miembro del grupo de universitarias con perfil académico del Congreso de la Unión, conformando la Delegación de México a la Conferencia Trienal de mujeres Universitarias organizado por la Federación Internacional (IFUW). En esta delegación asistieron también algunas integrantes de la Federación Mexicana de Universitarias, AC., como la Dra. Patricia Galeana de Valadés, a quien en ese viaje la conocí pues era quien encabezaba la delegación.

El evento fue un derroche de atenciones y de muestras de amistad y afecto del pueblo Japonés con todas las invitadas de todo el mundo. Conocimos a la emperatriz Michiko Shoda  quien nos ofreció una cena de lujo. Aprendimos mucho. Recuerdo que aun no se reponían los japoneses del terremoto de Kobe del 19 de enero de 1995, que los sorprendió a las 5.46 de la tarde (hora local). Nuestras anfitrionas nos platicaron los momentos angustiantes que pasaron cuando la tierra empezó a vibrar con una intensidad de 6.8 de la escala de Richter. Este terremoto había  sido hasta antes del 11 de marzo del presente, el peor en golpear al Japón desde el terremoto en Tokio-Yokohama en 1923, el cual tuvo una intensidad estimada en la escala de Richter de 7.9, produciendo la muerte a casi 143.000 personas, principalmente por incendios; además del terremoto de Fukui en 1948.

Posterior a la catástrofe de 1995,  los Estados Unidos  y este país, dentro de su Programa Cooperativo-E.U.A.-Japón en Recursos Naturales (UJNR) coordinó con el Dr. Riley Chung del Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST), acciones con los ingenieros japoneses  encabezados por el Dr. Yoshiteru Murosaki, del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Kobe, quien formó equipos de estudiantes graduados después del terremoto, para evaluar las áreas dañadas por el incendio, recolectar datos y operar acciones preventivas para fortalecer una cultura de la protección a las personas y al ambiente. (Al respecto,  les recomiendo leer el folleto de “Prevención de desastres en Hyogo” editado en 1995, que está elaborado para fomentar una cultura de la reducción de desastres y pueden tener acceso al mismo en: http://www.drlc.jp/english/wp-content/uploads/spanish11.pdf)

En ese viaje pudimos conocer también los sistemas de seguridad de Japón, al visitar algunas prefecturas en donde existen y operan centros de entrenamiento en medidas preventivas contra terremotos y tsunamis. Además de recorrer diferentes centros urbanos e industriales como los de la conurbación Yokohama-Tokio donde se encuentran las firmas más importantes del mundo en materia electrónica. Al recorrer tantas localidades pudimos darnos cuenta que es un país con una gran nobleza, donde prevalece el sentido del orden y sobre todo de la honestidad. En Japón, no puedes dar propina a nadie porque está castigado. Puedes tomar una bicicleta o un paraguas en los centros destinados para el fin y devolverlo en el siguiente centro, para que pueda ser utilizado por otra persona. Nadie se roba nada. Si te subes a los trenes, puedes dormirte con tus bolsas de compra por un lado y nadie tiene porque molestarte, ni mucho menos tomar lo que no es suyo. Por eso los adoro a los japoneses como una raza de privilegio, única en su tipo, cuya religión ha marcado las formas y sistemas en que se educa al japonés desde la familia, la escuela y el trabajo. De ellos debemos aprender mucho, como raza y como país.

Para mí fue un privilegio haber vivido esa experiencia. Recuerdo que nos permitieron que nos hiciéramos acompañar cada diputada por uno de nuestros hijos  (costeando cada quien sus gastos) y yo me llevé  los 28 días que duró el viaje a mi hija Zaida, quien regresó con otra visión de las cosas pues ella también tuvo sus propios tours con gente de su edad.

Por eso, al conocer de este desastre, la verdad las lágrimas se me escurrieron. No podía creer lo que sucedía. Gente que perdió todo su patrimonio y su familia en unas cuantas horas. Me sumé a las oraciones y lo seguiré haciendo por ellos y por otros países que también han sufrido los embates de la naturaleza y que tienen menos recursos que Japón, tales como Haití, cuyos efectos aun los tienen porque no hay forma de progresar en un país agobiado por la pobreza y los daños en la salud; además de pensar en el  nuestro, México, porque también ya hemos sufrido lo propio y no estamos exentos de que nuevamente pueda suceder algo terrible. Porque el que crea que el hombre es lo máximo en la tierra, les puedo jurar que no es así. La naturaleza es la que manda.

En esta ocasión nos cobró un poco de lo que le debemos, ahora en esa región  pero no sabemos cuándo vendrá otra arremetida y en dónde. Porque en adelante serán cada vez más frecuentes y más severos: los huracanes, tifones, terremotos, tsunamis, erupciones, heladas, sequías y como consecuencia incendios. Pero era obvio,  olvidamos  los seres humanos, (los que nos sentimos muy inteligentes) cuidar lo más cercano y lo que nos sostiene la vida, que es el planeta.

Ni los animales tuvieron tales descuidos, nosotros sí, porque nos creímos “muy listos y sabios”, pensando que podíamos sorprender a la propia naturaleza construyendo las grandes plantas, presas, plataformas, pozos, sobre-poblando el planeta, y llevando nuestros hábitos de consumo y de diversión hasta el extremo. Lo más graves es que hemos puesto a disposición de la Ciencia los grandes proyectos que a la larga son contraproducentes para los humanos. Porque la ciencia en sí misma es beneficiosa, el problema somos nosotros y las nuevas concepciones sociales y económicas que hace que transformemos la realidad a nuestra propia conveniencia,  nunca pensando que tarde o temprano el planeta responde. Pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué nos fallaron las cosas? ¿Porqué los adelantos científicos y tecnológicos  mal manejados o descuidados en su operación son los que ahora están provocando que las catástrofes sean cada vez más graves?

Y pongo solo dos ejemplos: 1) el caso de los EEUU con el derrame petrolero en el Golfo de México del 20 de abril de 2010 que derramó durante más de 100 días 700 millones de litros de petróleo  afectando la costa de la Florida  y las actividades pesqueras en la costa del Golfo de México y  2) el caso Japón  en Marzo pasado. El primero que produjo un impacto ambiental de consecuencias catastróficas, debido a que la Compañía Transocean propietaria de la plataforma siniestrada, que había alquilado a la empresa British Petroleum para la explotación del pozo, jamás pudo imaginarse (o si lo hizo se quedo callada) lo que produciría el exceso de presión sobre un mecanismo a más de 8 kilómetros de profundidad y por supuesto reventando el 20 de abril de 2010 dejando escapar más de 200,000 galones diarios. En este accidente ecológico al menos 400 especies que se enumeran en la Ley de Especies en Peligro de Extinción tales como, el cachalote, manatí y alcatraz se vieron afectadas a partir de la explosión y continuarán los efectos en adelante, porque el petróleo puede persistir en el entorno por mucho tiempo después de un derrame.

Y en el presente año, el desastre en Japón que como todos sabemos no sólo fue el movimiento de la tierra elevado hasta 8.9 en la escala de Richter y las olas de lodo gigantes de más de 10 metros que arrastraron todo a su paso: carreteras, viviendas, vehículos, embarcaciones, poblaciones enteras con sus ciudadanos dentro llevándose todo, hasta la esperanza; sino las 11 de las 55 plantas nucleoeléctricas que Japón tienen y que presentan problemas. Pero  una de ellas, la nucleoeléctrica de Fukushima, es la que está dando una lección a la humanidad.

Esta planta, que como las otras que tiene Japón fueron construidas con las más altas especificaciones, es justamente la que ni los mismos científicos que la crearon la pueden controlar. El problema no es crear una planta nucleoeléctrica, porque los países económicamente fuertes las necesitan para mover su economía, sino dónde la creas. Cualquiera con mínimo cerebro conoce de los altos riesgos que le representa a Japón el estar asentado sobre cuatro placas tectónicas, y que, aunque es un país preparado,  tarde o temprano está expuesto a un terremoto de altas dimensiones (entre otras cosas)  con las consecuencias lógicas de lo que provoca el acomodamiento de tierra y el agua.

Pero los riesgos siguen en el mundo. Existen en Europa, tan sólo 153 instalaciones activas de nucleoeléctricas y en México sólo una (creada en 1990) y la tenemos en nuestro Estado. Y es cierto las medidas son seguras, sin duda, hasta donde está el alcance de la Ciencia y de las manos del hombre, pero debemos pensar cuando lo proyectos son destruidos por la naturaleza, cuando por el movimiento de la tierra, el mar, el viento o por una falla humana, se desequilibran los sistemas y ante ello, sólo nos resta confiar en los profesionales y técnicos y responder con la cultura de la emergencia.

Ojalá que todas estas experiencias deriven también en acciones de revisión de los sistemas de seguridad y de paso nuestras legislaciones;  y en los tratados internacionales hacer puntualizaciones para extremar la seguridad nuclear , de las infraestructuras petroleras y del uso de contaminantes en los países del orbe, no escatimando esfuerzo en la prevención de accidentes radioactivos, energéticos y de otra índole, que pongan en riesgo la salud y la vida de los habitantes del mundo. No cabe duda,  2010 y 2011 nos ha traído grandes lecciones y debemos aprender de ellas.

Pero para mí Japón, es y seguirá siendo una raza fuera de serie. Sé que pronto se levantarán y serán una vez más un ejemplo para toda la humanidad por su perseverancia y  fe en sí mismos, porque los movimientos ahora son en sus corazones y en su energía, porque su identidad nacionalista los hará salvar a su país, ése que por pequeño es grande y porque simplemente lo aman y no tienen otro a donde ir.

Gracias y hasta la próxima.

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