Ángel Álvaro: un tuxpeño junto al Presidente de la República

 

Jefe de Giras Presidenciales del presidente con más poder y más dinero del México Contemporáneo
Javier Duarte y compañía le amenazaron de muerte y hasta una bomba molotov le echaron
Por Ramón Rodríguez Rangel

Ángel Álvaro Peña es un personaje del Tuxpan y de México del ayer, pero también del de hoy, un personaje de contrastes, como la vida misma, de subir la sierra de Chicontepec muy joven sobre una mula, acompañando a la esposa de un gobernador, como su asistente, a surcar el mundo en el avión presidencial acompañando al poderoso Presidente de la República, lo mismo se relacionó con los mundos y mandos subterráneos del país, que con el Papa Juan Pablo II e Indira Gandhi.

Él se autodefine como amigo del amigo y enemigo de quienes no le juegan derecho, porque dice que lo único que el hombre no debe perdonar es que le quieran ver la cara de pendejo, afirma que los que no lo conocen lo pueden considerar una persona dura, pero los que han estado cerca de él saben el peso de su corazón, porque él ha aprendido de la vida, de sus errores y de sus aciertos, y ahora ve la vida de manera positiva, ya nada le mortifica dice, disfruta cada día de su vida.

En las giras presidenciales por todo el orbe del presidente José López Portillo, esta en la fotografía, muchos tuxpeños de su grupo cercano de amigos, probaron las mieles del poder en estos viajes invitados por Álvaro Peña, privilegio que estaba destinado a los periodistas más influyentes del país, o a los principales hombres de negocios o de cultura, eran tiempos del boom económico del petróleo, cuando López Portillo hablaba de “administrar la abundancia”.

Nunca antes había habido en el México contemporáneo un presidente con tanto dinero y poder, era el tlatoani mexicano, y cerca, muy cerca de él estuvo un tuxpeño, Ángel Álvaro Peña, se le veía dando órdenes al staff presidencial, así como maletas llenas de dinero para su operación en las relaciones publicas que él promovía en el primer nivel para el Jefe de Estado, cañonazos económicos que pocos periodistas resistían, columnistas y medios masivos de comunicación se ocupaban de los detalles del hombre alto y vestimenta blanca, que soñaba, como el hombre de André Malraux, en ser un dios.

Todo el mundo quería hablar con el presidente, por política, por negocios o por supervivencia en el régimen, magnates y secretarios de estado, gobernadores y hasta estrellas de cine, todos querían el favor de Álvaro Peña, su introducción con el mesías político, que había dispuesto a su equipo intimo de seguridad del estado mayor,  ¡Ángel tiene picaporte!, tenia el picaporte, tenía el poder.

Se jugaban contratos millonarios de Pemex, que estaba en jauja, el dinero sobraba, y había que gastarlo, era la lógica del régimen, pero Ángel Álvaro Peña, que estaba en el centro de decisión y de repartición, era feliz como publirrelacionista presidencial, no pensaba en el futuro, estaba embelesado en su realidad, en una fantasía real, pero efímera, o acaso advertía inconscientemente el negro porvenir de muchos contratistas y hasta del propio director de Pemex que en el sexenio siguiente caería preso, Ángel Álvaro no se hizo de una compañía al servicio de Pemex, pero talvez si ayudo a otros en su negocio. Cuarenta años después dice que siempre tuvo  “un halo de inocencia y honestidad, o a lo mejor de pendejo”, pero dice que por ética no puede hablar del gobierno donde le tocó colaborar y en un nivel muy superior.

Al Presidente de la Republica no lo conquistó Álvaro Peña con grillas políticas, como muchos lo intentaron y algunos lo lograron, ni con proyectos financieros o hacendarios como otros más, ni con joyas u obras de arte, ni mucho menos con mujeres, Ángel Álvaro Peña lo conquistó, afirma, con la fórmula tuxpeña y por el paladar, con camarones al mojo de ajo, en escabeche, con ostiones a la pimienta, con bocoles, con cecina huasteca, con hueva de lisa tuxpeña y desde luego con el camarón seco, que llevaba a casa de doña Cuquita la mamá de José López Portillo, desde que este era Secretario de Hacienda, “me volví parte de la familia”, resaltó.

Pero antes de la cúspide y de su etapa de publirrelacionista, Ángel Álvaro fue sheriff en el vecino estado de Tamaulipas, Director General de seguridad pública del gobierno del estado, al lado del gobernador Enrique Cárdenas González, en los tiempos en los que todavía no se destapaba “la caja de Pandora” en esa entidad, cuando los García Abrego y compañía, pasaban como simples transportistas y contrabandistas, luego se soltarían los diablos y estos personajes serían los pioneros del narcotráfico en el noreste del país. “Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, mi plumaje es de esos”, afirmó Álvaro Peña.

Explicó que durante su gestión en seguridad pública, conoció a muchos personajes que luego serían noticia nacional e internacional, por el giro de sus actividades, pero que cuando el estuvo en Tamaulipas, no eran más que destacados transportistas, o por lo menos eso aparentaban, remarcó que él así los conoció y con algunos hasta amistad llegó a tener, muy ajeno y al margen de las actividades que luego ellos desarrollarían, como jefe de la seguridad y del transporte público en Tamaulipas, por su trabajo se relacionó con muchas personas de diferentes sectores de ese estado, cumpliendo siempre con su deber que era mantener en paz el estado.

Precisó que en ese cargo durante una gira de campaña por Tamaulipas a presidente de la república por el PRI de José López Portillo, este le preguntó ¿y tú que haces aquí?, ahora que llegue a Presidente de la República, te mandaré a llamar, te quiero junto a mí, le dijo y le cumplió.

Estando como Director de Seguridad Pública y Tránsito en Tamaulipas, Ángel Álvaro estaba preocupado por su vida, porque había dado un golpe en Matamoros, había agarrado a una banda de secuestradores, había liberado al secuestrado que era un gringo y había entregado el dinero del rescate al Cónsul de Estados Unidos, los delincuentes que habían quedado libres le habían puesto precio a su cabeza, cuando en ese momento entró una llamada en su oficina, era el General Godínez Jefe del Estado Mayor Presidencial que le dijo, “el presidente lo espera el lunes a las 7 de la mañana en la puerta 4 de la Residencia Oficial de Los Pinos”.

Inmediatamente le habló al gobernador de Tamaulipas Enrique Cárdenas para contarle que siempre si le habían hablado de la presidencia de la república y que lo esperaban el lunes, a lo que el gobernador le dijo ¡no!, te vas hoy mismo y mañana mismo le caes, nada que hasta el lunes, te voy a mandar mi avión para que te lleve a la Ciudad de México.

Al otro día temprano estaba en la antesala del Presidente José López Portillo en Los Pinos y salió a atenderlo el jefe del Estado Mayor “te dije que el lunes, no hoy sábado” le espetó, sin embargo le informó al presidente de la presencia del tuxpeño, mandándolo a traer a su oficina, ¡que pasó Álvaro! Le preguntó López Portillo y Ángel Álvaro Peña le respondió “señor presidente, usted me dijo que el lunes, pero yo ya me vine de una vez” a lo que el presidente le dijo al General Godínez “ya vez este no es político, es diferente, es un hombre íntegro, es mi amigo como te decía” y luego le preguntó a Ángel Álvaro, ¿A ver que quieres? Yo quiero estar cerca de usted, le respondió el tuxpeño ¿Cómo cerca de mí? Le volvió a cuestionar el presidente, ¡Sí con usted señor presidente! Le respondió Ángel, a lo que el Jefe del Poder Ejecutivo le preguntó al Jefe del Estado Mayor ¿A ver que hay cerca de mí donde pueda estar este hombre? Y el General le informó “hay el cargo de jefe de giras presidenciales” le dijo, y el presidente le pidió mayor información ¿Qué hace ahí el jefe de giras? Respondiéndole “es el que le hace las giras nacionales, internacionales y eventos especiales del presidente de la república” bueno pues va para ese cargo Ángel Álvaro Peña, lo quiero cerca de mí, ordenó el presidente.

Ángel Álvaro con el Presidente José López Portillo y el periodista Ángel Trinidad Ferreira en Hawái, tiempos del boom

Desde la jefatura de giras presidenciales, a lado de José López Portillo, hasta en todos los cargos que ha tenido, las puertas de sus oficinas siempre han estado abiertas para los tuxpeños, aseveró Álvaro Peña, puntualizó que siempre ha ayudado a quien ha podido, o a quien le ha solicitado apoyo y ha estado el tema en su esfera de influencia, pero que su error ha sido pensar que todos son como él, que todos actúan de buena fe, ¡Y no, me equivoqué! Exclamó, comentando que lamentablemente hay mucha gente perversa e ingrata, remarcó que hay muchas gentes que se han metido con él, y lo han querido dañar, “a los que se les olvida que a mí, el que me la hace me la paga”.

Expresó que la gente que va para arriba siempre tiene problemas, porque siempre hay envidias y a quienes no les gusta tu éxito, remarcó que trae guardaespaldas a raíz de que tuvo problemas graves con el exgobernador Javier Duarte y con personas de su gobierno, que lo amenazaron de muerte y que hasta una bomba molotov le echaron, pero que él es gente de paz, pero jamás dejado. “Nunca te vas a encontrar a alguien que te diga, Ángel Álvaro me insultó, o me buscó pleito”, nunca ni desde niño, pero eso sí reiteró, nunca en la vida se ha dejado de nadie, ni lo hará.

“Tengo un carácter fuerte, si así se quiere ver” subrayó, aunque también indicó que no almacena rencores, porque vive la vida a plenitud y está en completa actividad permanentemente, abundó que lo que lo ha lastimado es que él se ha portado bien con mucha gente, y algunos le han correspondido mal, lo que más que coraje, le ha dado sentimiento, tristeza e impotencia, porque aseguró que esa gente no se le puede cambiar nunca.

Ángel Álvaro Peña en la entrevista, vuelve a retomar el tema de José López Portillo, un presidente que tenia todos los canales de información del país y a su servicio, detalla, y que si le permitió ser uno de los hombres del presidente, uno de los cinco hombres más cercanos al poderoso jefe de estado de ese entonces, del México imperial contemporáneo, es porque sabía de su integridad como hombre de bien, sin lo cual esto jamás hubiera sido posible.

Por ello considera como chismes, calumnias e infundios el que algunos de sus enemigos políticos, en su enanismo mental, lo hayan querido poner la “camiseta de maloso”, o de mafioso, cuando opina que los mafiosos son otros, los delincuentes organizados son otros, y que de ellos si hay pruebas, que de él son habladurías, porque les preocupa el que yo tenga muchos amigos, muy buenos amigos, gente de bien, y de éxito profesional, político y empresarial en el país, que ellos no tienen, porque se han dedicado a sumar enemigos, a dividir y a restar y yo por el contrario mi filosofía de siempre ha sido, sumar, sumar y sumar amigos, muchos de los cuales más que amigos, son mis hermanos, “yo siempre miro para adelante, en los detalles que la vida te da, en la verdadera riqueza que es tener buenos amigos y no me pierdo en amarguras, ni en ver cómo le hago daño a alguien, sino al revés, cómo ayudo a alguien, cómo sumo un nuevo amigo”, aclaró.

De su gestión en giras presidenciales puede hablar la condecoración “Del Sol Naciente” que recibió del emperador Hirohito de Japón y más que eso la amistad que hasta la fecha tiene con los principales líderes de opinión de este país, dijo.

De Joaquín López Dóriga destacado periodista de Televisa y Radio-fórmula, externó que más que su amigo, es su hermano, su hermano y compadre, porque él le bautizó a su hijo mayor y Joaquín a Álvaro el hijo mayor de Ángel, compadre doble dice, afirmando que los dos se quieren mucho, y que hay aparte muchos amigos más con los que lleva hasta la fecha una relación de fraternidad.

El periodista Joaquín López Doriga con Ángel Álvaro Peña, compadres

De los tuxpeños que tuvo oportunidad de ayudar, expresó que hay uno que lo ha llenado de orgullo, porque desde muy joven se lo llevó a trabajar a Los Pinos, a giras presidenciales, y que apenas hace unos días se acaba de jubilar ahí, o sea que desde López Portillo hasta Peña Nieto trabajó en Los Pinos, y lo hizo bien, aprovechó la oportunidad que él le dio, cuando fue uno de los hombres del presidente, se refiere a Octavio Contreras.

Al preguntarle si en Giras Presidenciales todo había sido color de rosa, o había ocurrido algo que lo inquietara en el cargo, respondió que si llegó a haber una piedra en el zapato, pero que lo resolvió como él lo sabe hacer, encarando el problema, recordó que uno de los tantos que fungió como secretario particular del presidente en algún momento de su gestión, le avisó que lo iba a reemplazar, que lo correría porque ocupaba el cargo para otra persona cercana a él, a lo que Ángel Álvaro le respondió que él no lo podía correr, que el único que lo podía correr, era el que lo había nombrado, el que le había firmado el nombramiento, el Presidente de la República.

Inmediatamente le comentó al Jefe del Estado Mayor Presidencial el incidente y le dijo ¡pasu madre!, compartió que deseaba informar al Presidente de la República lo sucedido, a lo que el alto jefe militar le recomendó que lo hiciera, al otro día temprano estaba hablando Álvaro Peña con el presidente y a lado de él, el Jefe del Estado Mayor, platicándole lo que le había sucedido, que habían pedido su renuncia, y López Portillo le preguntó ¿Y tú qué le dijiste? a lo que Ángel le contó que le había dicho que a él lo había nombrado el presidente y es quien lo podía quitar, inmediatamente reparó éste diciéndole «hiciste muy bien” y ordenando al Jefe del Estado Mayor “General quiero que ese cabrón me vaya a ver a las diez en punto, y quiero que usted le diga que no le ande corriendo a su gente, a su gente de mayor confianza”, ¡muy bien hecho Ángel Álvaro! le reiteró, al rato el secretario particular se iría a disculpar personalmente con el tuxpeño, “discúlpeme porque yo voy entrando y no sabía como están las cosas aquí, tiene usted todo mi respaldo para sus funciones, yo no sabía el aprecio y la confianza que le tiene el presidente, es más me ordenó el presidente que le viniera a pedir disculpas o que me fuera, por ello le pido que me las acepte” le patentizó. “Esa era la fuerza que tenía yo en Los Pinos” destacó.

Después de trabajar con el presidente López Portillo, Ángel Álvaro Peña, aseveró, que verdaderamente se chifló, a pesar de que tuvo invitaciones del nuevo presidente Miguel de la Madrid a través de su Secretario de Gobernación Manuel Bartlet para que se quedara en el cargo o le dieran a otro en otra secretaría de estado, a lo que le contestó negativamente, porque prefirió irse a vivir a Estados Unidos, donde tenía un rancho, y en Laredo Texas construyó un fraccionamiento donde le fue muy bien, porque dijo “que él siempre fue un hombre de trabajo y eso fue a hacer a Estados Unidos.

El entonces Jefe de Giras Presidenciales reafirma que todo el poder que tenia en ese cargo, lo usó para cumplirle al Presidente de la República y sobre todo para ayudar a quien podía, porque sabía bien que los cargos públicos, no son eternos, son efímeros, pasajeros y que hay que hacer el bien a quien más se pueda, como comentó el caso de la hija de una periodista Perla Xóchitl Orozco, que se enfermó, y que en México no le hallaban el mal que tenía, y estaba en estado de gravedad, Ángel Álvaro vio al presidente López Portillo y le comentó la situación, a lo que el presidente le preguntó ¿Y tú qué hiciste? Y le respondió “la mandé a un centro médico de Houston Texas Estados Unidos, en un avión del Estado Mayor Presidencial para que la atendieran especialistas de allá”, el presidente le remarcó “hiciste muy bien, esas cosas quiero que las hagas siempre que sea necesario, no tienes que consultarme, tienes facultades para ello y mi autorización” a la niña la salvaron  y actualmente ya toda una señora trabaja en el área de comunicación social de la Secretaría de Marina.

A pesar de todo, la prensa trató bien al presidente Portillo, con la que se metieron fue con su hermana Margarita, porque ella si era muy cabrona, los periodistas de la fuente presidencial y los columnistas y directores, relacionados con la cobertura presidencial, tenían todo lo que querían, esa era parte de mi trabajo, tratar bien a los comunicadores a nombre del Presidente de la República, “todavía estoy cosechando algo de lo que sembré en la amistad en ese tiempo, no todo era dinero, había amistad, que es m{as importante”, indicó.

La vida de este personaje multifacético, se ha convertido ya, en más que una historia una leyenda, lo mismo en los círculos sociales o económicos altos, en el puerto de Tuxpan, que en los más populares. Ángel Álvaro Peña de niño soñaba con ser policía o bombero, fue Jefe de Giras Presidenciales, pero también en algún lapso de su vida, trabajó como jefe policiaco en Tamaulipas, y tiempo después en otro momento colaboró con algunos de los más celebres policías del país, como Miguel Nazar Haro, quien naciera también en la huasteca veracruzana, así como junto a uno de los hombres más importantes de la inteligencia en seguridad pública nacional como Javier García Paniagua, con quien inclusive cuando este fue Director General de la Lotería Nacional, al final de su carrera política, nombró a Ángel Álvaro Peña Director de Relaciones Públicas de esta institución.

Y como alto directivo de la Lotería Nacional organizó un magno sorteo en su tierra natal, en Tuxpan Veracruz, en donde donó un transformador de energía eléctrica para la unidad deportiva y el estadio municipal que carecía de luz en tiempos de Crisóforo Hernández Cerecedo como Alcalde, donando también un moderno carro de bomberos para Tuxpan y dos mil electrodomésticos para los tuxpeños que asistieron a este sorteo en el estadio municipal donde también participaron celebres artistas nacionales.

Su aptitud para las relaciones públicas las lleva Ángel Álvaro en la sangre, desde muy niño le leía cuentos ilustrados a un comerciante que no sabía leer, y le gustaba en énfasis que le ponía su asistente para contarle lo que venía de lectura, cuenta él que había otros niños que se acercaban al mismo comerciante a querer hacerle el mismo favor de la lectura de “el Pepín y el Memín Pinguín”, y este les decía, ¡No, no, váyanse, yo quiero que sólo Ángel me lea mis cuentos, porque ustedes son muy pendejos, él si le pone sabor al cuento!, siempre le regalaba “el Pepín” y muchas cosas más, salía de gane.

Ángel Álvaro Peña nació en la Calle Xicoténcatl número 10 de Tuxpan, bajando el puente, por el sector del Hospital Civil, y pasó su infancia muy cerca del río Tuxpan, donde el movimiento de barcos de cabotaje y plataneros, así como la balsa que atravesaba y comunicaba Santiago de la Peña con Tuxpan a falta de puente, configuraron un panorama que le permitió a Ángel Álvaro Peña llevar una vida muy alegre, como la de todos los niños de su época y de su barrio, y aprender de una señora de nombre Manuela, las primeras letras que le enseñó a todos los infantes de esa barriada.

Pero Ángel Álvaro se distinguía de los demás niños, era muy inquieto, por ello anduvo de escuela primaria, en escuela primaria, de la Lerdo de Tejada a la Rébsamen y finalmente la terminó en la Escuela Regina Núñez, que era escuela particular y con mucha disciplina, porque en los anteriores planteles, los maestros ya no le aguantaban su hiperactividad, solo la maestra Regina Núñez lo logró meter en la norma.

Recuerda a su padre que fue líder de uno de los sindicatos de taxistas de esa época, Jacinto Álvaro Ballesteros del grupo político de Silverio R. Alvarado, quien llegó a ser Diputado por Tuxpan, cuando la Croc estaba posesionada de la plaza política, Silverio llegaría años más tarde a ser Presidente del Congreso del Trabajo a nivel nacional y Senador de la República.

Ángel considera que es de extracción de clase media-baja, posteriormente realizó estudios de secundaria y de bachilleres Profesor Manuel C. Tello, y luego se fue por el mundo a trabajar, así llegó a Poza Rica, apoyado por un tuxpeño influyente en la naciente industria petrolera de esa ciudad, Edmundo Cobos en ese tiempo tesorero de PEMEX, desde la edad de 11 años tuvo la necesidad de trabajar, “yo no se mucho de baseball ni de futbol, porque a diferencia de otros niños o jóvenes, a mi me tocó trabajar desde esa etapa de mi vida” puntualizó, también le tocó trabajar en un taller de torno de la familia Monroy, en Tuxpan.

Posteriormente entró a trabajar en la cervecería La Corona, que se ubicaba en los bajos del Hotel Reforma, cuyo dueño era Don José J. Elías, padre de Jorge Elías Rodríguez y de Antonio Elías Rodríguez, este señor reconoce a Álvaro lo enseñó a trabajar, porque trabajaban incansablemente y también sus hijos, así como Beto Priego, entre otros jóvenes “ese señor nunca se me va a olvidar, porque me enseñó muchas cosas buenas” apuntó.

Más adelante se fue a trabajar a la Dodge con Jorge Cruz Katas a vender automóviles, donde tuvo mucho éxito “ahí me levanté tremendamente, porque llegó a vender un carro diario, y fue el mejor vendedor de esa época.

Explicó que su éxito en las ventas y relaciones públicas, le nació un tiempo antes cuando fue vendedor de seguros y le vendía a las personas seguros para cuando se murieran, el hacerlo con el grado de dificultad que tiene, le dio confianza para las ventas y así su éxito en los carros y más adelante en las relaciones públicas oficiales.

Finalmente de vendedor de carros Manuel Carbonell de la Hoz líder político estatal, lo invitó a la campaña para gobernador de Rafael Murillo Vidal, a pedido de Virginia Cordero de Murillo Vidal, mujer tuxpeña, hermana de David Cordero Florencia y que era la esposa del candidato y luego del gobernador Murillo Vidal, en su gobierno Ángel Álvaro empezaría su carrera en la función pública, primero como asistente de la presidenta del DIF estatal y luego en un cargo de la Secretaría de Finanzas, “Don Rafael Murillo Vidal fue gran un gobernador”, reconoció.

Finalmente Ángel Álvaro Peña dice que le agradece  a Dios todo lo que le ha dado, porque sin la mano de él, está seguro nada de todo lo bueno que le ocurrió hubiera pasado, y manda un mensaje a los jóvenes, que siempre sean echados para adelante, que no los opaque, ni detenga nadie, que se atrevan a luchar por sus sueños, que no se rindan nunca y que nunca tampoco pierdan la fe en Dios, que es donde reside el verdadero poder, no en ningún ser humano y mucho menos en un político, un Dios bueno, que sabe perdonar a todos los que somos pecadores, y cuando creemos en él hace grandes milagros, que muchos nunca van a encontrar explicación.

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