«Caminamos sobre cadáveres»: la historia de los supervivientes al «caos y la carnicería» del Everest

Colas a 30 grados bajo cero, premoniciones, rescates con helicóptero… El «techo del mundo» en primera persona
Por Cristian Buades/Abc

Ernst Landgraf. Kalpana Das. Nihal Bagwan. Kevin Hynes. Seamus Lawless. Donald Lynn Cash. Anjali S Kulkarni. Dhruba Bista. Ravi Thakar. Robin Fisher. Christopher John Kulish. Sus nombres son historia del Everest. Algunos, montañeros experimentados; otros, sherpas. Todos han muerto en la temporada de ascenso 2019 al monte. «Muerte. Carnicería. Caos».

Así lo ha descrito el cineasta y aventurero Elia Saikaly, uno de los supervivientes a los atascos para hacer cumbre en el «techo del mundo». Se estima que alrededor de 600 montañeros han logrado alcanzar la cima del Everest este año. Otros cientos desistieron por el camino. 11 han muerto.

Esta cifra supone el registro más alto en los últimos años. Las famosas imágenes de decenas de montañeros haciendo cola reflejan una tendencia que preocupa en el sector: no es alpinismo, es turismo.

AFP
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En las últimas semanas se han producido embotellamientos de decenas de alpinistas inexpertos que han pagado millonadas por llegar a la cima de Everest. Muchos han hecho cola a 30 grados bajo cero. Una temperatura extrema, unido a la falta de oxígeno, repercute gravemente en la salud.

«Esta espera a temperaturas bajo cero, con fuerte viento y sin suficiente oxígeno en el descenso puede provocar errores que acaben en caídas mortales y colapsos», explica Ricardo Arregui, jefe de Neurocirugía de la Clínica Maz.

«Tengo la esperanza de evitar las multitudes en el día de la cumbre»

Saikaly, que ha grabado un documental llamado «El sueño del Everest», ha compartido en Instagram su experiencia. Primero, con una imagen que mostraba el cadáver de un montañero mientras la fila de alpinistas y turistas transcurría a su lado. «Cadáveres en la ruta y en tiendas de campaña en el campamento 4. Gente a la que intenté que diera media vuelta terminó muriendo. Gente siendo arrastrada. Caminamos sobre cadáveres». El cineasta borró la imagen poco después.

Segundo, con la felicidad mostrada por lograr la cumbre a pesar de las adversidades. Al comienzo y al término de los agradecimientos repite la misma fórmula: «estoy a salvo».

«Mi tos ha reaparecido, no puedo esperar mucho tiempo a que se abra una ventana en el clima sin el riesgo de un deterioro físico excesivo […]. Tengo la esperanza de evitar las multitudes en el día de la cumbre. Parece que varios equipos se están esforzando por llegar a la cumbre el día 21. Con una sola ruta a la cima, los retrasos causados por el hacinamiento podrían ser fatales, así que espero que mi decisión de ir el día 25 signifique menos gente. A menos que los demás jueguen el mismo juego».

Seis días después de escribir esto en Instagram, Robin Fisher fallecía debido al mal de altura, a 8.600 metros, mientras descendía de la cumbre del Everest.

El estadounidense Chad Gaston logró hacer cumbre el pasado 22 de mayo. En su blog «Frosty on Everest» ha ido actualizando su día a día, incluyendo situaciones delicadas. «A medida que nos acercábamos a la base del escalón Hillary, un cuarto cuerpo yacía congelado colgando de la línea de seguridad. Era alto, con la cara cubierta por unas gafas protectoras y una máscara de oxígeno. Parecía tranquilo, como si decidiera echarse una siesta, a diferencia de la pobre mujer india que parecía congelada en la agonía. Tal vez era así como quería percibirlo. Ya había visto mucha muerte y esto me facilitó las cosas. De cualquier manera, esta fue la cuarta muerte confirmada y yo estaba deseando salir de esta montaña…».

Ricardo Birn, un argentino de 51 años, fue rescatado de urgencia por un helicóptero tras sufrir un edema pulmonar. Le faltaban poco más de 500 metros para llegar a la cumbre. Era su segundo intento. En un vídeo publicado desde un hospital de Nepal, Birn explica que «veía una superplobacion en cada trayecto». «Habiendo colas eternas y muriéndome de frío, sabía que sería mi último día si no era más rápido que los demás».

«La noche del 22 me encontraba solo con mi sherpa, pero él no tenía ni idea de lo que es un edema pulmonar. Era como si estuviese solo». Birn tuvo que ser rescatado gracias a una soga de 30 metros que colgaba de un helicóptero. «Sabía que me estaba muriendo. Juro que así era. Pedía a gritos a otras carpas que me ayudaran. Nadie respondió. Pensé lo peor. Creo que, al final, lo que tuve que poner esa noche fue más de lo que hubiera puesto para la cima».

Y añade: «Os doy mil gracias por haberme apoyado y empujado hasta donde llegué. El Everest estará la espera de más mortales tentados por su cima. Pero yo, esta vez, siento que ya estuve allí».

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