El Sol se acerca a un cambio de ciclo: ¿qué consecuencias tendrá para la Tierra?

Los expertos aseguran que a partir de mediados de 2020 el número de manchas solares aumentará progresivamente hasta el máximo en 2024
Abc Ciencia

Cada once años, el Sol registra un nuevo ciclo: un patrón de manchas que aparecen y desaparecen en la superficie de nuestra estrella, señalando la actividad del astro. Como cuando ponemos a hervir un cazo con agua y las burbujas lentamente empiezan a brotar hasta casi rebasar el borde y, en ese mismo momento, apagamos el fuego, y poco a poco la superficie se va calmando. Y vuelta a empezar. En una gráfica, cada ciclo describiría una curva ascendente con su cresta (máximo solar con más manchas) y su valle (que sería el mínimo de actividad solar con menos manchas).

Actualmente nos encontramos en el fin del Ciclo 24 y en un mínimo solar. A partir de mediados de 2020 la actividad volverá a reanudarse, como si el fuego interno del Sol hiciera otra vez bullir su superficie. Pero, ¿qué significa que nos encaminemos hacia un cambio de ciclo? ¿qué consecuencias tendrá para la vida en la Tierra?

Variaciones de la luminosidad solar a lo largo del ciclo de las manchas solares durante los últimos 30 años y donde se pueden apreciar los últimos tres ciclos solares anteriores
Variaciones de la luminosidad solar a lo largo del ciclo de las manchas solares durante los últimos 30 años y donde se pueden apreciar los últimos tres ciclos solares anteriores – Wikicommons

En realidad poco se sabe acerca del clima espacial. Los científicos desconocen fenómenos tan complejos y repentinos como las tormentas solares, cómo funciona el rápido e infernal viento solar o el porqué de sus «caprichosos» ciclos (que no siempre duran 11 años exactos y se han registrado ciclos que van entre los 8 y los 14 años; o, por ejemplo, un reciente estudio que relaciona estos ciclos con la alineación de los planetas). Por lo que las predicciones, aunque cada vez más complejas, aún no son 100% confiables.

Un próximo ciclo «tranquilo»

La mayoría de los expertos concuerdan en que el próximo ciclo solar será tan «tranquilo» como el que estamos abandonando. En concreto, los expertos del Solar Cycle 25 Prediction Panel -dependiente del Centro nacional del Clima de Estados Unidos– vaticinan que el Ciclo 25 «podría tener un comienzo lento, pero alcanzará su nivel máximo con un máximo solar entre 2023 y 2026». Es decir, que la «cresta de la ola» y los fenómenos solares más fuertes se darán entre estos años, explican en un comunicado. Sin embargo, los científicos calculan que el número de manchas solares -, y un rango de manchas solares de 95 a 130», muy por debajo del número promedio de manchas solares, que normalmente oscila entre 140 y 220 por ciclo solar.

Dos manchas solares registradas el 24 de agosto de 2015 en la superficie del Sol
Dos manchas solares registradas el 24 de agosto de 2015 en la superficie del Sol – NASA

El hecho de que el Sol lleve varios ciclos con una actividad «relajada» ha hecho a muchos sospechar que nos dirgíamos hacia una «pequeña Edad del Hielo» o «ciclo Maunder», una etapa en la que apenas se aprecian manchas solares y donde la Tierra sufre descensos de temparaturas muy acusados – el único evento de este tipo registrado se produjo entre 1645 a 1715-. Sin embargo, la copresidenta de la organización afirma que el hecho de el Ciclo 25 sea muy parecido al 24 -y no descendente, como los anteriores- descarta que se esté produciendo este fenómeno.

Voces discordantes

No piensa igual Irina Kitiashvili, investigadora de manchas solares en el Centro de Investigación Ames de la NASA, quien asegura que sus modelos predicen que el próximo ciclo será el más débil en los últimos 200 años. Y Alexander Kosovichev, físico solar del Instituto de Tecnología de los Estados Unidos, Nueva Jersey, está de acuerdo, según recoge Cosmosmagazine. «Hay fuertes indicios de que será más débil, si bien es difícil de predecir de forma exacta», señala.

Debido a que los investigadores no pueden sumergirse en el sol para medir los cambios en su campo magnético interno, que son lo que en teoría producen los fenómenos que vemos en la superficie, es necesario usar modelos de ordenador para ver de qué forma se relaciona el interior con lo que observamos a través del telescopio, sobre todo en relación con el campo magnético del Sol, que eventualmente puede producir los fenómenos más peligrosos para la vida en la Tierra.

El objetivo, afirma Loren Matilsky, físico de la Universidad de Colorado, no es solo predecir la fuerza del próximo ciclo de manchas solares, sino encontrar pistas sobre los procesos que gobiernan el reloj interno que establece ese ciclo, además de comprender cómo esta energía magnética, una vez que entra en erupción en la superficie en forma de manchas solares, produce las convulsiones gigantes que producen llamaradas devastadoras o las peligrosas tormentas solares.

La relación del Sol y El Niño

El ciclo solar actual fue, afortunadamente, bajo en las principales erupciones -si bien eso no significa que no se produjeran, ya que la última se registró hace apenas un mes-, por lo que no notamos consecuencias directas más allá de auroras boreales en latitudes bajas. Sin embargo, una nueva investigación ha relacionado el final de un ciclo de manchas solares y el comienzo de otro con cambios meteorológicos. En concreto, con los ciclos meteorológicos de El Niño y La Niña, unas tormentas bastante violentas que pueden llegar a causar devastadores daños.

Pero, ¿cómo influye la actividad solar en el clima de la Tierra? Por motivos que aún se desconocen, cuando el Sol está activo, el viento solar, compuesto de partículas energéticas que fluyen al espacio desde la superficie de la estrella, es fuerte, reduciendo el número de rayos cósmicos que pueden abrirse paso a través de él. Sin embargo, cuando el astro está menos activo, el viento solar es más débil y el flujo de rayos cósmicos aumenta.

Aunque los rayos no transportan una enorme cantidad de energía en comparación con la del Sol, tienen consecuencias palpables. Una investigación liderada Robert Leamon, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, afirma que estos rayos cósmicos podrían cambiar la conductividad eléctrica en la artmósfera superior o afectar a la química del ozono, lo que influiría en el proceso de formación de las nubes.

Así es como podría cambiar el clima global y fortalecer los huracanes en el Atlántico o alterar los patrones de lluvia en zonas de cultivos tradicionales. Incluso cambiar el clima: Leamon afirma que 2019 será el verano más cálido registrado, pero que el de 2020 será mucho más llevadero. «Lo veremos pronto», señala. «No haré una predicción sobre lo fuerte que llegará La Niña el próximo año, pero sí digo que habrá un cambio». Ahí queda la apuesta de Leamon.

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