García Márquez para niños y niñas

El Centro Gabo crea un sitio interactivo para conservar el legado del escritor
Por Catalina Oquendo/El País

El día que Gabriel García Márquez conoció el mar siendo un niño; o cuando vio su primera película de vampiros junto a su hermano Luis Enrique; su primer trabajo pintando carteles para una empresa llamada Tokio; y, por supuesto, aquel momento icónico en que conoció el hielo y creyó que era fuego porque le ardía en las manos. Todas esas historias, contadas de una manera sencilla y bellamente ilustrada, se han consignado en El legado de Gabo, un micrositio del Centro Gabo, pensado para acercar a niños y niñas al universo del escritor colombiano.

Durante el lanzamiento en Bogotá, Jaime Abello Banfi, protector de ese legado y director de la Fundación Gabo, ha explicado que se trató de ir más allá de los clichés con los que a veces se aborda la obra y vida de García Márquez. “Gabito nos dejó un legado potente que el país ha tomado la decisión de cuidar e ir ordenando para que sea un activo de desarrollo social, cultural y educativo para las nuevas generaciones de colombianos. En ese sentido, hacemos curaduría para salirnos de los clichés y la superficialidad sobre su obra. Este multimedia lo ha logrado”, dijo Abello sobre el sitio web, que se hizo en alianza con el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, MinTic.

El multimedia se estructura a través de las cinco preguntas claves del periodismo: ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿dónde?, pero se centra en la interacción y el juego. Los visitantes del sitio pueden armar el árbol genealógico de García Márquez, vestirlo con prendas típicas o escuchar textos de viva voz del escritor e incluso escribir un cuento e imprimirlo.

Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo. A su izquierda, la ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, Silvia Constain.
Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo. A su izquierda, la ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, Silvia Constain. Centro Gabo
 

Sentada en el auditorio, Margarita Márquez, prima hermana del escritor, graba extasiada con su celular las imágenes del árbol genealógico de su familia. “A Gabo hay que perpetuarlo y creo que la mejor forma es llegar desde la infancia”, dice luego a EL PAÍS. A su lado está Guillermo El Mago Dávila, otro de los hombres importantes en la historia del autor. Juntos crearon el Comprimido, un periódico vespertino que se considera el más pequeño del mundo: medía media cuartilla y circuló durante seis días. Y hay también gabófilos -amantes de su obra-, como Aureliano Monroy, un artista que es parte de un grupo de WhatsApp y club de lectura del Centro Gabo, otra estrategia para ampliar el conocimiento sobre el escritor.

Según Renata Cabrales, coordinadora del multimedia, la apuesta es preservar el legado del escritor y llevarlo al público usando las tecnologías de la información. Por eso el sitio tiene treinta ilustraciones, diez vídeos y un componente de interacción que permite diseñar un cartel de cine o escribir un guion para recordar la relación de Gabo con el séptimo arte; acompañarlo en sus investigaciones periodísticas y dibujar. También conocer a otros escritores, a través de una sección que simula el perfil de Facebook de Gabo y quiénes eran sus amigos.

Imagen de El legado de Gabo
Imagen de El legado de Gabo Centro Gabo
 

Pero además del juego, el sitio web apunta a mostrar cuáles fueron esas experiencias que cimentaron el desarrollo de las ideas de García Márquez y por qué concebía la educación como una oportunidad para despertar la curiosidad y la creatividad. “Hay que entender la visión globalizada que tiene este niño. Aracataca fue un laboratorio de globalización por ser centro del banano y eso atrajo gente de todo el mundo. Entonces él se crió en un municipio de Colombia donde tenía conexión gastronómica e intelectual de toda índole”, dice María del Pilar Rodríguez, investigadora del Centro Gabo. Y agrega otros datos para explicar los “hitos que transformaron la cabeza de este chico” y no son tan conocidos por los lectores: como que García Márquez estudió en un jardín infantil con el método Montessori; hizo la secundaria en un colegio cuyo rector fue un poeta piedracielista y también aprendió a escribir a máquina escuchando música clásica. “Eso te permite entender, por ejemplo, que las estructuras de sus párrafos son sumamente largas porque no están pensadas desde el punto de vista lingüístico sino con movimientos de música clásica”, asegura.

Por ahora, el sitio El Legado de Gabo está en español, pero en una segunda fase se pretende traducir a varios idiomas. “Es un regalo para las nuevas generaciones del mundo entero. Nos interesa que lo usen los niños y jóvenes pero también lectores apasionados de cualquier edad en todas partes del mundo”, ha dicho Jaime Abello.

 

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