Hallan los restos de un continente perdido, enterrados bajo el sur de Europa

Los geólogos reconstruyen, paso a paso, la historia de una masa terrestre desaparecida, que se encuentra sumergida
Por Laura Andrés Tallardà/La Vanguardia

La ciencia nos permite realizar descubrimientos sorprendentes. Recientemente, los geólogos han reconstruido la historia de una masa terrestre desaparecida que ahora se encuentra sumergida, no debajo de un océano en algún lugar, sino en gran parte debajo del sur de Europa. Bajo los pies de los habitantes del sur de Europa se hallan los restos de un antiguo continente.

Los únicos restos visibles del continente, conocido como Gran Adria, son las calizas y otras rocas que se encuentran en las cadenas montañosas del sur de Europa, según se recoge en un artículo publicado recientemente en Gondwana Research . La masa terrestre ya había sido detectada por ondas sísmicas en el pasado, pero el estudio de sus restos y la reconstrucción de su historia no tiene precedentes.

Los investigadores, que acaban de publicar su trabajo en la revista, creen que estas rocas comenzaron su existencia como sedimentos marinos para más tarde ser “raspadas” de la superficie de la corteza terrestre y elevadas a sus posiciones actuales gracias a las colisiones de las placas tectónicas. Por eso, tanto el tamaño original como la forma y la historia de esa masa terrestre desaparecida han sido muy difíciles de reconstruir.

“La mayoría de las cadenas de montañas que investigamos se originaron en un solo continente que se separó del norte de África hace más de 200 millones de años”, señaló Douwe van Hinsbergen, investigador principal y geólogo de la Universidad de Utrecht en Holanda.

El Gran Adria tuvo una historia violenta y complicada, según los investigadores. Se convirtió en una entidad separada cuando se separó del supercontinente sur de Gondwana (que comprendía lo que hoy es África, América del Sur, Australia, la Antártida, el subcontinente indio y la Península Arábiga) hace unos 240 millones de años y comenzó a moverse hacia el norte, según creen los científicos.

Hace unos 140 millones de años, era una masa de tierra del tamaño de Groenlandia, en gran parte sumergida en un mar tropical, donde los sedimentos se acumulaban y lentamente se convertían en rocas. Luego, cuando colisionó con lo que ahora es Europa entre hace 100 millones y 120 millones de años, se hizo añicos y fue empujado debajo de ese continente. Solo una fracción de las rocas del Gran Adria, raspadas en la colisión, permanecieron en la superficie de la Tierra.

Rocas dispersas y falta de software

Otra complicación es que las rocas del Gran Adria están dispersas en más de 30 países, en una franja de España a Irán, según se recoge en un artículo publicado en Science . Al igual que las rocas, los datos se han dispersado y, por lo tanto, son difíciles de recopilar, dice van Hinsbergen. Finalmente, señala, hasta la última década más o menos los geólogos no han tenido el sofisticado software necesario para realizar reconstrucciones tan exactas.

“La región del Mediterráneo es simplemente un desastre geológico”, dice. “Todo está curvado, roto y apilado. Comparado con esto, el Himalaya, por ejemplo, representa un sistema bastante simple. Allí se observan varias líneas de falla grandes en una distancia de más de 2000 kilómetros”, apunta van Hinsbergen.

El geólogo y sus colegas pasaron más de 10 años recolectando información sobre las edades de las muestras de rocas que se cree que provienen del Gran Adria, así como la dirección de los campos magnéticos atrapados en ellas. Eso permitió a los investigadores identificar no solo cuándo, sino dónde, se formaron las rocas. En lugar de simplemente moverse hacia el norte sin ningún cambio en su orientación, el Gran Adria giró en sentido antihorario mientras empujaba y raspaba otras placas tectónicas, informa el equipo de van Hinsbergen.

Aunque la colisión tectónica ocurrió a velocidades de no más de 3 a 4 centímetros por año, el choque destrozó la corteza de 100 kilómetros de espesor y envió la mayor parte al manto de la Tierra, dice van Hinsbergen.

El estudio no es la única evidencia de Gran Adria como un continente perdido. Otros investigadores que usan ondas sísmicas para generar tomografía computarizada, como imágenes de estructuras profundas dentro de la Tierra, han creado un “atlas del inframundo”, un cementerio de bloques de corteza que se han hundido en el manto. Esta investigación muestra que partes del Gran Adria ahora se encuentran hasta 1500 kilómetros debajo de la superficie de nuestro planeta.

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