La educación de hoy es la sociedad del mañana

El comisario de Educación, Tibor Navracsics, consider que «frente a la imprevisibilidad, el proceso de aprendizaje debe construirse sobre unas capacidades básicas sólidas. La lectura y la escritura, el cálculo y el conocimiento científico elemental aún son un reto»
Por Tibor Navracsics/Abc

¿Cómo formamos y educamos a los ciudadanos del mañana? La respuesta es hoy más difícil que nunca. Los profundos cambios estructurales que afectan a nuestras sociedades y economías hacen difícil anticipar cómo será el futuro, y esta volatilidad tiene un fuerte impacto en nuestros sistemas educativos, especialmente en nuestras escuelas primarias y secundarias. Los ciudadanos del mañana están formándose ya en las guarderías y aulas de hoy. Por ello, los profesores, los directores de los centros y las autoridades públicas se enfrentan a un desafío sin precedentes.

La intención de la UE no es dar una receta válida para todos. Este no es nuestro papel. Las soluciones tendrán necesariamente que ser tan diversas como las situaciones que se dan en nuestros Estados miembros y regiones. No obstante, con la amplia visión de conjunto que tenemos, estamos bien situados para identificar retos comunes, estudiar posibles soluciones, proponer mejores prácticas, compartirlas en Europa y, junto con los Estados miembros, establecer objetivos comunes. El Espacio Europeo de Educación (EEE) que queremos construir para 2025 es un nuevo y audaz proyecto que nos guía en el trabajo hecho hasta ahora: ¿qué tendencias estamos viendo y cómo podemos avanzar en las prioridades que se derivan de ellas?

Por encima de todo, necesitamos unas bases muy sólidas para construir. Frente a la imprevisibilidad, el proceso de aprendizaje debe construirse sobre unas capacidades básicas sólidas. La lectura y la escritura, el cálculo y el conocimiento científico elemental siguen siendo aún un reto. Los últimos resultados del informe PISA son un doloroso recordatorio de las carencias. Toda política ambiciosa y con visión de futuro debe empezar por garantizar que todos posean unas capacidades básicas sólidas. Es un enfoque esencial para fomentar la inclusión y la cohesión social.

Debemos aprender a ser más flexibles y a adaptarnos a situaciones inesperadas. Es más una cuestión de actitudes que de aptitudes concretas: se trata de desarrollar en los alumnos una mentalidad que les permita hacer frente a la imprevisibilidad. Para ello nuestros alumnos deberían adquirir competencias horizontales; ser capaces de resolver problemas y trabajar en equipo, aprender de sus propios errores y desarrollar la resiliencia, la capacidad de emprender y el pensamiento crítico, asumiendo que hay que seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Estas competencias no pueden ser optativas: son necesarias y deben integrarse progresivamente en los planes de estudio escolares.

Las escuelas son fundamentales para crear un sentimiento de pertenencia. La función principal de la educación es ayudar a todos los alumnos a encontrar su lugar en la sociedad y convertirlos en ciudadanos comprometidos y responsables. Nuestras escuelas deben abrir nuestro patrimonio cultural a los jóvenes y transmitir valores que favorezcan el surgimiento de un sentimiento de pertenencia. Esta es una condición previa para crear una cohesión de la que hoy carecen a menudo nuestras comunidades.

Asimismo, debemos abordar el impacto de las nuevas tecnologías. Las competencias digitales son una cuestión de alfabetización básica, no una materia especializada. Hemos de dotar a alumnos y profesores de la capacidad de dominar la tecnología, especialmente a través de la programación y los lenguajes informáticos. Pero no tenemos que contentarnos con eso: tener competencias digitales significa también ser un ciudadano respetuoso y digno en línea, que piensa de forma crítica y hace un uso racional de las redes sociales.

Por último, seamos claros: las reformas solo tendrán éxito si las autoridades, pero también la sociedad, conceden a los profesores el prestigio y el respeto que merecen. No es solo una cuestión de justicia, es un imperativo, ya que Europa pronto empezará a sufrir escasez de profesores, y corremos el riesgo de tener que cerrar más centros escolares a pesar de tener menos alumnos.

Todos estos elementos forman parte del EEE, que estoy orgulloso de construir, junto con los Estados miembros. Hemos avanzado, pero queda mucho por hacer. La educación vuelve a estar entre las prioridades de Europa y es el momento de dar un paso al siguiente nivel. Hemos de aprovechar esta oportunidad en beneficio de nuestros hijos.

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