La herbolaria se somete a estudio

Por Maribel Ramírez Coronel/El Economista

¿Cuál es la razón por la que la medicina convencional ha hecho a un lado a la herbolaria y otros métodos y alternativas ancestrales de la medicina tradicional? Por diferentes razones, pero la más importante, porque dichos métodos muy recurridos por nuestros antepasados -y aún hoy por gran parte de la población- no están documentados como lo exige la ciencia hoy en día.

Pero eso no significa que la herbolaria mexicana no tenga su importancia y penetración dentro de una gran parte de hogares mexicanos. De hecho, el INEGI reporta que 8 de cada 10 mexicanos han recurrido alguna vez a la medicina tradicional. Lo malo es que no se ha generado un desarrollo formal de estas opciones medicinales como ha sucedido en Alemania, Suiza y China donde sí son aceptadas como alternativas complementarias dentro de sus sistemas formales de salud.

Por eso es una muy buena noticia que la Facultad de Medicina de la UNAM, encabezada por Germán Fajardo, haya firmado un acuerdo con la Federación Nacional de la industria Herbolaria Medicina Alternativa Tradicional y Naturista (FNIHMATN), presidida por Emanuel Zúñiga, en un afán de generar investigación para que la experiencia histórica de muchas hierbas en el país, que se ha venido transmitiendo de boca en boca y de generación en generación, aterrice en estudios clínicos con pruebas en pacientes y genere esa evidencia que exige la ciencia formalmente reconocida.

Dicho convenio de intercambio del sector herbolario es específicamente con el Centro de Investigación en Políticas, Investigación y Salud (CIPPS) que dirige Gustavo Olaiz, excomisionado del regulador sanitario Cofepris, quien precisamente viene empujando la investigación preclínica con cannabis y las distintas sustancias derivadas de la mariguana con prometedoras perspectivas.

En el anuncio del convenio hecho esta semana en la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios se hizo notar lo oportuno de que México indague con mayor profundidad en las opciones terapéuticas históricas de sus plantas. Y es que si vemos el contexto actual donde tal parece que el sector farmacéutico mundial ha ido prácticamente agotando el modelo para sacar ágilmente nuevas terapias, y que el proceso para llegar a nuevas moléculas se ha vuelto mucho más complejo, costoso y tardado, es muy oportuno que países como México con una enorme diversidad de hierbas y vegetales medicinales -muchos de los cuales están ya incluidos en la farmacopea mexicana-, así como una arraigada medicina tradicional, se proponga investigar en serio estas opciones usadas en muchas comunidades; y que se documenten, se estandarice y sean convertidas en productos disponibles para el consumidor con fundamento real de sus efectos y en dosis ya probadas.

Es el segundo convenio que el CIPPS hace con un sector industrial; el primero fue con la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmáceuticos (Amelaf) que dirige Juan de Villafranca, en el mismo sentido de colaboración para desarrollo de investigación, que ojalá esta vez sea verdaderamente en favor de un vinculo efectivo academia-empresa -algo que históricamente ha sido difícil de conseguir en México- y que deriven en productos para la salud. Lo importante es que no se quede sólo en el papel y que sí se cierre el círculo. El gran reto es que derive en real beneficio económico tanto para la UNAM, como para las empresas participantes en las investigaciones y para los pacientes que terminen consumiendo esos productos efectivos para atender problemas de salud.

Porque ya es sabido que así como la UNAM es de las mejores haciendo investigación, así también difícilmente logra concretar lo que investiga en desarrollos y productos para ser consumidos por la población.

Este esfuerzo con FNIHMATN es muy aterrizado y peculiar; es con un sector como el de la herbolaria que está muy cercana a los pueblos, y es una gran oportunidad de romper con el estigma para ahora sí conseguir resultados prácticos en términos académicos e industriales, pero también para miles de pobladores que dependen de la recolecta de hierbas, y asimismo valor agregado tanto para la universidad como para las empresas participantes que en este caso no son del gran capital. Porque hay que decir que la creciente industria herbolaria mexicana está compuesta más bien por empresas familiares y algunas muy pequeñas, pero que muestran interés y disposición de hacer bien las cosas yendo de la mano con la adecuada regulación, porque como dice su presidente Emanuel Zúñiga, existe más riesgo para su sector que la práctica de la medicina tradicional, naturista y alternativa no esté bien regulada a que sean bien vigilados porque ello les permite otras oportunidades como participar en investigación científica que a la larga igualmente les redituará.

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