En Tuxpan nuevamente, como cada cuatro años aparecen las mismas escenas de golpes bajos, noticias falsas, rumores siniestros, juego sucio. Volviendo un cochinero el proceso electoral, se pretende a base de descalificativos, ofensas personales y usando el anonimato o robots en las redes sociales, que el triunfador de la contienda no sea el mejor o la mejor, sino el menos peor.
Se usa el Facebook y los demás sistemas de comunicación electrónica digital para poner como verdad, una verdad moldeada como plastilina, de acuerdo a los intereses políticos de los difusores y los autores intelectuales.
No sé miden para tratar de destruir la imagen pública de sus adversarios, aunque con ello muchos inocentes sean afectados por el daño colateral, daño emocional y traumas por los dardos envenenados de competidores en la contienda sin el menor escrúpulo. Se les ve dispuestos a todo, inclusive a un juego de vida o muerte por el cumplimiento de su objetivo político, como si en la contienda se les fuera la vida, si no son elegidos.
Son buenos para tratar de amarrar navajas entre participantes; fomentan la discordia, enlodar el proceso, el agua, pensando que “a río revuelto es ganancia de pescadores». Así construyen notas y opiniones falsas. Ya lo intentaron con Rocío Nahle, y la ciudadanía no dio crédito a los medios que distorsionaban la realidad, incluyendo encuestas falsas.
Nahle ganó con más de 2 millones de votos sobre su opositor José Yunes Zorrilla.
Ahora en Tuxpan tienen operadores mediáticos y de todo tipo, buscando crear la situación política que propicie que sus intereses políticos puedan trascender en medio de la mierda que construyen con sus acciones, buscando salir como los menos enmierdados, no importando para ellos el batidero que dejan.
Lo que no ven es que el electorado tuxpeño no está dormido, sabe por quién si votar y por quién no. Sino esperemos ver el final del proceso electoral
Editorial
