La NASA confirma que el «mundo» más lejano explorado es una cápsula del tiempo

Ultima Thule, un objeto bilobulado de 35 kilómetros de largo, ha permanecido inalterado y a salvo del calor del Sol durante los últimos 4.500 millones de años en las afueras del Sistema Solar
Por Gonzalo López Sánchez/Abc Ciencia

Los datos recogidos por la histórica misión de la NASA New Horizons, que en 2015 logró sobrevolar Plutón, han permitido a los científicos publicar los resultados iniciales de su exploración de 2014 MU69 o Ultima Thule, un objeto situado en las afueras del Sistema Solar, en una región conocida como cinturón de Kuiper y que nunca había sido explorada hasta ahora.

En un artículo publicado en Science, los científicos, dirigidos por Alan Stern, investigador en el Southweast Research Institute, en Texas, Estados Unidos, han confirmado que Ultima Thule es una reliquia que ha permanecido inalterada desde el nacimiento del Sistema Solar, hace 4.500 millones de años. Además, han publicado numerosa información relacionada con la composición, forma y origen del cuerpo.

«Esta ha sido la primera vez en que la humanidad ha observado un objeto tan pequeño en este lugar tan distante del Sistema Solar», ha explicado a ABC Kelsi Singer, investigadora de la misión New Horizons. «Este objeto es un superviviente de los orígenes del Sistema Solar, al que no le ha ocurrido mucho desde la formación. Por tanto, nos da importantes revelaciones sobre cómo se formó el Sistema Solar, que no podemos obtener de ninguna otra forma».

El interés fundamental de este cuerpo es que es un fósil que nos explica lo que ocurrió en el Sistema Solar hace 4.500 millones de años, cuando se formaron los mundos rocosos, como la Tierra. De hecho, según los investigadores, Ultima Thule pertenece a una categoría conocida como Objeto Frío Clásico del Cinturón de Kuiper, que agrupa a aquellos objetos que han permanecido inalterados desde el nacimiento del Sistema Solar, y que han estado incluso a salvo del calentamiento del Sol. Se encuentra en el interior de un vasto anillo poblado por un puñado de planetas enanos y por un inmenso enjambre de pequeños cuerpos, incluyendo cometas, recubiertos por compuestos volátiles congelados.

Gracias a estas bajas temperaturas, MU69 es un auténtico fósil que esconde importantes pistas sobre nuestros orígenes. De ahí la importancia de radiografiar su naturaleza.

Un muñeco de nieve

Ultima Thule es un «binario de contacto», un cuerpo bilobulado con forma de muñeco de nieve, que se creó cuando dos bloques menores colisionaron a una muy baja velocidad. Mide unos 35 kilómetros de largo y estaba a una distancia aproximada de 6.600 millones de kilómetros de la Tierra cuando la sonda New Horizons lo visitó.

Los investigadores han concluido que MU69 se formó después de que sus dos lóbulos, que se originaron cerca el uno del otro, orbitaran el uno en torno al otro hasta acabar uniéndose. Los análisis han revelado que estos lóbulos están aplastados, y que cada uno de ellos se formó a partir de la acreción o unión de numerosas unidades. Por el momento, hay muchos detalles sobre estos procesos que no se conocen, por lo que todavía no se puede comprender lo que ocurrió en el pasado.

Modelo de la forma de Ultima Thule
Modelo de la forma de Ultima Thule – NASA

En general, Ultima Thule es un cuerpo de color rojo oscuro, pero se ha detectado que existen superficie más claras tanto en el cuello, situado entre los lóbulos, como en varios lugares en el interior de dos cráteres.

Esta coloración responde, según la investigación dirigida por Stern, a la presencia de residuos de hielo y moléculas orgánicas procesadas por la luz ultravioleta y por los rayos cósmicos. Entre estas, podría haber agua y metanol.

Curiosamente, la superficie de Ultima Thule está relativamente intacta. Esta ausencia de cráteres ha llevado a concluir que esa región del cinturón de Kuiper está poblada por menos cuerpos pequeños, de menos de un kilómetro de largo, de lo que se pesaba, lo que lleva a modificar muchas asunciones sobre esta parte del Sistema Solar.

Por último, no se han encontrado rastros de satélites, anillos o de una atmósfera residual.

Todo esto ha sido posible gracias a que el pasado 1 de enero la sonda New Horizons, una nave del tamaño de un piano de cola que viajaba a unos 54.000 kilómetros por hora, se encontró con Ultima Thule. En aquella pasada la sonda recogió 50 gigabits de información, incluyendo imágenes en alta resolución, datos de espectroscopía para deducir la composición de la superficie del objeto o medidas de temperatura.

Según los investigadores, estas conclusiones se han obtenido después de analizar solo el 10% de todos los datos recogidos por la New Horizons, por lo que, según Singer, «esto es solo la punta del iceberg». De hecho, toda la información no se podrá descargar por completo hasta el año 2020.

Además de eso, la sonda New Horizons tratará de encontrar otro objeto del cinturón de Kuiper que estudiar más adelante, aunque no se sabe si habrá más posibilidades. Se espera que los próximos telescopios gigantes terrestres sean capaces de observar más objetos en este lugar.

En menos de cinco años, la misión New Horizons ha revolucionado nuestro entendimiento del Sistema Solar y ha cambiado los libros de texto. Al principio hizo impresionantes revelaciones sobre la geología y la naturaleza de Plutón y Caronte (un objeto junto al que orbita). Después, Ultima Thule se ha convertido en un fósil para estudiar los orígenes del Sistema Solar.

«Ambas son piezas del puzzle que nos permitiría comprender todos los procesos que pueden ocurrir en nuestro Sistema Solar», ha explicado Kelsi Singer. «Sería difícil seleccionar la más importante. Todas ellas son nuevas y fascinantes».

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