Los tres mexicanos condenados a muerte: las leyes en malasia…y en Mexico

 Dra. Zaida A. Lladó Castillo/Expreso de Tuxpan

 

 

Luis Alfonso, José Regino y Simón González Villareal, de 47, 36 y de 33 respectivamente, originarios de Sinaloa, México y otras dos personas más, fueron detenidas en marzo de 2008 en una nave industrial de Johor Baru, una ciudad portuaria del sur de Malasia, próxima a la frontera con Singapur. Según la versión policial, en el interior de una bodega o nave, los agentes encontraron material diverso para la fabricación de metanfetaminas, varios precursores químicos y cerca de 29 kilos de esa droga. Igualmente se encontraron restos de esas sustancias en las prendas que usaban los mexicanos el día de su detención y por ello fueron sometidos a juicio un año y dos meses en la Alta Corte de Kuala Lumpur. Pero el juicio llegó a su fin y fueron declarados culpables para el Tribunal, el pasado 16 de mayo del presente y sentenciados a la pena de muerte, en este caso a la horca, por el delito de producción, manufactura y trasiego de droga con la intención de distribución en aquel país.  Sentencia que podría cumplirse en el transcurso del presente año.

Y aunque este hecho ha movido a las autoridades mexicanas para solicitar la extradición, la realidad es que eso se ve casi imposible, desde el momento de  que se trata de un delito grave y no salvable, aun para los nacidos en ese país.

Pero que sucede en este país, que tiene penas tan severas.

Malasia, cuya capital es  Kuala Lumpur, es un país especial, como es sin duda Singapur, semejantes en sistemas económicos, políticos y judiciales. Tiene una monarquía extrañamente hereditaria y electiva. Hereditaria, porque su modelo único en el mundo, se basa en un Jefe de Estado o Yang Dipertuan Agong que se rota cada cinco años entre los nueve sultanes del país, heredando el título;  y electivo (acotado), porque el gobierno se elige a través de los propios sultanes constituidos en la llamada Conferencia de Sultanes.

Malasia vive en un modelo político y judicial, diseñado por el gobierno británico desde los años 40, después de haber enfrentado crisis y protestas derivadas de su proyecto de Unión Malaya. Ha tenido que construir leyes rigurosas y en algunos casos extremas, por que históricamente ha sido una sociedad multiétnica con una ajustada mayoría malaya (poco más del 50 %), de origen chino (23,7%) e indio (7%) y una minoría aborigen que representa aproximadamente el 11 por ciento de la población. En cuanto a la religión, el 60% de la población es musulmana, mientras que el budismo, es la segunda religión más practicada (19 %), seguida por el cristianismo (9%), el hinduismo (6,3%) y otras religiones populares de origen chino (2,3%). En cuanto al idioma, a pesar de que el malayo es el idioma oficial, existe otra decena de lenguas y dialectos regionales. Luego entonces, mantener la estabilidad en un país con grandes tensiones religiosas, culturales y raciales y respetar la figura clave de los sultanes, no ha sido sencillo.

Por este multiculturalismo,  las leyes del país son aplicadas con todo el rigor que exigen,  porque es la única manera que les ha resultado para poder controlar el sinnúmero de sectas y etnias confrontadas, que en éste confluyen. El país siempre está expuesto a un frágil equilibrio, que lo pone en tensión frecuentemente, especialmente por motivos religiosos. Musulmanes y cristianos han sido los últimos protagonistas de los conflictos. Y siempre existe el riesgo de que se desaten revueltas y el ejército intervenga de manera estricta para preservar el orden público y,  más cuando se trata de delitos relacionados con las drogas, que son altamente castigados en Malasia, y por ello la sanción es tajante: la pena capital y,  punto.  

Y si el gobierno es estricto con los de adentro, mucho más con los de afuera. Particularmente si los extranjeros vienen a Malasia a delinquir, por lo que no existe tibieza para aplicar con todo rigor, las leyes del país.

Por eso volviendo a los mexicanos sentenciados a la pena capital en Malasia, nunca pudieron imaginar siquiera,  ser enjuiciados en un país,  que operara con criterios extremos y que en nada se parece a México.

México, comparado con estos países es un paraíso para los delincuentes. Porque desgraciadamente en muchas entidades, las leyes se caracterizan por sus múltiples interpretaciones, por la falta de confianza hacia quienes dictan las sentencias y por la fragilidad y tibieza en la aplicación de las mismas. En suma, porque por lo general, en ese tipo de justicia, media la corrupción, la parcialidad y la morosidad.

Por supuesto, que lo que menos se desea es que un compatriota muera en un país extranjero y en esas condiciones, pero por el tipo de delito dificulta su defensa, desde el momento de que se trata de países con dictaduras extremas, donde el desacato o los delitos, contra la salud particularmente, se pagan con la vida.

Por eso…esta experiencia nos debe poner a pensar a todos: 1) debe servir como un ejemplo …inadecuado por supuesto…, que los jóvenes deben evitar, para que jamás caigan en las manos de las bandas delincuenciales y tomen consciencia de que si optan por vicios e infringen la ley, pueden sufrir este tipo de riesgos en su salud y vida,  dentro o fuera de su territorio; 2) para los padres de familia, porque es mayor el dolor para éstos el saber que su hijo está siendo juzgado en el extranjero y que morirá lejos de su país, sin siquiera tener derecho a reclamar sus restos; 3) para que a la niñez y juventud mexicana se le haga realidad el derecho a la atención familiar y a encontrar la respuesta a sus inquietudes y a sus expectativas de educación y de trabajo; 4) para que la justicia mexicana sea más rigurosa con quienes infrinjan la ley, anteponiendo los derechos de las víctimas; 5) para que se frene el trasiego de indocumentados,  que los hacen héroes , dándoles todas las facilidades para que atraviesen el territorio nacional frente a la mirada y consentimiento de las propias autoridades, y que una gran parte de esos extranjeros , son ya miembros de bandas delictivas en sus países de origen o vienen para unirse a otras en territorio mexicano, etc.

Yo me pregunto: ¿En qué país del mundo, se filma hasta en televisión la entrada diaria de más de 2 mil inmigrantes que van en el techo de “la bestia o tren”, y que ingresan por el lado sur del país, que atraviesan varios estados del noreste, sin que las autoridades mexicanas les exijan documentos para legalizar su ingreso y sean controlados? Porque esta gente, por donde se le vea, no deja de ser indocumentada y sólo puede permanecer en territorio mexicano hasta que justifique que su entrada es legal.  Por lo tanto, si no justifican su estancia y acreditan su documentación en las aduanas, son ilegales dentro del territorio nacional y están transgrediendo la ley…y punto.

Haber, intenten cruzar la frontera norte sin documentos, a pie, en autobús o en burro,  y verán como los  reciben las autoridades migratorias de los EEUU. No podemos hacer víctimas a quienes por, motivos justificados o no, se toman el derecho de invadir territorios extranjeros, porque hoy los riesgos que eso implica para su integridad física y su vida, son muy altos (y eso sí es dejarlos desprotegidos en sus derechos humanos). Como tampoco, no podemos como país seguir haciéndole al samaritano, aceptando que ingresen (sin analizar el origen de esa gente) que transita de manera ilegal,  o se quede a habitar en nuestra tierra, con el consentimiento y a la vista de las autoridades mexicanas. Esa gente debe ser deportada a sus países de inmediato, para que no se conviertan en un problema más, de los muchos que ya tiene nuestro país en materia de población y delincuencia.

Porque si seguimos así, nuestro país va directo a convertirse en una sociedad multiculturalista y multiétnica derivada de factores exógenos y no endógenos (como Malasia), sociedades que se constituyen de nacionales, pero mayormente de ilegales, que se refugian  en éstos,  aumentando los problemas de inseguridad y de convivencia, que ya hoy alcanzan niveles críticos en nuestro país y en el mundo.

Ojala esto regrese la atención de las autoridades mexicanas, para actuar desde ahora y detener este problema, para no perder el equilibrio, no dejando avanzar la “bola de nieve”, ´porque sería lamentable que  algún día se tenga también que llegar a aceptar la pena capital para los de dentro y los de fuera; o lo más trágico, llegar al extremo de presenciar una revolución multicultural, manejada por bandas internacionales que alienten una revolución social o política en nuestro país y entonces provocar una revolución armada, donde todos saldremos perdiendo,  o aceptar un golpe de estado para recuperar el orden y la paz social.

Son escenarios extremos, lo acepto, pero nada improbables sino se pone control en las fronteras y costas mexicanas.

Gracias y hasta la próxima.

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