Madre saca los ojos a su hijo por no cerrarlos para rezar

El niño, de cinco años, se encuentra muy grave en hospital del DF

 


Una mujer le sacó los ojos a su hijo, de sólo cinco años, en represalia porque no los cerró para orar durante un ritual que celebraban siete personas –al menos cinco de la misma familia–, quienes aseguraban que este jueves vendría Dios y se acabaría el mundo.

 

María del Carmen Ríos García, de 23 años, confesó que su hermana, Lizbeth Ríos García, le ayudó para que, sobre la mesa de la cocina, en casa de su madre, le sacara con las manos los globos oculares a su vástago.

 

La agresión ocurrió entre las 8 y 8:30 horas en una vivienda de la colonia San Agustín Atlapulco, el barrio más marginado en este municipio del oriente del estado de México.

 

Un joven de 17 años, quien junto con otros tres menores estaba encerrado en la casa, se asustó cuando su sobrino comenzó a gritar; escapó y pidió auxilio a los vecinos, los que alertaron a oficiales que circulaban en la patrulla PM-O30.

 

Cuando los agentes llegaron al inmueble marcado como manzana 34, lote 5 de la calle Graciano Sánchez, encontraron a María del Carmen en medio de varias veladoras. Presa de una crisis nerviosa, abrazaba con fuerza al pequeño.

 

Vieron que el infante tenía sangre en la cara. Al acercarse se percataron de que no tenía globos oculares y de inmediato pidieron ayuda a personal de rescate municipal.

 

Lo llevaron al hospital general La Perla, pero debido a la gravedad de las lesiones fue trasladado en un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Ciudadana estatal al hospital pediátrico de Tacubaya, en el Distrito Federal.

 

Por la tarde, fuentes de la Secretaría de Salud del Distrito Federal informaron que el pequeño fue trasladado al hospital de Legaria, donde se reporta que su estado es muy grave, pues al parecer sufrió un derrame cerebral. Este viernes será examinado por un neurólogo, que determinará si requiere intervención quirúrgica.

 

El muchacho que pidió ayuda relató a los policías de Nezahualcóyotl que desde el domingo los adultos lo mantenían a él y a otras tres personas (una de 17, otra de 18 y a un bebé de nueve meses) encerrados en una habitación.

 

Les decían que tenían que rezar porque se iba acabar el mundo, versión que fue confirmada por Martha García Vargas, de 48 años, abuela de la víctima y dueña de la vivienda donde se efectuó el rito religioso. (Periodico La Jornada)

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