Mensaje del Obispo de Tuxpan: Jesús fuente de agua viva

 

Un día caluroso llegó Jesús al pozo de Jacob, junto a una ciudad de Samaria, llamada Sicar. Era el pozo que el Patriarca Jacob, descendiente de Abraham, se había reservado, pues era profundo y producía en abundancia agua saludable.

En esos momentos llegó una mujer samaritana a sacar agua de aquel antiguo pozo, y Jesús le dijo en tono familiar: “Dame de beber”. Sorprendida la mujer de que un judío se atreviera a hablarle, le respondió: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”

Jesús actúa con total libertad, no le importan los prejuicios que existían entre Judíos y Samaritanos, y que entre otras cosas impedían la conversación pública con una mujer; a él le importaba que aquella mujer solucionara sus problemas y orientara su vida. 

Jesús cansado y sediento encuentra a una mujer igualmente sedienta. Buena oportunidad para reflexionar en las situaciones en las que Jesús sale a mi encuentro o yo voy a encontrarme con él. Aparentemente, la Samaritana tiene todo para calmar la sed: el pozo, la cuerda, el cántaro…. Jesús habla de otros pozos, de otras aguas, de otros deseos, de otra sed.

Habla del don de Dios, el Espíritu, alegría indecible, paz contagiosa, libertad plena, fuerza creadora…, que nos lava, que sacia nuestros deseos profundos y nos hace desear más, nos fecunda, nos vivifica, nos pacifica, nos hace libres, y nos llena de todo lo que podemos desear, en plenitud.

Jesús es la respuesta a todas las clases de sed que hay en la humanidad y a toda búsqueda de luz y de vida.   Jesús supera barreras, rompe moldes, a pesar de la sorpresa y el escándalo que continuamente provoca, hasta a los más cercanos.

Cuando la mujer descubre que su deseo más profundo sólo puede saciarse en el “pozo de Jesús”  deja el cántaro, ya no necesita apoyos exteriores. Ella misma se ha convertido en manantial de “agua viva”, sembradora del Evangelio, signo e instrumento del Reino de Dios y apóstol de su pueblo.

El encuentro con Jesús lleva a compartir esa experiencia y al compromiso con el anuncio de la Buena Noticia. Jesús aprovecha nuestro pozo para descansar y hacerse el encontradizo con todos los necesitados del agua que despierta el entusiasmo de la vida.

 

+ Juan Navarro Castellanos

Obispo de Tuxpan

Las tentaciones en el desierto

Cuaresma es el tiempo que viene y va, Tiempo para vivirlo en camino, sin instalarse, sin retenerlo, sin lamento, con la esperanza siempre a flor de piel y la mirada fija en otro tiempo, la Pascua, que es definitiva. La cuaresma es tiempo de preparación para vivir la Pascua.

El Ciclo A nos sugiere 5 COMPROMISOS de salvación en los 5 domingos de la Cuaresma:

Vencer la tentación                                     Ser transfigurados con él

Beber el agua (samaritana)                      Abrirnos a la luz (ciego)

Recibir la vida (lázaro)

El Evangelio de hoy nos habla de las tentaciones a las que Jesús estuvo sometido. La Cuaresma conmemora los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, como preparación de los años de predicación que culminan en la Cruz y en la Gloria de Pascua. Cuarenta días de oración, de ayuno y de penitencia, al cabo de los cuales tuvo lugar la escena que nos relata el Evangelio de hoy.

Atravesando el desierto, de camino hacia la pascua, este domingo nos pone delante la alternativa de escoger entre valores auténticos o falsas promesas. En lugar de tentar a Dios, dejemos entrar en el corazón su ternura.

Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio

Jesús caminará siempre movido por el Espíritu. Le llevó al Jordán, al Tabor, a Getsemaní, al Desierto. Todo responde al plan de Dios. Contemplamos a Cristo hombre, metido en el desierto de nuestra vida con todas las limitaciones de la realidad humana, experimentando nuestra debilidad, ya que se hizo igual en todo a nosotros, menos en el pecado

A nosotros también nos invita el Espíritu a ir, con Jesús, al desierto. ¿No podría ser este tiempo cuaresmal una estupenda ocasión para procurarnos un poco de desierto? Para buscar momentos de soledad, de austeridad, de contemplación y cercanía al sufrimiento de tantos hermanos que sufren; para buscar tiempos de silencio, de escucha, de oración, de encuentro con uno mismo y con Dios, de análisis y discernimiento, de decisiones.

A Jesús, el Espíritu le hace sentir hambre de servicio, de humildad, de compasión, de entrega, de confianza… ¿También a mí me invita este tiempo a buscar a fondo el sentido de mi existencia, a buscar lo que verdaderamente vale en la vida?

Manda que estas piedras se conviertan en pan. Jesús responde: No solo de pan vive el hombre.

Jesús quiso someterse a las tres tentaciones que ordinariamente más estragos hacen en los seres humanos: la falta de templanza, la soberbia y la avaricia. Quiso darnos un ejemplo de fortaleza contra las intenciones de nuestro enemigo de perder nuestra alma por uno de esos caminos. Jesús fue tentado por sus vecinos, por los de su familia y por sus mismos discípulos; por el pueblo y por las autoridades civiles y religiosas. El objetivo era que Jesús actuara al margen del plan de Dios.

La tentación está en considerar la satisfacción de las necesidades materiales como el objetivo último y definitivo, como si lo material fuera lo principal. ¿De qué vivo? ¿Cuál es mi alimento para madurar y crecer?  Un buen alimento podría ser buscar el encuentro con la Palabra de Jesús, escucharle en las personas que encuentre y en las circunstancias y acontecimientos de cada día.

Te daré todo esto si me adoras. Retírate Satanás le dijo Jesús… Adorarás al Señor tu Dios y a él solo servirás. Sigue siendo actual la tentación de intentar utilizar y manipular a Dios, de querer ser como Dios, hacer a Dios a nuestra medida, pretender que haga nuestra voluntad de forma mágica.

La tentación de la arrogancia, los privilegios, el poder, la prepotencia, el prestigio, y del monopolio de la verdad, se puede presentar hasta basándose en la misma Escritura. Sabemos, sin embargo, que reconocer y adorar sólo a Dios nos hace personas felices, libres y fraternas.

Entonces el Diablo se alejó y le servían los Ángeles.

Con su victoria Jesús nos demuestra que todas las debilidades, y sin duda tenemos muchas, pueden ser superadas. Como Él, contamos con la fuerza del Espíritu y la luz de la Palabra.

Sentir la tentación, la prueba es algo bueno. Nos ayuda a crecer y madurar, a ser más realistas y precavidos, más fuertes, más compasivos y comprensivos con nuestros hermanos; y a entender que estamos necesitados de oración constante y conversión permanente. Decía San Ambrosio que “Jesús tolera ser tentado para que en él aprendamos todos a triunfar” (San Ambrosio).

Tengamos siempre presente que contamos en todo momento con la gracia de Dios para vencer cualquier tipo de pruebas o tentaciones. Pero para ello, también necesitamos armas, ya que no será fácil vencer la batalla espiritual. Y esas armas son la oración, la Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia, la humildad del corazón, la penitencia proyectada hacia la solidaridad con nuestros hermanos. Y también una profunda devoción a la Santísima Virgen.

Vivamos como verdaderos hijos de Dios

Pero ¿qué sucede en nuestros tiempos? Los hombres y mujeres de hoy queremos seguir decidiendo sobre lo que es bueno y lo que es malo, sin tener en cuenta para nada a Dios, se vive la dictadura del relativismo: es bueno lo que me gusta, lo que me conviene y malo lo contrario de ello. No queremos criterios, ni mandamientos, no queremos a Dios y su plan para la humanidad.

Y también seguimos queriendo adquirir una supuesta sabiduría, que no es la verdadera Sabiduría que viene de Dios. El Demonio, como en el Paraíso en los tiempos de Adán y Eva, sigue presentando la tentación como algo llamativo, apetitoso y “aparentemente” bueno. Nos dice la Escritura que ante la tentación en el Paraíso: “La mujer vio que era bueno, agradable a la vista, y provocativo para alcanzar sabiduría y felicidad”.

    • En lugar de desear ser como Dios, con poder, éxito, busquemos que Él sea el Señor de nuestra vida.

 

    • Busquemos siempre adorar, reconocer a Dios que está cerca de nosotros, y no demos culto a otras divinidades, como son el dinero, el placer y el poder y demás atractivos del mundo.

 

    • En lugar de querer usar a Dios para nuestros caprichos, sepamos arrodillarnos ante El y reconocerlo delante de cada ser, donde Dios vive.

 

    • Superadas las pruebas, encontrarás ángeles en el camino. ¿Soy ángel o tentador?

 

  • Señor, Tú que venciste el Mal con abundancia de Bien, haz que también nosotros superemos con magnanimidad los tropiezos de la vida.
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