Mensaje del Obispo de Tuxpan: Vete y no vuelvas a pecar

En el Evangelio de este domingo leemos el pasaje de la mujer adúltera. San Juan nos relata la escena en que unos escribas y fariseos llevan al Templo de Jerusalén, donde Jesús estaba enseñando, a una mujer que había sido sorprendida en adulterio.

La pusieron en el medio; la avergonzaron y humillaron sin consideración alguna. La ley imponía  el duro castigo de lapidación para las mujeres que cometían adulterio.

Dice el Evangelio que intentaban “ponerle (a Jesús) una trampa y poder acusarlo. Si ordenaba apedrearla, ¿dónde quedaban el perdón y la misericordia?, y si no accedía al castigo mortal, ¿dónde quedaba el cumplimiento de la Ley?

Pero Jesús no hizo ni una cosa, ni otra. San Juan dice que sin siquiera levantar la mirada para ver a la mujer culpable, ni a los acusadores, comenzó a escribir sobre el polvo del suelo. Como creen que Jesús no les está haciendo caso, vuelven a insistir. Entonces el Señor se incorpora y les responde: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”.

Luego se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Poco a poco, se fueron yendo, comenzando por los más viejos. Algunos piensan que escribía los pecados de los acusadores. Por supuesto, no les quedó más remedio que escabullirse.

Vemos, entonces, que Jesús hace algo absolutamente nuevo, que no estaba contemplado por la Ley: el que esté libre de pecado que lance la primera piedra. ¿Y quién es el único libre de pecado? Solamente él es el inocente que cargó con los pecados: los que posiblemente escribió en el suelo, los de aquella mujer y los nuestros. El no pronuncia sentencia, no condena a la mujer.

Se quedan solos la pecadora y Jesús. ¡Qué conmovedora escena! Ella no se excusa, se sabe culpable, está de pie frente a él. Jesús vuelve a levantarse y le pregunta: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado? … Tampoco yo te condeno.

El, que sí hubiera podido tirar la primera piedra, no la condena, la perdona.  Pero agrega algo muy importante: “Vete y no vuelvas a pecar”. Jesús no la apoya en su pecado. Muy por el contrario: le ordena que no peque más.  El Señor nos invita a dejar el pecado; pero el nos invita también a preferir a Dios por encima de cualquier otro interés. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia.

Juan Navarro Castellanos

+ Obispo de Tuxpan, Ver.

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