Por Ramón Rodríguez Rangel
La autopista México-Tuxpan, después de 20 años del inicio de su construcción, finalmente será terminada antes de que concluya el año, así lo ha anunciado el presidente de la republica Enrique Peña Nieto, al anunciar desde los Pinos su proyecto de infraestructura en comunicaciones.
Este anuncio es importante por la trascendencia que tendrá la terminación de esta supercarretera de Tuxpan a la zona más poblada del mundo, esto agilizará la construcción del Puerto Profundo Tuxpan II y las terminales portuarias ribereñas de SA México y TMM, lo que en los próximos meses y años significará un mayor movimiento económico y la generación de fuentes de empleo en este municipio huasteco.
Más allá de intereses o motivaciones políticas, el capital se mueve por la rentabilidad de sus inversiones, de su costo de operación, por lo que el Puerto de Tuxpan crecerá como un lugar atractivo para las inversiones, sobre todo a nivel portuario, industrial y comercial.
Tuxpan sin embargo no está preparado todavía para el impacto demográfico que significará el convertirse en el puerto y en la zona de playas más cercano a los más de 40 millones de habitantes del altiplano central.
Actualmente ya no solo el fin de semana, cualquier día se puede ir a observar el colapso que hay en la vialidad urbana y en los principales puntos de la ciudad, si la avalancha de metropolitanos llegara hoy habría un colapso general en la ciudad, un reto para la próxima administración pública municipal lo va a ser sin lugar a dudas la construcción de infraestructura para el desarrollo, sobre todo en el aspecto de comunicaciones.
El futuro nos ha alcanzado y nos puede avasallar si no se toman las medidas necesarias, si no se formulan las estrategias que configuren el desarrollo sustentable de una nueva ciudad metropolitana, como lo será Tuxpan los próximos meses.
Desde el punto de vista urbanístico, antropológico, ambientalista, arquitectónico, hidráulico, economicista, turístico y cultural, debe de refundarse la ciudad de Tuxpan, para que pueda ser efectivamente una ciudad modelo en el país en su crecimiento y no un fracaso más de los desarrollos desequilibrados que han convertido verdaderos paraísos en infiernos, donde la calidad de vida se reduce al mínimo.
Editorial
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