Siri Hustvedt, premio Princesa de Asturias de las Letras

Siri Hustvedt.
La escritora de ‘El verano sin hombres’, ‘Lo que amé’ y ‘Un mundo deslumbrante’ ha marcado algunos de los temas centrales de nuestro mundo
Por Luis Alemany y Carlos Fresneda/El Mundo Cultura

La vida intelectual y su desencanto, el descubrimiento del gran mundo y su hastío, el arte, la memoria, la fragilidad emocional, la locura, la ciencia aplicada a la vida cotidiana, el duelo, la paternidad, la pareja, el afán de reexaminar la propia vida desde criterios nuevos, el feminismo… Con esas palabras podríamos explicar la obra de Siri Hustvedt, la escritora estadounidense que esta mañana se ha convertido en ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Si una de las funciones de un premio así consiste en explicar su mundo y su tiempo, la elección de Hutsvedt es maravillosa, ya que uno de sus talentos consiste en dar con los temas que más nos incumben a sus contemporáneos.

«Me siento realmente feliz y honrada al recibir el Premio Princesa de Asturias», ha señalado la autora. «También siento sorpresa, asombro y gratitud». El jurado presidido por Santiago Muñoz Machado, presidente de la Real Academia de la Lengua, ha considerado que «su obra es una de las más ambiciosas del panorama actual de las letras».

«Incide en algunos de los aspectos que dibujan un presente convulso y desconcertante, desde una perspectiva de raíz feminista», señala el jurado en su acta. «Y lo hace desde la ficción y el ensayo, como una intelectual preocupada por las cuestiones fundamentales de la ética contemporánea«, añade el jurado, que termina señalando además Hustvedt, cuya obra ha sido «traducida a más de 30 idiomas», contribuye «al diálogo interdisciplinar entre las humanidades y las ciencias».

En una rueda de prensa celebrada en la sede del Instituto Cervantes de Londres, ciudad en la que actualmente se encuentra de gira promocional, Hustvedt ha explicado que esperó «a que Paul estuviera despierto para poder decírselo. Y cuando se lo dije se alegró por mí, igual que yo me alegré cuando se lo dieron a él en el 2006. Es maravilloso que dos personas de la misma familia tengamos el mismo premio». La escritora hablaba de su marido, el también escritor Paul Auster. Precisamente la relación entre ambos, y el hecho de que se la califique de «mujer de» ha motivado otra reflexión: «Habitualmente, a las mujeres se nos identifica por su vínculo hacia un hombre, y nunca ocurre al revés. No hay nada de personal en esa percepción, forma parte de nuestros prejuicios culturales. Paul y yo siempre nos hemos visto como un matrimonio entre iguales, pero no signfica nada en el modo en que somos o hemos sido percibidos. Esto no es nada personal, ya digo, es algo que viene de largo. Jean-Paul Sartre obtuvo el reconocimiento mucho antes que Simone de Beauvoir. Y Lee Krasner fue ensombrecida mucho tiempo por Jackson Pollock. A los hombres se les suele elevar y a las mujeres se les suele denigrar por sistema«.

Hablando de hombres que se sitúan sobre las mujeres, Hustvedt ha recurrido a la gran figura que preside este tipo de debates. «Trump tiene un diagnóstico clínico muy claro: es un psicópata», ha sentenciado. «Pero el problema no es tanto el ‘actual ocupante de la Casa Blanca’, como yo lo llamo. El problema son los millones que le votaron y que le vieron como un ‘vehículo’ de la vergüenza al orgullo (…) Trump ha reactivado la idea de una identidad blanca, y pese a su mensaje misógino le votaron el 62% de las mujeres sin educación universitaria»

También, ha añadido, «Trump ha tenido un efecto de contagio, y el populismo está echando raíces en Europa y en España, como ocurrió en las últimas elecciones. Están surgiendo políticos que imitan las formas del así llamado ‘líder del mundo libre’… Al menos Trump es un líder ignorante y sin educación. Peor hubiera sido un político inteligente y maquiavélico».

En términos más calmados, la escritora se ha referido a la literatura de nuestro país: «La novela moderna la inventó Cervantes. ‘Don Quijote’ fue la gran exploración de las posibilidades de la novela… Soy de los que piensan que la prosa larga nunca va a desaparecer. Se irá adaptando en todo caso a los tiempos y a las circunstancias».

Algunos datos biográficos

Siri Hustvedt, con su presencia tan impecable, es en realidad, una chica de pueblo, la hija de unos emigrantes noruegos en Minesota (Northfield, 1955) dedicados a la vida académica. Suficiente como para decantar a Hustvedt hacia el conocimiento y el arte, hacia Nueva York. La escritora llegó a Manhattan a finales de los años 70 como estudiante en Columbia y encontró así uno de los temas centrales de su obra: el deslumbramiento ante la gran ciudad y el descubrimiento de su soledad. De todos sus libros, Los ojos vendados (1992, editado en Seix Barral) es el que mejor retrata ese momento de deslumbramiento en términos más novelescos y fabuladores. Una cría de pueblo, como ella, de alguna manera acrítica con el mundo que la rodea, aparece zarandeada entre cuatro personajes extravagantes e indescifrables. El contrapunto a ese relato es Recuerdos del futuro, el último libro de Hustvedt, la transcripción de las notas setenteras de la autora. Lo que en Los ojos vendados es metafórico, en Recuerdos del futuro es concreto y real. Las emociones, en cambio, son las mismas.

Volvamos al hilo vital. en Nueva York, Hutsvedt escribió poesía, emprendió una vida académica y conoció a Paul Auster, que se convirtió en su marido. Explicar la carrera de Hustvedt desde la referencia a su pareja no podría ser más anacrónico, pero es útil. Hustvedt y Auster comparten escenarios, clases sociales y personajes. Los dos escriben sobre neoyorquinos cultos, despreocupados por el dinero, amable y escépticamente formados en la contracultura de los 70. La diferencia es que todo lo que en Paul es ligereza y alegría de vivir, en Siri es angustia.

Algunos ejemplos: Todo cuanto amé (2003) trataba dos parejas de profesores universitarios, amigos desde la carrera, vecinos en Greene Street, guapos, seguros de sí mismos y encantadores. Todo debería de ser idílico, pero el recuento de su amistad es amargo. Uno de los amigos narra su historia en primera persona desde la convalecencia, después una tragedia que ocupa el ecuador de la novela. Todo lo que parecía idílico tiende a la psicosis, la mentira y el duelo. El encanto de Todo cuanto amé es la lucidez de la voz narradora que relee su vida desde el descubrimiento de su dolor.

Releer y reexaminar son dos palabras habituales. El verano sin hombres, otra de sus novelas más conocidas, es también un relato construido sobre una mirada al pasado personal. De nuevo, partimos de un matrimonio amable y educado, que un día se tambalea cuando él pide una pausa. Su mujer, la narradora de la novela, viaja entonces a su pueblo en el Medio Oeste americano, donde se reencuentra con su madre anciana y con un puñado de personajes más o menos marginales, que la conducen en su autorreflexión.

Y aún hay más: En Un mundo deslumbrante (Anagrama), Hustvedt inventa a una artista llamada Harriet Burden, atropellada por sus colegas hombres, menos valiosos pero más competitivos, compleja y atractiva, pero también demasiado ingenua como para entender lo que estaba perdiendo en esa dejación.

Paul Auster siempre dice que Hustvedt es la verdadera intelectual de la familia, que él sólo es el chico con gracia que suele caer bien. Puede que haya una parte de falsa modestia en ese tipo de declaraciones, pero algo hay de cierto. Mientras que los libros de ensayos del autor de La ciudad de cristal suelen estar en la frontera del periodismo o en el terreno de la crónica sentimental/de costumbres, Hustvedt es más abstracta y trata de ir más allá. La psiquiatría, la neurología y el psicoanálisis son temas habituales para la escritora (paciente crónica de migrañas), igual que el valor de la imagen y del engaño en el arte, la obra de De Koonig, Koons, Sontag, Mapplethorpe, las Guerrilla Girls y Knausgard. La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres es el título en el que buscar la el lado más intelectual de Hustvedt. Desde el título, el libro remite al tema que aún no hemos tocado: la mujer. Pero es que la mujer no es un tema concreto en los libros de la autora; es la condición que propicia todo, la incomodidad, el inconformismo y la melancolía.

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