Veracruz, la Isla

 

Totalitarismo y libertad

 

Por Ramón Rodríguez Rangel

 

Veracruz que debiera ser un Estado de vanguardia en el proceso democrático nacional, ha quedado aislado, como una isla dentro del país y que parece permanecer más bien a un país africano que a México.

 

Hay un Estado quebrado financieramente, perdido en la inseguridad pública, con una economía rural y urbana convertida en un verdadero desastre, con una falta de empleo generalizado con pobreza en todas sus regiones, con una marcada ineficiencia en el gobierno y lo peor con un régimen estatal        que asume posiciones totalitarias.

 

Un Estado reconocido como el más peligroso del mundo para ejercer el periodismo y la libertad de expresión, como lo ha destacado la ONG Reporteros sin Fronteras, en donde han sido asesinados decenas de periodistas, como la corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez, y el crimen sigue impune y los autores intelectuales siguen libres y con sus mismas fechorías.

 

En este Estado criminales y terroristas han sido convidados a la mesa de honor y las personas que se expresan libremente corren el riesgo de ser acusadas y presas por el delito de terrorismo equiparado como los tuiteros del puerto de Veracruz; para ello se diseñaron leyes que censuran la libertad de expresión en los medios electrónicos.

 

Se promueve la uniformidad en la información y los que se atreven a desafiar al régimen, a buscar la verdad como sustento noticioso o en artículos de opinión, deben saber la situación en la que se colocan, los críticos al régimen, los que se expresan en libertad afectando los intereses en el poder, deben de cuidarse al extremo, hasta de no involucrarse en accidentes, porque entonces probarían la venganza política en su dimensión más burda.

 

Tal parece el caso de la trabajadora de los medios de comunicación Maryjose Gamboa, a quien lejos de enjuiciársele imparcialmente, se le ha hecho casi un juicio sumario, tratándosele además como terrorista.

 

Quien infringe la ley, quien cometa un delito, aunque sea imprudencial, debe ser sancionado por la ley y recibir un juicio justo.

 

Hasta el peor criminal, que queda claro que no es el caso, puede tener un juicio justo, pero no quien se atreva a desafiar un gobierno autoritario, Hannah Arendt alertó en su obra, que el totalitarismo se funda en la ficción y la mentira, en un clima de terror y de manipulación de la legalidad y la verdad.

 

Veracruz históricamente ha sido precursor de la legalidad en México, con Juárez y Carranza, por lo que ahora, no se puede concebir la decadencia. El Estado debe cambiar, recobrar y asumir su papel en la transformación democrática del país, debe en la entidad de rescatarse la tolerancia como premisa y la libertad, como símbolos del desarrollo de una civilización, para que deje de ser un estado donde sigan reinando la barbarie y los apetitos totalitarios.

 

De lo contario seguiremos viviendo como en un estado africano, en donde la vida y la legalidad no valen nada.

 

Pero sabemos bien que los sistemas políticos, en este caso totalitarios, tienden a buscar la preservación y no su transformación como lo aseguro Raúl Hernández Vega, teórico de la sociedad y el poder, quien afirmó que es la propia sociedad la que podría cambiar el sistema con su participación directa.

 

Los gobernantes deben saber que el pueblo veracruzano ha madurado y que recibe la verdad de la mentira, lo correcto y lo injusto y que Dios, según San Pablo, nunca comete prosopolepsia, es decir nunca toma a nadie por su máscara.

 

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