Inundación del 99 : no aprendemos la lección

Por Ramón Rodríguez Rangel

La inundación de octubre de 1999 de Tuxpan y un 40 % de municipios del estado de Veracruz, en la parte norte, que causó 124 muertos y pérdidas económicas de 2800 millones de pesos (Cenapred), no fue causada por el impacto de un huracán, como pudo ser posible, lo fue por una “tormenta perfecta”, causada tan solo por la llegada de un frente frío y una depresión tropical.


Lluvias torrenciales en Tuxpan y en la Sierra Madre Oriental, bajaron por las cuencas de los ríos Vinazco y Pantepec, para llegar al “Tuxpan”, muy a pesar de las fuertes precipitaciones fluviales en la ciudad y puerto, nadie advertía esto como el principio de un diluvio, la reacción de prevención no fue con el tiempo y la organización adecuada, la peor catástrofe de los últimos tiempos se manifestó con toda la fuerza de la naturaleza.


Tuxpan quedó incomunicado, su aeropuerto inundado, la carretera federal partida en varios tramos, los puentes a la capital del estado destruidos, las calles de Tuxpan convertidas en esteros de agua con más de metro y medio de alto sobre el nivel de la calle en el centro de la ciudad, en muchas colonias y comunidades solo se veía el techo de teja de las casas, arriba de las cuales muchos damnificados pedían auxilio, las vacas ahogadas o pataleando de los ranchos inundados pasaban flotando sobre el río Tuxpan, algunos vecinos las lazaban para destazarlas y comérselas, pedazos de casas, árboles y plantíos viajaban por el río hacia la desembocadura en el mar, hasta barcos atracados en la ribera del río se fueron con la corriente y se perdieron por días.


En la ciudad una catástrofe total, miles de personas perdieron todo su patrimonio, carecían de alimento, agua, lo elemental para sobrevivir, una muchedumbre se revolcó en el lodo para ver qué podían rescatar de un almacén cerrado, pero al que la fuerza del agua dobló la cortina de fierro de entrada, creando una de las escenas más representativas de la tragedia, la manifestación en el centro urbano, de la pobreza extrema que existe en cientos de colonias populares de Tuxpan, no era África, era Tuxpan Veracruz, de dónde salió esa gente se preguntarían algunos que vieron el hambre encarnada y desbocada, pues del otro Tuxpan, el real, el de la periferia que han ocultado los gobernantes y políticos tuxpeños, tras la fachada de un bulevar ribereño, que lo buscan de rostro de la ciudad, y cada cuatrienio gastan millones en su reconstrucción y nunca lo terminan, mientras el drama de la pobreza en Tuxpan persiste, los programas sociales federales y estatales son de gran apoyo, pero falta mucho más, el grito de dolor, de angustia y desesperación, de miles de hogares tuxpeños, se escucha hasta las bancas de los bulevares emblemáticos de la corrupción en Tuxpan, pero el ruido de las decenas de bares o cantinas abiertas en la avenida principal del puerto, los ahoga y no los escuchan quienes los tienen que escuchar.


Por otro lado, la inundación del 99 exhibió la incapacidad de respuesta ante un problema climatológico, incapacidad que no ha variado 22 años después del desastre, sino por el contrario se han multiplicado los asentamientos autorizados en zonas bajas o inundables, las casas en las faldas de los cerros, en lo que antes fueron ciénagas hoy se ve a unidades habitacionales, se carece de un plan o protocolos de emergencia en Tuxpan.


Uno de los factores importantes que propiciaron la inundación de Tuxpan en el 99 fue la lluvia, pero también la marea alta en el mar, que evitó el desfogue del río y por lo mismo se fuera contra la ciudad.


Lamentablemente no hemos aprendido la lección del 99, no hay un sistema e infraestructura para el caso, por ejemplo, que azote en Tuxpan un huracán tipo 3 o 4, ya no digamos 5, una simple tormenta tropical pone en jaque a autoridades y a toda la comunidad, pues un huracán de alta densidad podría ahora sí causar un verdadero apocalipsis en la ciudad y el campo, sobre todo porque no estamos preparados para esto.


Los mismos tuxpeños le hemos perdido el respeto a los huracanes, porque estos han pegado con intensidad de categoría 1, o porque muchas veces al final de su trayectoria terminan desviándose para otras latitudes.
Sin embargo, el cambio climático ha alterado el tablero, y ahora se ven en el mundo fenómenos meteorológicos fuera de pronóstico y de área natural de impacto, lo que pone a Tuxpan en verdadero peligro para la posible entrada de un gran huracán o de una tormenta muy mayor a la del 99.


Ahora sí no solo los más pobres, toda la comunidad puede estar en peligro, si los gobiernos municipales no preparan a Tuxpan para una eventualidad de este tipo.


Ya nos hemos acostumbrado en tiempo de desastres a la subcultura de la pobreza, ver como natural la entrega de láminas, despensas bajo reflectores, esto definitivamente si sirve de apoyo a los damnificados, pero no es de ninguna manera la solución al problema, poco le sirve unos víveres a quienes han perdido el patrimonio de toda su vida. Se requiere anticiparse a estas eventualidades, cada vez más recurrentes, ¿cómo?, con un verdadero sistema de protección civil, que sea capaz de diseñar las estrategias y protocolos, no para la tormenta cuando la tenemos enfrente, eso es jugar a la ruleta rusa, sino desde tiempo atrás.

De nada sirven mapas de riesgo establecidos sino se usan como herramienta para políticas públicas de prevención de desastres, sino se reubica programadamente a las personas de zonas inundables, en colonias y comunidades rurales, fomentan créditos sociales para asegurar materialmente viviendas, se gasta el presupuesto en hacer 20 veces un bulevar, porqué mejor no invertir en albergues en la zona suburbana y rural, en un gran centro de comando central contra contingencias ambientales o emergencias de alto riesgo, con área de almacenamiento, distribución, estacionamiento y centro de comunicaciones, con helipuerto disponible para 20 aparatos y una unidad médica de urgencias.


Tenemos que avanzar como civilización, tenemos que pensar en grande, en soluciones mayores, no paliativos, de trabajar para el futuro próximo, que puede ser dentro de un año o cinco, con un alto sentido de responsabilidad; no prepararnos a tiempo para muy posibles impactos de tormentas y huracanes, puede ser calificado más adelante como negligencia criminal si se escapa la situación de control, ahora que la lucha contra la corrupción es filosofía oficial, debemos recordar que la ineficiencia, también es corrupción, un llamado a tiempo.

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