Una década sin Carlos Monsiváis

Carmen Galindo, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, afirma que los textos del escritor son «literatura que tiene música e imagen»
Gaceta UNAM

Carlos Monsiváis se ha convertido en un personaje de la cultura nacional, reitera Carmen Galindo en un homenaje personal al amigo íntimo, al confidente incondicional y al compañero solidario de luchas definitivas del movimiento político nacional.

A 10 años del fallecimiento del escritor, la académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM define al crítico de la cultura mexicana contemporánea como un talentoso para acuñar frases contundentes. “Ahora las han publicado bajo el título de “Aforismos de Monsiváis”, pero esas expresiones Carlos las decía a cada momento.

Alguna vez le comenté en privado que el personaje Carlos Monsiváis estaba desplazando a la obra de Carlos Monsiváis. “Lo que importa es tu literatura no el personaje. La verdad es que él mismo se convirtió él mismo en un personaje de la cultura nacional”.

Conocedora de la obra de Monsiváis, Galindo no soslaya hallazgos de otros analistas. “Fui a una conferencia de Rafael Barajas El Fisgón y Alfonso Morales. Morales ordenó más de 15 mil fotografías de Carlos cuando su prima Bety Sánchez Monsiváis y Mauricio Parra donaron ese archivo fotográfico a El Estanquillo, y llamó la atención sobre un aspecto al cual no soy sensible: las crónicas de Días de Guardar van acompañadas de fotografías. Por su parte, El Fisgón señaló que los textos de Monsiváis tienen soundtrack, o sea: música de fondo como en el cine.

Entonces escribí el artículo “Carlos Monsiváis, una literatura multimedia” porque descubrí luego de la conferencia que realmente en sus crónicas, Carlos convoca a otros medios. Es una literatura que tiene música e imagen. No sólo como los escritores que presentan una imagen sino que hay crónicas que son close-up, otras medium shot, unas más panorámicas, o sea que hay un enfoque en su narración.

Esa singularidad de la crónica de Carlos, lo lanza a la literatura del siglo XXI con géneros que mezclan imagen, sonido y movimiento (novela gráfica, series, animación, etcétera). Carlos llega a este nivel creando una literatura especial con características visuales y por incorporar sonido.

En cuanto a su predilección por la crónica, la especialista en literatura mexicana relató que Monsiváis refirió que la primera crónica que escribió fue en 1954, a la edad de 16 años. Se trata de la manifestación en contra del golpe de Estado a Jacobo Árbenz, el presidente guatemalteco. Ahí vio a Frida Kahlo en silla de ruedas y a Diego Rivera. Esa manifestación para él fue muy significativa.

Otro hecho de violencia política que citaba con frecuencia era una manifestación de profesores en Avenida Juárez, pertenecientes al movimiento magisterial de Othón Salazar, la cual fue reprimida con la policía montada. Fue un hecho que Carlos tenía muy gravado.

Pero la protesta social que más lo impresionó, con la que tuvo gran identificación, fue por la muerte de Rubén Jaramillo. Jaramillo no sólo era líder campesino sino pastor protestante. De manera que por doble vía lo impresionó. Como se sabe, en 1962 asesinaron al líder, a su esposa, Epifania Zúñiga, embarazada y a dos hijos menores.

Participa en el movimiento estudiantil de 1968, y colabora en el suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! En ese momento Fernando Benítez hace una pausa en la dirección del suplemento, se casa con Georgina Conde y Carlos se queda al frente del suplemento.

Una tarde habló por teléfono con mi hermana Malena y le comenta que no se atreve a llevar a la imprenta ese número del suplemento. Teme que lo intercepten y lo detengan porque era un material tremendo. Le pide que pasemos en coche por él y que vayamos a la imprenta de la revista a entregar los originales.

Antes de ir a la imprenta pasamos a la casa de Benítez. Carlos le dijo: Fernando, es necesario que autorices la publicación porque el material es “fuerte”. Fernando le respondió: no te preocupes, tengo plena confianza en tu juicio. Si crees que está bien y que se debe publicar, ¡hazlo!

En el camino a la imprenta encontramos retenes militares, que tuvimos que sortear. Vimos un enfrentamiento de chamacos de secundaria con los granaderos y cómo éstos los golpeaban y detenían. En ese número apareció un artículo de María Luisa La china Mendoza, otro de Juan García Ponce, uno más, me parece, de Carlos Fuentes y otro del mismo Carlos. Esa entrega se editó antes del 2 de octubre y fueron varias las ediciones dedicadas al movimiento estudiantil.

Carlos fue el cronista del 68 aunque antes había escrito crónicas de tipo político. Incluso en su autobiografía cuenta que participó en una huelga de hambre en apoyo al movimiento ferrocarrilero. Del Movimiento estudiantil es célebre “13 de septiembre de 1968. La manifestación del silencio” que nos relató antes de publicarse. Mientras relataba los sucesos de la manifestación, se le rasaron los ojos de lágrimas. Esa fue una de las dos veces que lo vi llorar; la otra no la cuento. Esa crónica está en Días de Guardar.

La crónica es un género vigoroso en México. No es momento de extendernos a los cronistas de Indias, pero basta citar a Vicente Rivapalacio, Artemio del Valle Arizpe, Luis González Obregón, Salvador Novo, Fernando Benítez, todo ellos cronistas formidables. A esa tradición pertenece Carlos.

Un libro del que no se oye mucho es Escenas de pudor y liviandad en donde utiliza el recurso literario de convertirse en personaje. En la crónica del concierto de Menudo se convierte en un fan y va diciendo cómo un fan ve a los cantantes. Es francamente una ficción, pero convertido en personaje literario. Creo que es una cuestión interesante.

Siempre digo que una de las ocupaciones de Carlos es el análisis de la cultura popular. Un ejemplo es el museo El Estanquillo donde están sus colecciones (las maquetas de Teresa Nava que reproducen una época de la ciudad de México; también las esculturas en miniatura del artista oaxaqueño Roberto Ruiz), pero lo que creo que es peculiar de Carlos es su preocupación por el arte de masas que plasma en sus crónicas (acerca de Juan Gabriel, Isela Vega, Raphael, Menudo, etc.).

Su vertiente creativa como parodista es formidable. Recuerdo la que hizo a “Los tres cochinitos” de Cri Cri Francisco Gabilondo Soler. Decía: “Los diputados ya están en la Cámara, muchas prebendas les dio Díaz Ordaz y sentaditos todos en sus sillas, dentro de un rato todos roncarán / Uno soñaba que era rey del PRI, etc.”

El público en general siempre consideró a Carlos un escritor de primer orden, pero los intelectuales tardaron en darle el reconocimiento por la cuestión de que hacía crónica, cosa que para muchos de ellos era periodismo. Carlos mismo lo rebate en A ustedes les consta donde argumenta que la crónica es un género literario.

El reconocimiento a Carlos es tardío. El primer premio que recibe es el Jorge Cuesta en el tiempo en que es director de “México en la cultura”, luego viene el Premio Nacional de Periodismo hasta el periodo presidencial de Vicente Fox. Lo tienen castigado por su posición política, pero hay que decir que la esencia de su escritura es un género de raigambre en la cultura nacional.

Fue defensor de los géneros que no sé consideraban arte. Por ejemplo, de la novela policiaca, y de la ciencia ficción, géneros considerados menores; es decir, subliteratura. También llamó la atención sobre el cómic y de los caricaturistas (Gabriel Vargas y La familia Burrón) con cuyas historias podía llegar al éxtasis sobre todo cuando la Borola se lanzaba de diputada. Asimismo sobre Chava Flores que también es un cronista de la ciudad.

Los escritores predilectos de Carlos eran Salvador Novo, a quien más admiraba, y José Lezama Lima. Él tenía un diapasón intelectual muy amplio desde lo popular hasta lo más intelectual con cierto engolamiento.

Carlos Monsiváis Aceves (Ciudad de México, 4 de mayo de 1938 – 19 de junio de 2010) el analista de la realidad mexicana contó con un agudo sentido para atisbar la modernidad o en su caso el subdesarrollo mareador. Parte de su formación académica la hizo en la UNAM. “Estuvo inscrito en Economía y tuvo estrecha relación con la gente de Derecho y en otra escuela que me pidió jamás mencionar, me hizo prometerlo. Luego entró a Filosofía a estudiar la licenciatura de Letras”, finalizó Galindo.

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