Por Ramón Rodríguez Rangel
Un nuevo ecocidio se está perpetuando en Tuxpan, concretamente en sus tesoros milenarios, en sus arrecifes, al encallar el buque coreano Mu Du Bong, y al intentar la empresa naviera con el beneplácito de la SEMARNAT y la PROFEPA, jalonear el barco para desatorarlo con el daño a los arrecifes en la operación que le ahorraría dinero a la empresa propietaria del buque, pero generaría un mayor ecocidio.
En este nuevo intento de ecocidio se han mostrado ausentes los grupos ecologistas de Tuxpan y del país, que protestan luego cuando alguna obra de desarrollo genera alguna afectación ambiental, pero guardan silencio cuando le parten la espina dorsal a los baluartes medioambientales, a la joya de la corona del ecosistema tuxpeño, a sus arrecifes.
¿Dónde está la opinión de los científicos ambientalistas de la facultad de Biología de la UV de Tuxpan?, la universidad tiene una gran responsabilidad en la observación y en la defensa del ecosistema, seguramente en los próximos días saldrán a la palestra.
Este nuevo ecocidio muestra la urgencia de que empiece ya la construcción del Puerto Profundo de Tuxpan, que será un puerto offshore (fuera de la costa, dentro del mar) que permitirá la operación de buques de última generación, por lo que las embarcaciones tendrían una ruta segura y terminales adecuadas para su atraque, liberando en su trayectoria de arribo la zona de arrecifes.
El encallamiento del barco Mu Du Bong nos recuerda el encallamiento también en los arrecifes de Tuxpan del barco liberiano Chemstram Alster en el 2010, que fue liberado del arrecife a jaloneos desde otros barcos y remolcadores, en lo que fue un verdadero crimen ambiental, legitimado por todas las instituciones encargadas precisamente de protegerlos. Los ahorros a la empresa naviera propietaria del barco liberiano fueron multimillonarios, un acto de impunidad y negligencia oficial que no debe repetirse.
Editorial
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