Si hay democracia, ganará PAN

•Si se van al tribunal, ganará PRI
•Por ahora, nada para nadie


Por Luis Velázquez/Escenarios/Blog Expediente MX

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A 14 días de la elección de gobernador (la de diputados locales sólo interesa a ellos), nada hay para nadie.

Ningún candidato, pues, está seguro. Mejor dicho, ninguno de los punteros, el Yunes rojo y el Yunes azul, puede alardear que ya ganó. La moneda sigue dando vueltas en el aire electoral.

Cada parte, no obstante, alardea del triunfo en las urnas. Se basan en sus encuestas a modo, traje a la medida. Lo expresa un dicho popular: el que paga manda. Y tal cual, la encuesta lo favorece, incluso y como ha dicho Mitofsky según Esaú Valencia, con un millón de pesos como pago extra la estadística se adultera.

Un día, el búnker del Yunes azul, por ejemplo, publica su encuesta… en que arrasa.

Y al día siguiente, del cuartel del Yunes rojo sale su encuesta… con todos los puntos a su favor.

Del resto de los nominados (cinco en total) mejor ni ocuparse. Son candidatos comparsa dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica. Nacidos para perder, pero que al mismo tiempo, un beneficio adicional han de llevar. Incluso, tendrán amarrado.

Es más, mientras en el búnker azul festinan que ya ganaron, en el rojo hay derrotismo y los mismos priistas reconocen que la competencia está dura. Tan dura que han decidido esperar el 5 de junio en la noche, mejor dicho, en la madrugada, para conocer más o menos una tendencia.

El fuego cruzado ha alcanzado la siguiente dimensión: mientras el Yunes azul cacarea en su propaganda política que la guerra sucia priista se debe a que ya ganó la elección, en el cuartel del Yunes rojo han sido tomados por sorpresa y están todavía sin reaccionar.

Por el contrario, si una elección se decide en los últimos 15 días de campaña, el Yunes azul está cerrando duro y tupido.

La exhibida a Gabriel Deantes Ramos con los 20 mil millones de pesos para Héctor Yunes a cambio de su impunidad.

Los 30 millones de pesos del Seguro Popular desviados, según conversación telefónica de Javier Duarte y José Murat, para la campaña de Héctor Yunes.

La exposición de la madre y la hija defendiendo “con su espada a prenda” al Yunes azul… ante las acusaciones de la pedofilia.

El Yunes azul, peleador calllejero bronco y bragado, sigue lanzado jabs al hígado, el corazón y las neuronas del Yunes rojo, con la misma intensidad, seguro como afirman en su búnker que sucederá en el cargo a Javier Duarte.

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En todo caso y así como están los hechos y las tendencias, mejor sería hablar de un empate técnico.

Y si la elección es democrática, entonces, significará un buen agarrón cívico.

Pero mucho se duda de la limpieza.

Por ejemplo, un priista de altos vuelos dijo lo siguiente:

“Si el PRI pierde en las urnas, ganará en el tribunal electoral”.

Y es que el aparato gubernamental es aceitado a mil por hora para que el candidato priista gane, comprando, de ser necesario y al precio que sea, el voto.

Desde luego, el presunto cochinero se mira venir en las regiones campesinos e indígenas de Veracruz.

En las zonas urbanas será más difícil que el voto sea comprado, incluso, hasta en las colonias proletarias, pues los partidos políticos ejercen mayor vigilancia.

Pero en el campo y en las zonas étnicas, en las poblaciones más lejanas de cada cabecera municipal, el partido que tenga operación electoral se despachará con la cuchara grande en el fraude.

Con todo que el hartazgo ciudadano en contra del duartismo alcanza niveles insospechados, el peor descalabro para el partido tricolor sería “la crónica de una muerte anunciada”.

Más aún, el repudio popular se multiplica en contra del PRI, porque toda la vida en Veracruz un gobernador priista ha ejercido el poder, mientras en Los Pinos ya van 2 presidentes de la república, y en otros estados, como por ejemplo, Guanajuato, Michoacán y Zacatecas, desde hace rato hay alternancia en el poder.

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Las horas sombrías que siguen padeciéndose en Veracruz alimentan el coraje social.

Un tiroteo en un bar gay de Xalapa con cuatro muertos (cifra oficial).

Una hora de fuego cruzado en Orizaba.

El secuestro de un feligrés en la iglesia jarocha, Santa Rita de Casia.

El asesinato de un joven en Tierra Blanca el sábado 21.

El homicidio del reportero Manuel Torres González en Poza Rica.

El rafagueo en Coatzacoalcos, con la muerte de cinco personas, sicarios dijo la autoridad en un principio, para luego recular aceptando que un abogado litigante, plagiados días antes, estaba entre las víctimas.

Tales hechos, más otros de días y semanas anteriores, abonan el hartazgo ciudadano en contra, cierto, de Javier Duarte y Arturo Bermúdez, pero de refilón le llegan a Héctor Yunes.

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En el bunker rojo dirán que una cosita es Javier Duarte y otra Yunes Landa.

Cierto, cierto, cierto, en la boleta electoral irá la foto de Héctor.

Pero Héctor ya la dijo: “Javier Duarte es mi jefe político”.

Y más porque uno y otro pertenecen al mismo partido y en la percepción ciudadana hay un rechazo feroz a todo lo que huela a PRI.

Tan es así que el color tradicional del tricolor, el rojo, fue empequeñecido a lo máximo en la propaganda de sus candidatos, incluida la hectorizada.

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Si hay una elección democrática, donde el voto sea respetado, el PAN y PRD tienen la victoria en las manos.

Si se van al tribunal electoral, como está previsto, el PRI podría imponerse y quedarse con la silla embrujada del palacio que Eufemio Zapata, el hermano de Emiliano, imaginaba una silla de montar caballos briosos, porque a todos suele enloquecer, a unos más y otros menos.

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