El club de los perdedores

Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente/Notiver

Vaya insolencia de este par. Uno afirma categórico: “El candidato del 2018  soy yo”, según difundieron sus panegíricos. El otro, quien mordió el polvo el pasado 5 de junio, no se resigna a la jubilación ni a respetar  los pactos que hizo con el primero y pide reajustar dichos acuerdos porque –vaya osadía-, quiere repetir como contendiente dentro de dos años. Esos dos nuevamente se adjudican nominaciones por encima de la militancia a la vez que pelean con la  tersura de los hipócritas mientras conviven en una cafetería de la conurbación.

José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa se arañan suavemente y se lanzan indirectas, como lo hacen  las comadres que en  un lavandero de vecindad pelean por la lata de tamales que se extravió. Pero ni uno ni otro serán gobernador. No tienen nada que ofrecer a un electorado hastiado de priístas, de enjuagues copulares y simulaciones. Ambos osan nuevamente repartirse en público las nominaciones electorales como groseramente lo hicieron antes y como no hubiera más militantes con méritos suficientes para buscar la gubernatura.

Peor aún, qué mensaje de cambio, reestructuración o decencia pueden dar a los veracruzanos e incluso a los mismos priístas cuando el testigo de esa ‘pelea a besos’ es el vetusto Amadeo Flores Espinosa, quien fue respaldado por ambos para quedarse en la dirigencia partidista aún con los malos resultados ofrecidos. Los tres forman el triste Club de los Perdedores, derrotados desde ahora porque ellos mismos le apuestan a seguir con la mascarada de decir que son el cambio y seguir con lo mismo y con los mismos. No llegan ni siquiera al gatopardismo.

Ejemplo de ello es la difusión en la prensa –a petición expresa del interesado- del “destape” que hizo el diputado local y exalcalde de Paso de Ovejas, Adolfo Ramírez Aranda sobre la persona del José Yunes como si ese individuo fuera un derroche de moralidad y autoridad política. Qué vergüenza que al peroteño lo promueva el ahijado del innombrable y quien es conocido como “El Abarca de Paso de Ovejas” por sus nexos con grupos delictivos  que tienen a Veracruz en la masacre.

Lo que deberían hacer ambos Yunes priístas para demostrar que en realidad están comprometidos con Veracruz y que trabajaran a favor de su causa y no por sus intereses personales, es regresar al Senado a desquitar el salario que les pagan, a legislar por la entidad, a exigir la fiscalización de recursos federales que llegan a Veracruz y a vigilar que se investiguen los desvíos de recursos y se castigue a los veracruzanos. Si los dos tuvieran la voluntad de servir a los veracruzanos, ayer hubieran aprovechado para hacer un llamado conjunto a los actuales diputados locales para no brindar impunidad transexenal al gobernante Javier Duarte de Ochoa.

Los hubieran llamado para  abstenerse de nombrar un Fiscal Anticorrupción a modo que le sirva a Duarte para intentar evadir la cárcel por el latrocinio que perpetró. Los dos Yunes que tanto se quejan de que el tricolor perdió a causa de Duarte de Ochoa pudieron hacer un exhorto a la legislatura para que dejen de obedecer a un personaje que llevó a la debacle al proyecto de ambos. A la par, en lugar de dedicarse a darse pellizcos acaramelados entre ellos, debieron repudiar la permanencia de Flores Espinosa en el PRI, llamar a la renovación de toda la estructura priísta y de paso, lanzar la petición para que Duarte de Ochoa sea expulsado del partido.

No hay que olvidar que  al menos uno de ellos, Héctor Yunes, lo acusó directamente de traicionarlo y apoyar al Movimiento Regeneración Nacional. Los Yunes priístas no han entendido que mientras Duarte siga como militante del tricolor y fuera de una prisión, ninguno de ellos tendrá la mínima  oportunidad para recuperar el apoyo de la ciudadanía. Ambos senadores también debieron aprovechar el encuentro para pedir al unísono  que se castigue a todos los cómplices del desgobierno actual y llamar a  que no sea nombrado Gabriel Deantes como presidente del IVAI ni que se avalen a magistrados afines al cordobés.

No lo hicieron, no al menos ayer, porque están más preocupados en sus futuros electorales que en ayudar enderezar el rumbo  de Veracruz y castigar a los ladrones que lo saquearon y entregaron al crimen organizado. Héctor y José Yunes están tan afanados en seguir colgados del poder que ni siquiera se ocupan en reprobar la inacción de las autoridades ante la ola de violencia que castiga a Veracruz, y eso que son representantes populares. Ayer mataron a un activista en Poza Rica, José Jiménez, que buscaba a su hija desaparecida desde el 2011, y el silencio de los dos senadores es insultante.  ¿Vale la pena si quiera escucharlos? No, ninguno de los dos le sirve a Veracruz.

VIEJO PENDIENTE

Además de estar ligado al priismo y,  aún peor, a la fidelidad. De arrastrar muchos fantasmas tras su  paso en la alcaldía cordobesa, entre ellos el saqueó al Hidrosistema de Córdoba, el encubrimiento del desfalco por más de 100 millones de pesos que hizo su antecesor Juan Lavín, los  negocios con los contratos de obra pública y también haber pactado con el crimen organizado para infiltrar la policía municipal, Francisco Portilla Bonilla,  a quien Javier Duarte pretende imponer como titular de la Fiscalía Especializada de Combate a la Corrupción, tiene un viejo pendiente con el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes.

Cuando el panista fungía como director general del ISSSTE tanto él como Lavín Torres bloquearon la construcción de la clínica en Córdoba por instrucciones del innombrable, le cerraron toda gestión municipal y en la prensa local armaron campañas en su contra. La  única que lo  recibió en palacio municipal para dialogar sobre el proyecto hospitalario fue la maestra Yolanda Monlui cuando fungió como alcaldesa sustituta y por eso fue atacada y hostigada por Portilla Bonilla al grado que tuvo que retirarse temporalmente del PRI. Incluso Monlui, una de las pocas priístas decentes que hay, se acercó al Movimiento Ciudadano para tratar de impedir el regreso de Portilla a la alcaldía en el 2010. En política, todos lo saben, nada se queda sin revancha, y hay un motivo más para que Yunes Linares empuje la defenestración del fidelista Portilla Bonilla.

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