Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
Al todavía gobernante en turno, Javier Duarte, no le cuaja ni la gelatina. No solo es burdo para robar –aunque lo hace a placer- sino también para mentir y tratar de ocultar la tropelía. Nadie le creyó que la famosa declaración patrimonial exhibida a mitad de semana y en la que se decía propietario de solo dos casas, tres coches y un lote de joyas heredado cuando le han documentado inversiones inmobiliarias por más de 3 mil millones de pesos –hasta el momento por los expertos afirman que podría ser cuatro veces más esa cifra, unos 12 mil millones de pesos-.
Tampoco le creyeron los organismos de la derecha empresarial que integran el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), los cuales rechazaron los documentos presentados por Duarte de Ochoa sobre su peculio y públicamente lo señalaron de querer sorprender al instituto con datos falseados e incompletos. Vaya exhibida también para el acomedido contralor estatal, Ricardo García Guzmán quien localmente había jurado sobre una biblia que dicha declaración era válida y verdadera.
Pues no, la misma fue rechazada por los organismos que hoy en día en México han asumido el papel de fiscalizadores de las fortunas personales en los individuos públicos por no ser confiable y pretender utilizar el famoso mecanismo “3 de 3” para contratacar políticamente las investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR). Ahora Duarte tiene cerrada la posibilidad de combatir mediáticamente – porque la famosa declaración “3 de 3” no sirve para otra cosa pues no es subsecuente- las acusaciones de enriquecimiento ilícito.
Y el asunto no para ahí, la PGR también informó a la prensa capitalina que la Secretaría General de Gobierno en Veracruz, a cargo del oaxaqueño Flavino Ríos Alvarado, intentó engañar a los agentes ministeriales que investigan a Duarte de Ochoa. Según lo difundido, la Dirección General de Catastro que preside el eterno burócrata y exalcalde de Papantla, Domingo Yorio Saqui entregó documentación ‘rasurada’ sobre las propiedades de las familias Duarte de Ochoa, Duarte Tubilla, Macías Tubilla y Macías Rodríguez.
Vaya, quien mejor para hacer ese trabajo sucio y burdo que Yorio Saqui, un pillo de siete suelas que arrastra la fama de haber provocado que se alterara la frase del municipio totonaca: “¡Ay Papantla, tus hijos volan!” por “¡Ay Papantla tus hijos roban!” pues ha sido, junto con Edmundo Martínez Zaleta de los alcaldes más corruptos que ha tenido aque ayuntamiento. Por instrucciones de Ríos Alvarado se atrevió a engañar a la fiscalía federal asegurando que en los registros catastrales no existen propiedades a nombres de los parientes de Duarte de Ochoa ni de las personas que son señaladas como sus prestanombres.
Yorio, el suegro del alcalde priísta de Jalapa, Américo Zúñiga, mintió a una instancia federal aun cuando la propia PGR y hasta los medios de comunicación tienen copias de los bienes inmuebles certificados por la oficina de Catastro de los parientes y socios de Duarte de Ochoa. Este par de funcionarios, Rios y Yorio tendrán que enfrentar la sanción legal correspondiente. Por si fuera poco, el ayuntamiento de Boca del Río los exhibe también ya que entregó a la PGR el informe del catastro municipal sobre cuatro propiedades inmobiliarias a nombre de Mónica Macías Tubilla y José Armando Rodríguez Ayache, cuñados del gobernante en funciones.
En fin, la historia va para largo pero al final se tendrá que descubrir el velo sobre el destino de miles de millones de pesos que Duarte, sus familiares y cómplices se apoderaron del tesoro estatal. Y la moraleja que deja este affaire con la PGR y el IMCO es que el ladrón no sabe siquiera cubrir sus pasos y lo están agarrando con las manos en la masa, a media carrera y con la maleta del botín vista por todos.
EL MAS-CORRUPTO
Los porteños, boqueños y medellinenses están pagando la indiferencia que mostraron cuando se privatizó el agua potable. En el pecado les aplicaron la penitencia: llevan días sin el suministro del líquido y así permanecerán muchos más. La mugre y la falta de higiene alimenticia será su castigo por ser malos ciudadanos y dejar que unos cuantos vividores se apoderaran de un bien público. El desabasto del líquido que se prolongará todo el fin de semana, según las autoridades pero seguramente será mucho más tiempo por la ineficacia de los nuevos operadores.
Y eso solo es el principio del calvario para los usuarios porque después vendrán los aumentos al precio del agua, los cobros pistola en mano, las demandas judiciales y procesos de desalojo contra deudores, como es el estilo de las transnacionales Odebrecht y Aguas de Barcelona en todos los lugares donde hacen negocio. En este contexto, al que solo le falta rebuznar –pero no lo hace porque no se sabe la tonada- es al director adjunto del Grupo MAS, Arturo Zorrilla –en realidad, el vocero del innombrable que lleva mano en ese negocio- que ahora usa la sandez de acusar que hay ¡¡grupos terroristas!! tras el desabasto de agua potable con tal de ocultar la ineficacia de los concesionarios.
Vaya, seguramente los yihadistas del Estado Islámico vinieron a Veracruz para vengarse del mundo occidental dejando sin bañar a los jarochos. Vaya tipo tan cretino, aunque tal declaración no es fortuita sino que viene a consejo desde Barcelona. No olviden las sandeces lanzadas por el innombrable en el 2010 cuando un huracán desbordó los ríos de la zona centro y las aguas de éstos arrasaron poblados enteros cuyos habitantes no fueron prevenidos por el Sistema Estatal de Protección Civil y muchos de ellos perecieron.
Para tapar la omisión que había el gobierno a su cargo, el impresentable afirmó que había ocurrido ¡un tsunami al revés!, y que era imposible detenerlo. En su falacia, intentó comparar lo sucedido en Veracruz con el desastre provocado por un tsunami que días antes había provocado la muerte de 300 personas en Indonesia. Hoy esa misma perorata burlona y estúpida la aplica Zorrilla, caricatura de aquel mentiroso contumaz, para exculpar al “Grupo MAS-Corrupto”, como ya bautizaron los jarochos al organismo. Descarados.
Envoyé depuis Paris, France
Editorial
