Vive Duarte su día más triste en 32 años!

Por Manuel Hernández/Notiver

Más allá del sufrimiento de las familias que perdieron ayer a sus seres queridos por el terremoto, de consecuencias graves en la capital y, un grado de alarma severo para los veracruzanos y el resto del país, ningún mexicano pudo emular más el padecer, que el cordobés Javier Duarte de Ochoa.

El martes que empezó “campechano” para cualquiera, o sea tranquilo, relajado, con simulacros en las oficinas y recitales de qué hacer en caso de sismo, por el aniversario de lo acontecido en el 85, pero no así para el ex mandatario estatal huésped del Reclusorio Norte.

Está en prisión, para empezar, pero el 19 de septiembre siempre ha sido un día de lágrimas para Duarte de Ochoa, como se sabe, su padre Javier Duarte Franco falleció en el terremoto del 85, pero es además un día de sentimientos encontrados porque es su cumpleaños.

Ayer Duarte cumplió 44 años y los celebró en la cárcel, el día en que murió su padre y además, con otro terremoto que sucumbió al país, que ni el profeta Mahoma habría previsto.

Y no sólo eso, sino que además, es una tradición familiar para los Duarte pocas veces pública casi siempre privada, a acudir los 19 de septiembre a la iglesia La Gran Madre de Dios, donde se encuentran los restos de Javier Duarte Franco.

Preso, en su cumpleaños, sin poder cumplir con la tradición familiar y todavía tiembla otra vez, otro terremoto lo que sin duda en su celda, en la oscuridad del moho y los barrotes, fue lastimoso recordar por obviedad, otra vez esa niñez triste, cuando era golpeado por su padrastro, cuando empiezan los cambios en el estado de ánimo que lo afectan desde su infancia.

Muere Duarte Franco y su esposa, la mamá de Javier queda viuda y sola, se ve así en la necesidad de buscar a los familiares paternos para tener un apoyo económico, pues ella no podría sostener a tres hijos, siendo ama de casa, una familia luchona que trataría de salir adelante.

Con todo lo que el hecho conlleva nadie los ayuda y se ven en la necesidad de emigrar a Córdoba, en donde conocen a un padrastro que se dedicaba a la elaboración de pan. En esos días, Javier se dedicó a apoyar las labores de casa y del negocio.

Sin embargo, como suele pasar en este tipo de historias, es en tales condiciones cuando su vida toma otro camino, la vida nueva que no habría vivido si el terremoto no le arrebata a su padre.

Porque en esa infancia de sufrimientos y de convivir con los hijos de las familias, que apoyaban a la suya es cuando conoce a las personas, que tarde o temprano lo encaminan con Fidel Herrera Beltrán.

A Javier Duarte le habría pasado con el terremoto del 85, lo que le pasó a Juan Gabriel cuando va injustamente a prisión, es en esa época cuando conoce a las personas que realmente lo impulsan.

De cualquier forma, el 19 de septiembre siempre ha sido a sabiendas del conocimiento popular, un día de sentimientos encontrados para Javier Duarte de Ochoa y el de ayer, el más triste de los últimos 32 años.

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