A propósito de “No se aceptan devoluciones”, La paternidad responsable

 

Por Dra. Zaida a. Lladó Castillo

 

Hoy que está de moda la película: “No se aceptan devoluciones”, que para mi gusto es de las mejores creaciones que le he visto a Eugenio Derbez–que en la vida real no tiene nada que ver con Valentín, el gigoló acapulqueño, que cuando se descubre padre aprende a enfrentar los grandes miedos y a reconocer la importancia de disfrutar al máximo los momentos que a la vida da un hijo–, cómico, actor, productor y director orgullosamente mexicano, en cuyo nombre lleva lo que es: “genio”, ingenio”, “congenio”, etc., me obliga a continuar reflexionando en lo siguiente: fuera de las cámaras y reflectores,  ¿los varones están preparados para adoptar el rol de padre y madre?, como en un millón de ocasiones lo hacen las mujeres que quedan sin pareja.

 

Pues debiera ser así, particularmente porque los casos son cada vez más frecuentes.

 

Los jóvenes  hoy, sean hombres o mujeres,  están expuestos para asumir la paternidad o maternidad en soltería en cualquier momento, porque es común ver, que se casan  o se juntan  ilusionados, “encalzonados”, creyendo que sólo con el sexo o la pasión se mantendrán unidos para siempre y, esa idea falsa, no les hace asumir con consciencia el amor y los compromisos que se adquieren cuando se convive en pareja.  Por eso se decepcionan muy rápido de la persona que eligen y sobre todo de la relación, porque ese espacio no lo toman (ambos) para madurar y avanzar en lo individual y en compañía, sino que lo conciben como una limitante a su “libertad”. Y en el fondo quieren seguir siendo los mismos solteros caprichosos (hijos de papi o de mami), ególatras, viciosos y egoístas; en pocas palabras, desperdician esa oportunidad y edad valiosas y no enfrentan la obligación de empezar a ser ellos, “cortándose el ombligo”, para luchar por sí mismos o junto a una buena pareja que quieran y respeten.

 

Pero el problema es, cuando en ese “experimento” (y perdón que le llame así, a un suceso que es maravilloso), se tienen hijos y un buen día…la que deja la relación es la mujer, abandonándolos o simplemente cediendo la paternidad; y entonces, el varón se queda estupefacto, no sabe qué va hacer o qué le depara el destino en adelante. Y tal parece que eso, en lugar de ser una bendición…casi es una maldición para algunos varones. La mayoría que cae en esta situación, termina delegando la obligación a los abuelos o tías, y pocos pero muy pocos, son los que no le tienen miedo al “qué dirán” y asumen con responsabilidad, ellos solos lo más importante de esa obligación con el compromiso de sacar, a como dé lugar, a sus hijos adelante.

 

Y precisamente uno de esos casos excepcionales: de un padre que ama su hijo y adquiere el compromiso de criarlo sin la ayuda directa de nadie, es lo que quiero platicar en este artículo, que no es de película sino de la vida real, que describe la vida de buen amigo, Christoffer (al que cambio el nombre para respetar su anonimato), cuya actividad es de estilista (aclarando que no es homosexual, confesado abiertamente por él) y que su servidora, como muchas y muchos otros que acostumbramos asistir a su salón de belleza en la ciudad de Xalapa, nos conmueve y nos mueve el poder platicar su caso, para que sirva de algo a los jóvenes padres solteros o divorciados.

 

Christoffer, trabaja en su salón de diseño de imagen de su propiedad, modesto y bien ubicado y con calidad en el trabajo que de ahí resulta. Y, en ese pequeño espacio, desde hace muchos años los que acostumbramos a buscarlo para que nos embellezca, nos encontramos rodeados de: barbies, rorros, Draculaura (en todas sus presentaciones), casitas de juguete, vestiditos, bañeras, etc., etc., producto de la diversión de una linda niña, Camila (también cambié el nombre) –hoy de 10 años–, que ha crecido al tenor de los tintes de pelo, extensiones, cortes y exigente clientela, etc., hija de Christoffer. Niña, que ha sellado su vida para siempre, pues desde hace más de 7 años se hizo cargo de ella, porque su pareja un día le dijo que se iba y que le dejaba a la niña y nunca se la iba a reclamar.

 

Así que al tenor de la pintada y corte de pelo, sólo a algunas personas Christoffer nos ha platicado su historia y un buen día le dije: “Christoffer, agradezco la confianza de platicarme tu historia,  pero ¿me darías tu autorización para escribirla y publicitarla? …desde luego omitiría tu nombre y lo haría con gran respeto…”

 

Y me contestó: Aunque siento que ya la escribieron…porque me proyecté y lloré mucho con  la película de “Derbez”, escríbela y di mi nombre, porque no me apena –al contrario, me siento orgulloso–;  para que los varones, se den cuenta que vivir esa experiencia es la más edificante que Dios te da, porque te hace conocer y aplicar dos roles con dignidad, como lo hacen muchas mujeres que se quedan solas y sacan adelante a sus hijos. Hoy las entiendo completamente y…eso no te hace menos hombre. Al contrario, eso sólo lo hacen lo más valientes y orgullosos varones”.

 

Y por eso, en honor a mi amigoChristoffer, a quien admiro y respeto porque es inteligente y decidido, les platico a manera de síntesis esta historia:

 

“…Christoffer, venía de un divorcio en el que estuvo enamorado. Fue una unión que duró muy pocos años y que no procreó hijos. Había estudiado en una Institución tradicional de Belleza en Xalapa. Y aunque él  nunca se consideró el mejor, siente que destacó por que siempre le gusto hacer las cosas bien y con buen gusto. Un día tuvo una excelente oportunidad y recibió una invitación para prepararse en un Instituto en Monterrey, Nuevo León y decidió irse para mejorar  y superarse. Ahí conoció a la madre de su hija. Se enamoraron y ella se embarazó teniendo a Camila, una linda niña de ojos azules, rubia, blanca y con un carisma que invita a acercarse a ella.

 

Pudieron progresar y la relación iba de maravilla, pero un día decidieron regresar a Xalapa y poner su propio negocio. Él se entusiasmó mucho y sabía que tenía que luchar para darle lo mejor a su esposa e hija que tenía casi 3 años. Pero la relación se empezó a enfriar y su esposa empezó a alejarse de ellos poco a poco. Primero, con el pretexto de su trabajo y luego, porque viajaba, hasta que un buen día, le dijo: “Christoffer, me voy. Te dejo a la niña”. Así…en seco y sin anestesia… sin decir más.

 

Y pidió más explicaciones convincentes y vinieron los reclamos, los descubrimientos, el clásico: “ya no te amo”, que suena más a justificación del engaño y la traición, etc., y por ende la decepción total.  Y lejos de sumirse en la depresión y evitar la responsabilidad, mi amigo con toda valentía, le dijo: “Me quedo con mi hija, pero divorciados y tú renunciando a la patria potestad legalmente…porque no quiero que con el tiempo regreses a reclamarla”. Y lo aceptó y quedaron en buenos términos.

 

Y desde entonces, han pasado 7 años y Camila es visitada por su madre en base al tiempo acordado en el divorcio, y dispone de tiempo para verla y llevarla a donde ella quiera. Y Christoffer, lo ha tomado con gran madurez, porque, lo que pudo haber sido una vida de “perros”, de reclamos y de anidar rencores contra alguna de las partes, Camila ha crecido con el cariño de su madre que la ve en temporadas y de su padre,  que la ha criado con amor, respeto y atención permanente.

 

Son muchas anécdotas, las que me platica, que ha vivido en su papel de padre-madre, como por ejemplo:

 

1.-Cuando de bebé, tenía que entrar a los baños de mujeres para poder cambiar de pañal a Camila reclamando, ¿por qué los baños de hombres no tienen ese servicio si también hay padres solteros? Y ya de más grandecita, el meterse él a los baños de damas, con el permiso de las usuarias para que la niña hiciera sus necesidades, aceptando la mirada de molestia de las damas.

2.-Cuando tuvo que adaptar su pequeño salón de belleza, pidiendo disculpa a sus clientes para poder atender, al mismo tiempo su trabajo y a la niña. Ahí predominaron: primero el “bambineto”, el morral con mamilas y comida preparada; después  las sillas especiales de bebé, luego un corral para que diera sus primeros pasos; después a un montón de juguetes y casitas de muñecas, y hasta la fecha las muñecas y las tablets y mini-laptop, etc., lo que algunos clientes, con razón, les llega a molestar porque se sienten incomodos por los “objetos” de alrededor. 

3.- Cuando tuvo, por las razones anteriores, perder a algunos clientes importantes, afectándole el bolsillo. Pero así tenía que ser y eso no le importó. Lo  que ganaba se le iba en guarderías y desde luego colegiaturas de kínder. Pero poco a poco fue acostumbrándose a vivir modestamente pero dando todo lo que tiene a su hija para ser el mejor padre-madre que Camila podría haber escogido en su vida.

4.-Cuando en ocasiones debió cancelar citas, porque la niña se enfermaba de improviso o tenía que asistir a las juntas de padres en la escuela, a las vacunas, etc.

5.-Cuando un día Camila, le dijo algo que debía ser normal: “porqué mamá se va cada fin de semana y no me lleva con ella. Y eso le preocupaba a él, porque oía que las amiguitas le decían que era huérfana y que la mamá no la quería. Lo que él siempre se encargó de aclararlo, lo entendieran o no.

6.-Cuando un día Camila, se peleó en la escuela porque le criticaron que su padre fuera peinador y ella defendió a su papa con energía. Lo que le hizo sentirse muy orgulloso de ella, porque le demostró que lo quería, etc. etc.”

 

En fin, que para Christoffer la historia no ha sido fácil y aún no termina. Recientemente le comentaba–con mucho respeto–mientras me cortaba el cabello: “Por qué no mandas a tu hija a danza, o a hacer un deporte, porque no es muy recomendable que esté ociosa;  tiene que aprender a ser responsable y disciplinada”. Y me dijo: “qué más quisiera pero me las veo duras. Y no es queja, sólo que me gustaría encontrar un institución que le dé una beca en esas actividades para que ella sea más refinada y además responsable de sus actividades diarias… Pero debe ser una institución de confianza, porque hoy con tanta inseguridad me da miedo que ella esté sola y sin nadie que me la cuide, mientras yo trabajo.  Ella sí lo  aceptaría sin duda”.

 

Y es que aún le viene años de intranquilidad paterna normales, pues su hija apenas empieza a desarrollarse y a despertar en muchos aspectos. Seguramente en su momento, sufrirá lo de todos los padres, cuando le toque recibir a los galanes tras ella y se preocupará porque algún día ésta encuentre el amor y decida ser feliz, como él así lo sueña. Pero, como lo sabe, afirma: “me preparo todos los días para ese momento”.

 

Igualmente, compartiendo con algunas amigas que también entienden el caso, le han comentado: “Christoffer, porque no te buscas una pareja y a ello contesta: porque no ha llegado, y no me gustaría unirme a alguien sólo para que sea mamá y no para que sea pareja en toda la extensión de la palabra…cuando llegue no lo voy a pensar”.  Camila, hoy es el orgullo de su padre y seguramente también de su madre (porque ésta también fue honesta y como veo las cosas, no hay rencores), pero pronto será una jovencita, y aunque hoy ha sido educada en buenos ejemplos y con buenos valores, necesita apoyo y mucho cuidado.

 

Y como este es un caso muy interesante y humano, que no es película, que es real, hago un llamado para despertar la atención hacia los jóvenes padres solteros, pero principalmente de las instituciones como el DIF–por las guarderías y dinámicas para papás en soltería –, el Sector Salud –por el asunto de la orientación para la sexualidad para atender a los hijos–, a las Secretarías del Trabajo y Educación–en el asunto de crear a temprana edad hábitos de trabajo y de estudio a niños y jóvenes, etc.–; porque así como se apoya a las mujeres trabajadoras, se pueda apoyar a padres responsables, como Christoffer. Nunca sobrará la orientación de los profesionales, tanto para padres como para hijos, para que las cosas marchen mejor y se asegure un buen futuro para éstos.

 

El ser un buen padre o madre, es un acto sublime que se revierte en satisfacciones y bendiciones siempre. Casos como el que hoy nos ocupa…existen y, son cada vez más frecuentes en la actualidad y por eso me atreví darlo a conocer, porque dibuja: cómo un hombre se quitó la vergüenza y con valentía, cariño, esfuerzo, sacrificio y dignidad, asumió la paternidad total y ello, sin duda,  lo ha hecho mejor persona y un gran ejemplo.

 

Gracias y hasta la próxima

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