El ‘patético’ final del Ángel de la muerte de Auschwitz

El escritor y periodista Olivier Guez explica en su novela cómo el nazi más buscado evitó pagar por sus crímenes

Por Raquel Quelart/La Vanguardia

Las atrocidades del Tercer Reich han sido relatadas una y otra vez en decenas de libros y películas, como bien sabe el periodista y escritor Olivier Guez (Estrasburgo, 1974). Es por ello que en su última obra –La desaparición de Mengele (Tusquets)– da un paso más al novelar otra parte de la historia: la vida en clandestinidad de uno de los criminales nazis más buscados, la del sádico médico del campo de exterminio de Auschwitz, llamado “el Ángel de la Muerte”, Josep Mengele (1911-1979).

Un relato brillante, preciso e introspectivo en el que el autor no sólo retrata la personalidad del personaje, sino también esclarece la trama por la que este asesino y torturador consiguió evitar pagar por sus crímenes. La justicia alemana, la Mossad –agencia de inteligencia de Israel– y el célebre cazador de nazis Simon Wiesenthal intentaron seguir sin éxito el rastro del oficial nazi, que en 1949 llegó a Argentina, donde trató de llevar una vida corriente.

“Quise saber si fue castigado de algún modo en Sudamérica”

Olivier Guez
Autor del libro

Sin embargo, a partir de ahí empieza un periplo durante el cual cambia diversas veces de nombre y acaba viviendo en Paraguay y Brasil, con la misma impunidad con la que otros muchos nazis encontraron un refugio en Sudamérica tras la Segunda Guerra Mundial. Países que “los ayudaron o cerraron los ojos” cuando éstos se instalaron en ellos, recuerda el autor, a pesar de los relatos sobrecogedores que llegaban sobre el Holocausto desde el otro lado del Atlántico.

De este modo miles de criminales nazis escaparon de la justicia, algunos de los cuales aparecen mencionados en el libro, como Adolf Eichmann. El teniente coronel de la Schtzstaffel (SS), responsable directo de la “solución final”, se fugó a Argentina tras la guerra, donde fue secuestrado por la Mossad, trasladado a Israel, juzgado y ejecutado en la horca.

Sostenido económicamente por su familia en Alemania y por protectores filonazis, Mengele fue escabulléndose de sus perseguidores a pesar de que poco a poco iban saliendo a la luz cada vez más testimonios sobres sus prácticas crueles y macabras en Auschwitz. “Embutido en su inmaculado uniforme, el ‘Ángel de la Muerte’ se erguía radiante en la rampa de selección [del campo de concentración], aterrorizando a los gemelos del ‘zoo de niños’ que se había asignado en un barracón”, explica Guez, que ha obtenido el premio Renaudot 2017 con esta novela.

El periodista colabora con grandes medios internacionales, como 'New York Times', 'Le Monde' o el 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' El periodista colabora con grandes medios internacionales, como ‘New York Times’, ‘Le Monde’ o el ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’ (JF Paga / Grasset)

Si bien el autor evita recrearse en los detalles más morbosos de las fechorías del temible Mengele, deja constancia de ellos a lo largo de la obra. Como, por ejemplo, cómo con un movimiento de bastón sellaba la suerte de sus víctimas: a la izquierda, la muerte inmediata, las cámaras de gas; a la derecha, la muerte lenta, los trabajos forzosos o su laboratorio.

Allí torturaba a enanos, gigantes, tullidos y gemelos con el fin de desvelar los secretos de la gemelaridad, de producir superhombres y de acrecentar la fecundidad de las mujeres alemanas para que algún día la raza nórdica poblara los territorios del Este. Unos experimentos que acarrearon un gran sufrimiento a innumerables niños, mujeres y hombres mientras las llamas devoraban a miles de judíos en los crematorios.

Olivier Guez asegura que le obsesionó Mengele desde pequeño, desde que descubrió la existencia del médico torturador de Auschwitz al ver en televisión Marathon Man (1976) y Los niños del Brasil (1978), películas que alimentaban la leyenda de que el criminal nazi continuaba propagando el mal tras la Segunda Guerra Mundial.

Débil, mediocre y sin cualidades

Empezó a indagar sobre su auténtica vida en 2014, cuando trabajaba en el guión de una película que seguía el rastro de Adolf Eichmann en Argentina, con quien Mengele se había relacionado durante su estancia en Buenos Aires. “Yo quise saber por qué y cómo se las arregló para escapar. Y en un plano más metafísico, si fue castigado de algún modo en Sudamérica”, comenta el autor.

Para ello, el periodista francés leyó los testimonios de las víctimas que habían conseguido sobrevivir a Auschwitz y del médico judío húngaro Miklós Nyiszli, a quien el nazi utilizó de escalpelo. “Al parecer, más de una vez grité ‘¡Mengele!’ en sueños”, comenta al recordar los meses en los que profusamente se dedicó a investigar.

Pero también Guez, que ha trabajado ruante más de 12 años en la posguerra alemana, europea y sudamericana, viajó a los lugares clave de la vida del médico y antropólogo nazi: su ciudad natal –Günzburg, en Baviera-, donde su familia era dueña de industrias, y también visitó Argentina y Brasil. “En São Paulo descubrí la granja donde Mengele ‘se enterró’ durante diez años”, cuenta el autor en alusión a la larga etapa en la que el oficial de la SS convivió con una familia de origen húngaro.

Identificación de Josep Mengele Identificación de Josep Mengele (Fotografía de portada del libro)

“No os dejéis fascinar por el mal”

Olivier Guez Autor del libro

Guez admite que, por tal de narrar con exactitud el periplo de Mengele por Sudamérica, recurrió a la forma novelesca, si bien reconoce que “determinadas zonas de sombra [sobre la vida del nazi hasta su muerte] probablemente jamás se esclarecerán”. Por ejemplo, ¿cómo fue posible que el médico de la SS lograra escapar a sus perseguidores durante 30 años? ¿De qué complicidades se benefició?

“Con esta historia, un enigma moderno, yo quería contar a la gente cómo de fácil es para un hombre corriente –débil, mediocre y sin cualidades- hacer daño a la gente. La historia de Mengele es un aviso para nuestros tiempos modernos”, argumenta el periodista, que al tiempo lanza la siguiente advertencia: “No os dejéis fascinar por el mal”.

En este sentido cuestiona cómo pudo el oficial de la SS infligir una violencia tan terrible a otros humanos. Una pregunta que intenta responder a través de diseccionar en la obra la manera de pensar de este lacayo de Adolf Hitler, que define como vanidoso y cínico. Asimismo, señala que pasar tres años pensando en el bávaro cada día “puede ser deprimente”. Y asevera: “Mengele es lo peor que los humanos pueden ofrecer”.

Y aunque nunca fue capturado, el escritor sostiene que tuvo un final “patético”, al igual que el del sanguinario conquistador de Aguirre, la cólera de Dios, la película de Werner Herzog que habitó la escritura y la imagen que se había trazado del criminal oculto en la jungla, cada vez más enloquecido, aislado del mundo y de la civilización.

“No me lo invento. A pesar de que pensaba que era superman, acabó como una rata, solo, enfermo y paranoico”. Preguntándose quizás cómo uno puede escapar –como escribe el autor en el libro- de una prisión a cielo abierto, lo que nos puede hacer llegar a pensar que en realidad Mengele desapareció mucho antes de morir.

“Josep Mengele acabó como una rata, solo, enfermo y paranoico”

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