El Londres de los espías

Sede central del MI6 británico en Vauxhall Cross, junto la orilla del Támesis, en Londres

Reportaje

Las iglesias, pubs, parques, puentes, cementerios y hasta bloques de pisos de Londres esconden secretos que han cambiado el curso de la historia

Por Rafael Ramos/La Vanguardia

Hay ciudades inseparablemente unidas al mundo del espionaje, en cuyos cafés, hoteles, parques y callejas se han intercambiado secretos que han alterado el curso de la historia: el Estambul del imperio otomano y la Primera Guerra Mundial, la Lisboa y el Beirut de la Segunda, la Viena y el Berlín de la guerra fría… El parque Gorki de Moscú y los restaurantes de Georgetown, en Washington DC, han tenido sus momentos. Pero ahora, en los tiempos de la guerra cibernética, industrial, cool o como se la quiera llamar, es el turno de Londres.

A mitad de camino entre Estados Unidos y Europa, cocapital mundial de las finanzas junto a Nueva York, escenario de movimientos anuales de dinero, de compras y de adquisiciones de compañías por valor de billones de euros, sede de empresas que guardan como oro en paño valiosísimos secretos comerciales y de un entramado de bancos que lavan dinero a espuertas, refugio de adinerados oligarcas rusos amigos o enemigos de Putin, Londres atrae a los agentes secretos como la miel a las abejas. En los últimos tiempos, no ha habido en ninguna otra parte del mundo incidentes de espionaje tan notables como el asesinato en el 2006 de Alexánder Litvinenko y el envenenamiento hace unos días (en Salisbury, a una hora de la capital) de Serguéi Skripal y su hija Yulia.

La casa de Philby o la tumba de Litvinenko son visitadas como las mansiones de los actores en Beverly Hills

Vaya uno donde vaya, pasa por la puerta sin darse cuenta de sedes de servicios secretos, búnkeres y túneles construidos para albergar al Gobierno y a la familia real en caso de una guerra nuclear, lugares donde han vivido notables espías y otros han sido asesinados, estaciones de metro abandonadas, teatros e iglesias en los que han operado o han sido detenidos agentes extranjeros, parques en cuyos bancos han cambiado de manos sobres, llaves de memoria o microchips (según las épocas) con información por la que los gobiernos están dispuestos a matar, centros de reclutamiento, adiestramiento y desarrollo de armas, garajes donde se reparan y adaptan los coches de las organizaciones de inteligencia y seguridad, pisos francos para interrogar o proteger a operativos, edificios desvencijados con compañías fantasma que lavan dinero o cementerios donde están enterrados quienes no han sobrevivido al juego letal de los James Bond de la vida real .

En Beverly Hills hay visitas organizadas a las casas de los artistas; en Londres, a los puntos neurálgicos del mundo del espionaje. Un recorrido típico comienza en la Thames House de Millbank (1), una mole de piedra gris en el lado sur del puente de Lambeth, junto al Támesis, sede desde 1992 del MI5 (servicio de inteligencia encargado del contraterrorismo y la seguridad interna). Ningún cartel lo anuncia, aunque todos los taxistas y espías extranjeros lo saben, es un secreto a voces. Construido en 1928 después de que unas inundaciones arrasaran las chabolas que había allí, no se trata de un edificio hecho a medida de la agencia de espionaje interno, sino que ha sido sede de empresas como la multinacional química ICI.

Tumba de Alexánder Litvinenko, en el cementerio de Highgate Tumba de Alexánder Litvinenko, en el cementerio de Highgate (Jim Dyson / Getty)

Entre 1945 y 1976 el MI5 estuvo en pleno Mayfair, en un edificio de la Curzon Street llamado Leconfield House (2) que hoy es un bloque de apartamentos de lujo, de esos que compran los inversores rusos, de las ex repúblicas soviéticas y los países del Golfo, y permanecen vacíos la mayor parte del año. El barrio más noble de Londres y más asociado con el dinero viejo es el lugar de residencia favorito de los oligarcas procedentes de Moscú y San Petersburgo, amigos y enemigos de Putin. Allí están las oficinas de la empresa que hacía de tapadera a las actividades de Litvinenko y el Millenium Hotel (3) de Grosvenor Square, vecino de la embajada de EE.UU., donde en el 2006 se tomó un té verde en el que dos emisarios de Putin habían vertido un chorro de polonio que al cabo de 23 días en el hospital lo llevó a la tumba. Vivía en Muswell Hill (4), al norte de la ciudad, donde todavía reside su viuda, Marina, y está enterrado en el cementerio de Highgate (5), en compañía tan ilustre como Karl Marx y el cantante George Michael. Borís Berezovksi, un magnate que figuraba en la lista negra del Kremlin y cuyo suicidio plantea muchas preguntas, yace en el camposanto de Brookwood, en Surrey (6).

El MI6 –agencia de inteligencia exterior, la de Smiley y las novelas de Le Carré– nació a principios del siglo pasado, cuando el Reino Unido empezó a preocuparse por los designios imperiales de Alemania. Ante el infundado temor popular de un inminente ataque germano, el primer ministro Herbert Asquith creó en 1909 un servicio secreto del que puso al frente a un oficial de la Royal Navy llamado Mansfield Cumming, que ni tenía experiencia en esas lides ni sabía idiomas, pero era bastante peliculero, firmaba con tinta verde invisible y para llegar a su despacho en Whitehall Court (7) (hoy el hotel de lujo Royal Horseguards, junto al Playhouse Theatre y el Embankment) había que pasar por laberintos y dar una serie de claves secretas.

El disidente búlgaro Markov fue asesinado con un paraguas envenenado en el puente de Waterloo

El MI6, lo mismo que el MI5, ha hecho numerosas mudanzas, aunque oficialmente, de cara al público, nunca ha estado en ninguna parte. Pasó muchos años en las Ashley Mansions (8), un edificio anónimo de la Vauxhall Bridge Road que hoy alberga una empresa llamada Front Technologies, y que por aquel entonces compartía con una oficina de correos y la firma de exportación e importación Messrs Rasen and Falcon Limited, sentando así los bases de lo que aún es la tapadera favorita de los agentes dobles británicos. Skripal y su handler español, de nombre en clave Luis, se dedicaban en teoría a vender vinos de Rioja.

Cumming murió en 1923, y en su honor todavía hoy el director del MI6 es conocido simplemente como C. La agencia se trasladó al número 54 de Brodway (9), junto a la estación de metro de Saint James Park, disfrazada como la Compañía Minimax de Extinción de Incendios. Ello no confundió a los alemanes, que tenían apostado en la acera de enfrente a un espía que se hacía pasar por un vendedor ciego de cerillas y anotaba todas las entradas y salidas. Tras pasar por la Century House (hoy un bloque de apartamentos cerca del Museo Imperial de la Guerra) (10), el circo –como Le Carré llama a la organización en sus novelas– ocupa desde 1994 un estrambótico edificio en Vauxhall Cross (11) que costó 200 millones de euros, se supone que es resistente a las bombas y está conectado con Downing Street por un entramado de túneles bajo el río.

Teatro Old Vic, donde fue detenido el topo Gordon Londsdale Teatro Old Vic, donde fue detenido el topo Gordon Londsdale (DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP)

Pero todavía mucho más misteriosos que las sedes oficiales del MI5 y el MI6 son los clubs exclusivos de Saint James (12) utilizados por los agentes para reunirse, entrevistar y reclutar a candidatos, como el White’s y el Boodle’s, o el Inn and Outde Piccadilly (13), al lado de la estación de metro de Green Park, que fue residencia de lord Pal­mers­ton y donde se articuló el plan para hacer creer a Hitler que el desembarco de Normandía sería en otro sitio. O la “escuela de espionaje” que había en el número 296-302 de Borough High Street (14), cerca de London Bridge. O el garaje de Barnard Road, en Clapham Junction (15), hoy un supermercado Marks and Spencer, donde hasta los años setenta mecánicos cuya vida era examinada con lupa preparaban los coches de los 007.

Los puentes de Londres tienen mucha miga. En el de Waterloo (16), mientras esperaba el autobús, el disidente búlgaro George Markov fue asesinado en 1969 con un paraguas cuya punta contenía veneno. Y en el de Blackfriars (17), una mañana de 1982, un funcionario de Correos se encontró colgando de un andamio el cadáver de Roberto Calvi, apodado “el banquero de Dios” y vinculado al escándalo de la Banca Ambrosiana. En la capital inglesa no se puede ir muy lejos sin tropezarse con algún escenario memorable en la historia del espionaje. Ya sea el Café Dalquise de South Kensington (18), un restaurante polaco que todavía existe donde Christine Keeler comía con sus amantes, ya fuera el ministro inglés John Profumo o el agregado naval de la embajada rusa, Yevgeni Ivanov. La impresión de que sacaba secretos al primero para pasárselos al segundo estuvo a punto de hacer caer el gobierno de Harold MacMillan.

Lugares clave del espionaje en Londres Lugares clave del espionaje en Londres (LVE)

Cerca, en Knightsbridge, las columnas del oratorio de Brompton (19) fueron durante la guerra fría uno de los puntos favoritos de encuentro de los agentes del KGB. Igual que la iglesia también católica de la Santísima Trinidad (20), detrás de cuya estatua de San Francisco de Asís se han escondido innumerables mensajes cifrados. En la estación de Mornington Crescent (21) se reunía el agente ruso Yuri Modin con Kim Philby, que llegaba en metro desde su casa en la elegante Carlyle Square de Chelsea (22). En el teatro Old Vic (23), de Waterloo, fue capturado Gordon Lonsdale, un topo del Kremlin. Y en el hotel Charing Cross (24) denunció el científico David Kelly a un periodista que las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein eran un invento. Poco después se suicidó. O esa es la teoría oficial… Londres, un espía en cada esquina.

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