El silencio de Los Pinos

En otras partes, manotazo

En Veracruz, la complicidad

Por Luis Velázquez/ blog.expediente.mx

LOS PINOS, EN EL LIMBO

PASAMANOS: Veracruz sangre y el silencio de Los Pinos resulta impresionante.

En Veracruz, la vida está prendida con alfileres (fuego cruzado, muertos, secuestrados, desaparecidos, fosas clandestinas, cadáveres flotando en los ríos, cuerpos sin vida en medio de los cañaverales, osamentas a la orilla de la carretera, etcétera) y Los Pinos callan. Guardan silencio. Andan en las nubes.

En Veracruz plagian niños y los desaparecen y los matan y el silencio de Los Pinos es peor que “el silencio de las mariposas”.

En Veracruz hay “un desorden administrativo, un caso financiero y corrupción política” y el silencio de Los Pinos es peor que el silencio sepulcral.

El gobierno priista de la tierra jarocha ha sido llevado a la denuncia penal por la Auditoría Superior de la Federación en contra de 19 duartistas acusados de irregularidades en los recursos federales y el silencio de la PGR, y de Los Pinos, es avasallante, y al mismo tiempo, oh paradoja, indicativo.

En la tierra jarocha hay miedo, pavor, zozobra, incertidumbre, por salir a la calle de noche y estar con los amigos en el cafecito y/o en el antro, y el silencio de Los Pinos anda en 46 países del mundo trotando como en los mejores tiempos de Adolfo López Mateos, quien cada día, reza el adagio popular, preguntaba si le tocaban “viajes o viejas”.

En Veracruz la población sufre y sufre en silencio y aguanta vara por la ausencia de un familiar, un compadre, un amigo, un vecino, un conocido levantado, desaparecido y asesinado, y el silencio de Los Pinos lo dice todo.

En Veracruz resulta angustiante el silencio de Los Pinos: el presidente de la república asestó un manotazo en Guerrero y Michoacán, deponiendo a los gobernadores (Carlos Salinas cambió a 17), y en Tamaulipas y Oaxaca, cercándolos, y no obstante que aquí, entre nosotros, el Estado de Derecho constituye una entelequia, una utopía, una posibilidad, Los Pinos cometen el peor pecado de omisión según la ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos, como es dejar hacer y dejar hacer.

CALLAN LOS PINOS ANTE EL SUFRIMIENTO HUMANO

BALAUSTRADAS: Veracruz sangra y Los Pinos callan.

Lo peor, callan ante el sufrimiento humano, el corazón doliente, en cada familia, en cada persona, temerosa de una bala perdida, un asalto en la ciudad y en el despoblado, un robo en la madrugada, el saqueo de un negocio.

En Veracruz, nadie está a salvo y el silencio de Los Pinos abruma, decepciona, desencanta, desanima y descarrila toda esperanza social.

En Veracruz, como en el resto de la nación predomina la cultura del tlatoani, el jefe máximo del priismo, el non plus ultra de la política, pero el gurú de Los Pinos se hunde en el silencio de manera inexplicable, de hecho y derecho, como si tolerara cada una de las acciones y decisiones que ocurren, la penúltima, la madriza a los burócratas y pensionados que sólo reclamaban el pago retroactivo desde hacía once meses.

En Veracruz, la fama pública consigna que la elite priista en el viaje sexenal se ha enriquecido y no obstante el silencio de Los Pinos resulta tan ominoso como el silencio del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso y la Contraloría, hermanitos gemelos de la complicidad.

En Veracruz, los recursos federales y estatales han sido desviados quizá a otros programas, a otras regiones, a otros bolsillos, al jineteo bursátil, y el silencio de Los Pinos se vuelve cómplice, y lo peor, aliado, mínimo, bajo sospecha, cuando cada ciudadano se pregunta las razones por las cuales el presidente se lava las manos igual que Poncio Pilatos ante el asesinato de los niños de Jerusalén, porque había nacido el salvador del mundo.

VERACRUZ, DEL DOLOR AL CORAJE SOCIAL

ESCALERAS: Veracruz sangra y Los Pinos callan.

Callan, ante el pitorreo del gobierno jarocho con el grito callejero, con la madre de la hija desaparecida clamando justicia, el pensionado irritado con los cheques de hule, el estudiante becado exigiendo el pago pendiente desde hace once, doce meses, el senil excluido del subsidio que porque cobraban dos pensiones desde hace cuatro años.

Veracruz está dolido. Cada mes, cada semestre, cada año, el dolor humano se ha traducido en coraje social. Y luego, brincado al resentimiento. Y después, incluso, al odio a la clase gobernante. Y sin embargo, Los Pinos andan en el limbo, igual que Carlos Salinas, quien nunca expresó voluntad política ni social para oír y ver a los perredistas, 600 de los cuales fueron asesinados en su sexenio.

Veracruz sangra y Los Pinos callan. Pero en la superficie y en los rincones sociales germina la inconformidad popular traducida en el hartazgo y que más allá de la protesta pública con la marcha y el discurso incendiario, podría llegar a las urnas en rechazo al partido tricolor y sus candidatos.

Ni hablar, como un jinete apocalíptico, el silencio de Los Pinos ante el Veracruz dolido se les ha revirado en la pérdida de la confianza y en la pérdida del respeto, pero al mismo tiempo, se les habrá de revertir en una derrota electoral sin precedente, a menos claro que como afirma Giovanni Sartori, en política suele ganar el dueño del dinero para comprar el voto al precio que sea, sin importar el cochinero.

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