En un lugar de la cancha. Expresiones futboleras sin dar una patada al diccionario

El Día del Libro, que se celebra mañana, y LaLiga nacieron casi a la vez. En estos 90 años, el lenguaje del fútbol ha empapado la literatura y el habla popular. A cualquiera le pueden meter un gol por la escuadra

Por: Alejandro Martín/El País

El recientemente fallecido Rafael Sánchez Ferlosio, con su notoria aversión al deporte, lamentaba que ya a nadie le engañaran sino que le “metieran un gol”.Tenía razón, tanto que es habitual hoy leer en titulares de prensa declaraciones de concejales y hasta ministros a los que han «colado goles por la escuadra». Hace un siglo el fútbol se nutrió, para poder ser contado, de un buen número de términos preexistentes, dotándolos casi siempre de un nuevo sentido. Pero luego, por su influencia e implantación, ha sido el lenguaje del fútbol el que lo ha invadido todo. Lo recordamos ahora ante un nuevo Día del Libro, una efeméride que nació en 1926, apenas tres años antes que LaLiga.

FRASES FUTBOLERAS QUE USAS A DIARIO (I)
A bote pronto: sin meditar. Casarse de penalti: matrimonio a causa de un embarazo. Chupar banquillo: esperar a que llegue la oportunidad. Colgar las botas: retirarse. Cortita y al pie: hacerlo fácil.

Para ilustrar el autoengaño voluntario en que cae uno de sus personajes el escritor italiano Luciano Bianciardi dice que “se regatea a sí mismo”. El guardameta y premio Nobel de Literatura Albert Camus, que dejó por escrito lo mucho que le debía al fútbol en 1957 en France Football, para hablar de la imprevisibilidad de la vida dice que “el balón nunca viene por donde uno quiere”. El lexicólogo y traductor Eduardo Vallejo da una explicación al poder de influjo del fútbol en las palabras: “Las pasiones y obsesiones de cada época siempre modifican el lenguaje, son causa de introducción de neologismos y expresiones, y el fútbol es la de ahora”.

El vocabulario del cual se apropió el fútbol en origen vino en buena medida del ámbito bélico: defensa, ataque, contragolpe, cañonazo, testarazo… Ariete, que en su raíz latina designaba la cabeza del carnero, devino luego en arma de asedio medieval y, de ahí, pasó a convertirse en el delantero centro, el que remataba a puerta. Manuel Seco ya recoge en el año 2000 en su Diccionario del español actual la deportiva como la acepción más popular. Tomó incluso términos de la mitología: el cancerbero, el perro de Hades, pasa a ser quien guarece la portería.

Portero, guardameta, cancerbero o arquero. ¿Dónde se usa cada una?

Y en otras ocasiones, es el fútbol el que provee a la sociedad de léxico nuevo. “Concibo a una tía de mi mujer, mayor y tan desafecta del fútbol como Ferlosio, diciendo de un político al que ha visto en un debate que no paró de echar balones fuera o de una vecina de un pueblo de Castilla que se casó de penalti. Lo diría sin tener idea de qué significa eso en fútbol”, relata Vallejo.

El lexicólogo ofrece inmediatamente pruebas escritas de cómo esas expresiones permearon en la sociedad. En 1951 en Revista de Occidente el arquitecto Fernando Chueca Goitia, cargando contra los que discutían de fútbol junto a «taberneros de barra de cinc», escribe: “Las clases bajas, y muy especialmente las madrileñas, utilizarán en su lenguaje, en constante transformación, los términos del día: para dar a entender lo que hace un hombre que quiere ganar tiempo en un asunto, dicen que está tirando balones fuera”.

Albert Camus con su equipo de fútbol en Argel hacia 1930. Él jugaba de portero. En la imagen, en primer plano, con gorra y camisa negra.
Albert Camus con su equipo de fútbol en Argel hacia 1930. Él jugaba de portero. En la imagen, en primer plano, con gorra y camisa negra. Centre Albert Camus

Durante muchos años la gente se ha «casado de penalti», una expresión que nace de una asociación de ideas entre la pena máxima en el fútbol y la por muchos considerada peor falta a la moral pública de la sociedad de hace un tiempo. Camilo José Cela en 1962 ya la recoge en su Enciclopedia del erotismo: “Cuando se accede al matrimonio impelido por razón de embarazo”, describe especificando que es válida tanto para el futuro esposo como para la mujer encinta.

El fútbol a veces devuelve a la sociedad las palabras que había tomado prestadas, aunque con un nuevo significado. Podemos escuchar por doquier hablar de un piscinazo, cuando alguien simula. Tirarse a la piscina es, casi siempre, atreverse, demostrar arrojo, aunque ese sentido convivió con un uso minoritario que daba idea de fingir. De ahí proviene el piscinazo del fútbol. No es exactamente un neologismo (como en el caso de cantar o cantada, italianismos que fueron adquiriendo matices hasta derivar en chivarse y equivocarse flagrantemente). En varios países de Latinoamérica era la denominación de una fiesta en la piscina. En España, Francisco Umbral, tal como documenta Emilio de Lorenzo en El español de hoy, lengua en ebullición, inventó una personalísima definición de piscinazo: “acto de tirar los libros indeseados a una piscina”. Pero desde que los delanteros empezaron a abusar de sus dotes teatrales, este significado se ha impuesto también fuera del campo.

FRASES FUTBOLERAS QUE USAS A DIARIO (II)
Dar bola: hacer caso a alguien. Dejarla botando: propiciar algo o poner fácil la réplica a alguien. Echar balones fuera: desentenderse.  En el descuento: cuando algo ocurre por los pelos. En fuera de juego: cazado en un renuncio o haciendo algo impropio.

La primera vez que se hizo la ola fue en un estadio y es, por tanto, una expresión surgida en el deporte. Fue en el Mundial de México 1986, de hecho en inglés se denomina the mexican wave, la ola mexicana. Sin embargo, en muy pocos años puede empezar a leerse en sentido figurado en la prensa, como sinónimo de alabar.

Pero no todos los términos y expresiones vuelven: algunos acaban por restringir su significado y uso al deporte. Gol, sin ir más lejos. Aparece ya en el diccionario en 1927. Se adaptó del inglés para referirse a “meta, término, hito”. Las apariciones en escritos más antiguos, normalmente en plural, goles, solían señalar en realidad con grafía incorrecta a gules, un color heráldico. No obstante, ya en 1936 gol desaparece con ese sentido y queda únicamente como: “En el juego del fútbol, suerte de entrar el balón en la portería”.

FRASES FUTBOLERAS QUE USAS A DIARIO (III) Estar la pelota en su tejado: depender un asunto de la otra parte implicada. Fuerte y al medio: sin complicaciones. Hacer la ola: alabar, adular a alguien.

Una pachanga es una danza originaria de Cuba y, por extensión semántica, una juerga. Así la emplea por ejemplo Carlos Fuentes en La región más transparente: “Con la pachanga en tu casa, Charlotte, ya fue el colmo. Salí doce veces seguidas en la página social, tú, y al viejito ese todo despeinado que inventó la bomba atómica, ya ves, se muere y ni un lazo”. Sin embargo, a fuerza de que periodistas cuestionaran la entrega de los equipos en encuentros poco trascendentes o amistosos dándoles ese nombre, «pachanga», en 1992 la palabra se incluyó en el diccionario con la acepción de: “partido informal de fútbol o baloncesto”. Los que juega cualquiera con amigos.

El farolillo rojo, el último de una carrera pero también de la clasificación, en fútbol, podría tener, según Vallejo, origen en el que los vagones postreros de un convoy ferroviario solían llevar. El escritor José María Gironella documenta que a los que cerraban la columna militar de Buenaventura Durruti (1896 – 1936) los llamaban justo así: farolillos rojos.

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