Esclava de sus palabras… y sus silencios

Por Maryjose Gamboa/Al aire…

La sabiduría popular no se equivoca. Los seres humanos somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras y Gina Domínguez debería saberlo… Pero claro,  la embriaguez que ocasiona el poder absoluto, la soberbia que provoca el hecho de  creer que un cargo público ha de durar para siempre, y la certeza que una inmensa fortuna -aunque sea de manera ilegal- ha de librarte de las sentencias inapelables que encierran los dichos creados a golpes de experiencia, NUNCA se percató del legado verbal, parte del legado criminal que dejó a su paso, tarde o temprano se convertirían en su principal celda.
El periodista Andrés Timoteo, desde el exilio al que ella, y el resto del Duartismo condenaron hace cuatro años, hace un puntual recuento de sus propias palabras, es decir, de las verdaderas cadenas que  atarán por siempre a la que como bien refiere, fue “dueña de destinos y honras”… Gina Domínguez, la consejera predilecta de Javier Duarte, la implacable represora de voces críticas, la orquestadora de infamias, la mano dura del régimen, la especialista en criminalizar y enlodar a vivos y muertos, la despiadada cómplice de Javier Duarte, hoy EXIGE desde su celda en Pacho Viejo generosidad en el proceso legal que enfrenta,  en las condiciones en las que vive, y en las publicaciones en las que se hable de ella.
Lamentablemente para ella, si nos basamos en sus propias palabras, pues ninguna de las tres cosas son posibles.
¿Un proceso legal “generoso”? Impensable, la ley es la ley y punto, al menos eso decía Gina Domínguez hace apenas un par de años.   “La ley es clara, y no por eso se trata de algo personal, sólo del deber que las instituciones tienen de cumplir con sus funciones”, así de claro lo dijo  cuando se le cuestionó si el gobierno de Javier Duarte hostigaba con montajes perversos a los reporteros críticos utilizando a la entonces Procuraduría de “justicia” del estado para iniciar averiguaciones en su contra, o incluso para maquillar y manipular expedientes hasta recluirlos en una celda.
¿Estancia en prisión en la que se respeten todos y cada uno de los derechos que las leyes le otorgan? Ojalá así fuera. Ojalá de verdad se respeten a CABALIDAD los derechos que ELLA y el DUARTISMO determinaron para las y los presos veracruzanos, porque esos eran los correctos, y así de claro lo dijo cuando en ese mismo penal que se encuentra hoy recluida, trascendió la noticia que el periodista Carlos de Jesús Rodríguez había sido masacrado a golpes por lo que tuvo que ser trasladado a un hospital en el que casi pierde la vida: “Una rencilla entre internos, que fue controlada de inmediato” declaró la entonces vocera de Duarte en público, en privado “un escarmiento para los demás” detalla Andrés Timoteo en su columna del 22 de mayo “La gran Babilonia”.

Gina Domínguez, hasta donde se sabe, vive con el resto de la población, pero en una celda sola, para evitar alguna de “esas rencillas entre internos” que formaron parte del protocolo de “derechos humanos” establecido durante años en las cárceles veracruzanas… Protocolo que efectivamente se respetaba al pie de la letra, aunque nada tuviera que ver con los establecidos en ley.
Incluso, hace poco platicaba con uno de los custodios que dejaban de guardia en la cárcel de Tuxpan en la sección de mujeres (30 en promedio que viven entre 750 hombres porque sólo son separados para dormir en sus respectivas áreas), le preguntaba ¿por qué si escuchaba mis gritos de auxilio cuando cerraban la celda y dos de las cuatro reclusas con las que compartía celda,  pagadas por el entonces director del penal Daniel Rosas, me mostraban una “pequeña parte” del infierno que me esperaba, no acudía? Me respondió que así eran las reglas, vaya el protocolo, y no le quedaba más, y  aún con mucho pesar -que sé que lo sentía- que obedecer.
Qué lejos está Gina Domínguez, de conocer y vivir las verdaderas reglas que ellos impusieron para las y los internos. Pero como desde luego sigue sin aprender aquello de “esclavo de tus palabras”, ella exige se cumplan al pie de la letra los protocolos que determina la Comisión de Derechos Humanos… Comisión por cierto presidida por una de sus “incondicionales”, Namiko Matzumoto. La cual si por “lealtad” a la amiga en desgracia pero en congruencia con lo que han hecho en esa comisión, debería ir a visitarla para explicarle a detalle en qué consistían esos protocolos que ELLOS MISMOS, Fidelistas y Duartistas establecieron, como por ejemplo, asentar como “piquetes de moscos” los toques eléctricos… Tal vez así comprenda la importancia de las palabras. Si se apegaran las autoridades penitenciarias a su solicitud, vaya que la pasaría mal. Mejor que pida que se respeten sus derechos humanos establecidos por el nuevo gobierno, y no los que ella, Duarte, Silva, etcétera, impusieron.
Ahora, respecto a la última solicitud replicada por los que aún mantienen una especie de “convenio” con ella, o con quienes les interesa descarrilar a la actual administración, pues lo veo un poquito más complicado aún. Que nadie la difame, que nadie diga nada de la “pobre señora” señalada de presuntamente desviar más de 105 MILLONES DE PESOS, es más que le lleven al que la denunció, el Coordinador de Comunicación Social del Gobierno estatal Elías Assad, porque que mala la gente que se atreve a siquiera sugerir que fue su perversidad y ambición la que la llevaron hasta ese sitio. De acuerdo,  habrá que tener cuidado y cuidar “su honra”, pero habrá también que recordarle lo que su lengua hizo con la de decenas de compañeros:

Asesinato cobarde del  periodista de NOTIVER Milo Vela, Gina Domínguez dijo, y cito el puntual recuento de Andrés Timoteo: “Ya ven ¿para que escriben lo que escriben? Respecto al homicidio de SU AMIGO Víctor Manuel Baéz: “Coludido con el narcotráfico”. Sobre el incendio y destrozos en las instalaciones del periódico El Buen Tono”: “Auto atentado”. Y probablemente la más “sublime” de sus frases, con la que resumía cualquier agresión a cualquier adversario sin importar si era reportero, activista social, o político: “Si no quieren ver fantasmas, no salgan de noche”…
Si se aplica en ella la sentencia del dicho popular, entonces las únicas respuestas que merece a sus solicitudes, basándose en sus propios dichos, serían: ¿Ya ve, para que robaba lo que robaba? ¿Para qué se coludió con DELINCUENTES? ¿Para qué atentó contra el estado de derecho? ¿Por qué amaba la OSCURIDAD, si no sabe lidiar con los fantasmas?…
Perversa, corrupta, cómplice de la barbarie, y por si le faltaban “monerías”, COBARDE para enfrentar el infierno que hizo vivir a tantos, aun cuando no lo merecían y ella sí.

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