Héctor Yunes: del pantano a la “política de altura”

* El derrotado propone acuerdo político  * Cuando la falta de ética habla  * El fuero y la trampa  * Índira Rosales, primer nombramiento  * A muerte pelean votos de Cosolea  * Longoria y Maye Ánimas insisten en el tema de la pederastia  * Recorte en el ayuntamiento  * Inamovible porque fue “novia de Joaquín”

Por Mussio Cárdenas Arellano/Informe Rojo

No hablan los muertos. Héctor Yunes sí. Devastado en lo moral, vencido en las urnas, despedazado por el repudio social, ya olvidó que el lodo perdura, olvidó el apellido escupido, el agravio personal y propone un acuerdo político por Veracruz.

“Es el momento de hacer política de altura”, se ufana el ex candidato del PRI-rémoras, cuyo andar en el pantano fue histórico, mintiendo y golpeteando, engañando con encuestas cargadas de falsedad, en la cúspide de un timo porque nunca tuvo intención de voto ni podía ganar la elección a gobernador.

“Es el momento de hacer política de altura”, precisa con lenguaje de trampa, el mismo Héctor Yunes que acudió al arsenal de la guerra sucia, la mentira como ariete, agraviando lo mismo al panista y primo Miguel Ángel Yunes Linares, candidato del PAN-PRD, que al abanderado de Morena, Cuitláhuac García Jiménez.

Uno, el panista, era corrupto junto con su hijo Omar, de fortuna ilícita, cómplice del Chapo Guzmán en su primera fuga, pederasta y por ello “enfermo sexual”, “violador” y “abusivo”.

El otro, el moreno lopezobradorista, solía verse y enredarse con Javier Duarte, recibir su apoyo, ser tocado por la mano del PRI para ganar la elección de Veracruz.

Y ahora oferta Héctor Yunes un acuerdo político por Veracruz.

Habla desde el escenario de la derrota, trampeando pues si algo sabe quien venera a Fidel Herrera y de Javier Duarte dice que es “mi jefe político”, es provocar el enredo para complicar la llegada del nuevo gobernador. A río revuelto, trastada de frustrados.

Su llamado es demencial. Ocho días después de su fracaso en las urnas, quiere ser el artífice del Pacto de la Moncloa, versión tropical, dibujando un set en el que, de entrada, nadie ganó.

Tiene mayoría Yunes azul, pero el matemático Héctor Yunes afirma que eso es minoría. Y las minorías no tienen derecho a mandar.

Lo suyo es el embuste. Lo suyo es propiciar un clima de confusión, frenar el avance de Yunes Linares, sus acuerdos con las cúpulas empresariales, el reconocimiento de organizaciones priistas, el gremio sindical que lo asume como próximo gobernador.

Insólito lo que emprende Héctor Yunes pues se ubica a centímetros de un segundo fracaso político, el segundo en una semana, si ninguno de los candidatos que contendieron por el microgobierno de Veracruz, el de dos años, lo secunda en su aventura.

Fuera de lógica, su argumento se finca en que el ganador de la contienda, y por consiguiente su verdugo, su primo Miguel, apenas encabeza una primera minoría.

Y de entrada es verdad. Alcanzó el 34.4 por ciento de la votación total. Sólo que es peor la minoría del PRI con el 30.3 por ciento, y la minoría del Movimiento de Regeneración Nacional con el 26.4 por ciento. Y qué decir de las ínfimas minorías que tácitamente ignoraron al resto de los candidatos.

Mueve a risa su discurso. Dice Héctor Yunes:

“Entender esta realidad podrá fijar las coordenadas de un nuevo acuerdo político para Veracruz”.

Sus coordenadas son trampa, evidente la intención de atrapar en su dinámica a Yunes azul, descarrilar su discurso, demeritar el resultado de la elección.

Miguel Ángel Yunes es, según Héctor Yunes, primera minoría y ya ya ya.

Dispara dardos que no concilian, simulador de la concordia:

“La política de altura es equilibrio y sensatez, madurez y templanza, por lo que en la democracia no hay vencedores absolutos ni derrotados permanentes”.

Él sí. Difícil levantarse de un fracaso tan espectacular, anunciada la derrota, repudiado por ser una extensión del duartismo.

Él, Héctor Yunes, sí es un derrotado permanente, por el poder de los votos de los veracruzanos que en masa, que contundente y categóricamente, le dieron un revés al PRI.

“Estamos dispuestos —expresa— a encabezar una política de diálogo constructivo. Comenzaremos por las oposiciones. Esperaremos que los ofrecimientos de reconciliación, que tanto urgen a Veracruz, se concreten con políticas incluyentes que las validen”.

Refiere el evangelio, según San Héctor, que aunque el PRI “no tenga mayoría de los votos a gobernador, no implica que esos votos no cuenten o sean marginales”.

Por el contrario —puntualizó— establece con toda claridad que hay una abrumadora mayoría de veracruzanos que se opone al discurso del rencor y a la política del odio.

Hay otra abrumadora mayoría de veracruzanos, la que votó y la que no lo hizo, que se opone y repudia al PRI en el poder, la quiebra de Veracruz, la deuda descomunal, el atraco a las pensiones de los adultos mayores, los recursos robados a la Universidad Veracruzana, la corrupción de Alí Bábá y los 40 duartistas, la complicidad de la policía de Arturo Bermúdez con el crimen organizado, la violencia que arroja mutilados y ejecutados, levantados y extorsionados, fosas clandestinas, trata de personas.

Es la abrumadora mayoría que rechazó al PRI y rechazó a Yunes rojo.

Votaron los veracruzanos. Pero no votaron el domingo 5, según Héctor Yunes, para otorgarle una mayoría a nadie, particularmente al nuevo gobierno.

“Eso nos obliga y nos compromete a dialogar, a ceder, a conceder. También a vigilar, a oponer, a equilibrar”, agrega.

Y apunta que terminó en Veracruz el tiempo de los hombres fuertes y de las tentaciones dictatoriales y que es momento de sustituir la mezquindad de hoy y de ayer, por la política de altura.

“Es momento de que impere la ley, las instituciones y la administración pública eficiente. Ese es el mandato de los veracruzanos y es, precisamente, el mandato que vamos no solo a respetar: lo cumpliremos cabalmente”.

Cómo duele la derrota. Funde las neuronas y se pierde el juicio.

Dice que el PRI seguirá el cauce legal que permitirá garantizarle a los veracruzanos que su voluntad será respetada.

Convoca y reta. Insta al acuerdo y a la vez imputa que la elección es fraude, que hay vicios, que hay posibilidad de anular el resultado. O sea, el beso y la mordida.

“Nadie —agrega— está obligado a renunciar a sus derechos y nadie puede imponer sus razones. Ese es el fundamento de la democracia. Agotaremos las instancias correspondientes”.

Luego diría:

“Ejerceremos de inmediato nuestras obligaciones para tener una agenda coordinada con quienes resultaron vencedores y nos representarán en el Congreso del Estado de Veracruz. Haremos valer nuestra fuerza y nos enfocaremos en garantizarle a los veracruzanos que nuestra agenda influya en el futuro de Veracruz”.

¿Dónde se le habrá extraviado la razón? Del pantano quiere emerger hacia el cielo, realizar política de altura, él que fue el ejecutor de la campaña de lodo.

Falto de ética, no midió que la guerra de lodo lo retrató ante el electorado, implacable y sin límites, y que con poder es peor.

Política de altura plantea Héctor Yunes cuando el voto del PRI proviene de la amenaza y la exclusión, la coacción por medio de los programas sociales. Si los beneficiarios de Prospera, adultos mayores, pisos y techos firmes, becas y abasto de leche, votaran en libertad, el PRI no obtendría ni 100 mil votos, acaso los de la burocracia que por años mama de la ubre presupuestal.

Hay que sacudirlo. Hay que recordarle que en la democracia se gana o se pierde por un voto, que los demócratas respetan la decisión de las mayorías, que el ganador tiene derecho a todo y el que pierde no tiene derecho a nada.

Pobre Héctor. Tan ínfimo en lo político, tan baja su ética, suponiendo que la voluntad de los electores de Veracruz puede ser burlada.

Van dos días y nadie toma el guante. Nadie lo secunda. Nadie se da por aludido. Nadie se suma a su proyecto golpista.

Operó en el pantano y ahora ofrece política de altura.

Tierra llamando a Héctor.

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