El Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, promueve en Veracruz una justicia pronta y expedita para todos los veracruzanos, después de que, en los últimos sexenios, la usaron por el contrario como instrumento de dominación y saqueo
Por Miguel López Azuara/Cambio de luces
La noble aspiración de la justicia, desde que hace casi 2,500 años la proclamó el jurista romano Domicio Ulpiano, es dar a cada quien lo suyo, lo que le corresponde. Para eso la ley mandaba, y todavía manda, vivir honestamente y no hacer daño a nadie…
Ulpiano superaba así la atrevida observación de Trasímaco, en La República de Platón, de que “cada gobierno establece las leyes según lo que a él conviene”, con el machacado cuento de que son justas para los gobernados, y al que de ellas se aparta lo castigan por contraventor de la justicia. Algo sabemos en este país.
La historia muestra que la aspiración a la justicia finalmente se impone, como lo hicieron Martin Luther King en los Estados Unidos con los derechos civiles para los afroamericanos, Gandhi para independizar a la India del Reino Unidos, los revolucionarios franceses en La Bastilla para sobreponer el pueblo a la monarquía. Vietnam con Ho Chi Min y Sudáfrica con Nelson Mandela.
En México no hemos perdido la larga batalla por la justicia, aunque avanzamos con esfuerzo y reticencias. Un juez acaba de sacar de la prisión de Almoloya al capo del Cártel del Golfo, por tiquismiquis legales, por reparos de mínima importancia. No todos los intereses son siempre del gobierno. Hay algo podrido en Dinamarca.
Y aquí, a la inversa, el tesonero abogado que en Veracruz preside el Tribunal Superior de Justicia, Edel Álvarez Peña, acerca a los grupos más vulnerables y alejados de la protección de la ley, los tres primeros de 20 juzgados micro regionales en Pueblo Viejo, Álamo Temapache y Coyutla, en el norte del Estado.
Desde allá no es fácil el acceso a los remotos recintos distritales. Por eso la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial concibe estos novedosos juzgados, aptos para atender demandas de carácter civil, familiar, mercantil y penal. Es decir, justicia pronta y expedita. Así sea.
En una reunión de tres horas, celebrada en Tuxpan, Edel instruyó y alentó a medio centenar de muy jóvenes jueces, actuarios y oficiales, que tendrán a su cargo esta nueva tarea, debidamente supervisados, lo que es esencial…
Parece poco, pero es mucho cuando aún existen montones de injusticias, más condenables cuando las víctimas están aisladas y desconocen las variadas formas en que pueden protegerse con la ley, pues para eso es, y debe ser, más ahora, también como sonoro bofetón para quienes recientemente se impusieron a ella y la usaron como instrumento de dominación y saqueo…
Auguramos buen éxito a esta aquí novedosa experiencia.
Porque sin la vigencia de la ley no hay convivencia pacífica. Como dijo don Benito Juárez: El respeto al derecho ajeno es la paz.
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