Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente/Notiver
Más que ratificar los resultados de una elección para renovar el Poder Ejecutivo de la entidad, el Tribunal Electoral del Veracruz (TEV) decretó ayer la validez constitucional de la alternancia, como lo señalaron los mismos magistrados. Fue, pues, la dotación de validez jurídica al cambio político, una nueva etapa que por vez primera después de ocho décadas no incluye –por mandato de todos los que acudieron a las urnas- al Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni por supuesto a esa especie de mafia llamada fidelidad.
Y fue un mal día para el todavía gobernante en turno, Javier Duarte quien ahora tendrá que eliminar la palabra “presunto”- una de sus últimas anclas semánticas para negar la realidad- cuando se refiera al panista Miguel Ángel Yunes Linares, reiterado como gobernador electo, es decir, como su sucesor. Duarte de Ochoa seguramente tuvo un arranque de furia y de diarrea para sumirse después en un cuadro de depresión, abandonándose al trago en playera, bermudas y chanclas, pero son los tiempos que no puede detener ni con la negación ni con el berrinche ni con los barbitúricos.
Yunes Linares crece políticamente, arropado ahora con el fallo judicial -que será ratificado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) si es que fluyen hasta el mismo alguna impugnación- mientras que Duarte de Ochoa disminuye, se difumina del espectro estatal. Faltan menos de cien días para que el panista asuma la posesión de palacio de gobierno y con Duarte presente o no se hará con las riendas del aparato estatal, y entonces cambiará el drásticamente el escenario, el cual será catastrófico para la fidelidad, lo ha prometido Yunes.
Hace un año, el cordobés les dijo a sus columnistas consentidos de Jalapa un silogismo torpe que demostraba su falta de calidad política. Palabras más, palabras menos, les aseguraba que era un demócrata pero no ‘pendejo’ para permitir la alternancia. Toda una contradicción de la teoría política y por supuesto de la convicción democrática que debe ser inherente en un hombre de Estado. Aun así, sus corifeos lo aplaudieron a rabiar, como si hubiera sido una sentencia filosófica deslumbrante. El tiempo se encargó de acomodar en su lugar a Duarte y a sus aplaudidores, quienes se deshacían en pronósticos zalameros.
La ciudadanía que se movilizó hacia las mesas de votación para hacer posible la alternancia política y para poder llegar al suceso de ayer, el veredicto del TEV que validó la alternancia, los veracruzanos superaron todo: el dinero público mal usado para comprar conciencias, la guerra de lodo que alcanzó niveles aberrantes para descalificar al opositor, las amenazas y hostigamiento de patrones, líderes religiosos, sindicales y empresariales, y por supuesto, la injerencia del crimen organizado.
Los veracruzanos saben que esa alternancia no fue una cosa fácil de conseguir y debe cuidarse. La democracia es así, como una planta a la que se le tienen que procurar cuidados diarios para que no muera o se convierta en maleza. Por otro lado, hay que destacar que a diferencia de sus dos antecesores, Yunes Linares llegará al gobierno estatal con una carga de legitimidad real, su triunfo es por el voto ciudadano y no por el fraude como sucedió en el 2004 con el innombrable y en el 2010 con el propio Duarte de Ochoa.
En tanto, la que salió mal parada en el fallo del TEV fue la Iglesia Católica militante, especialmente el arzobispo de Jalapa, Hipólito Reyes Larios –PRIpolito, para la flota- y su vocero, Manuel Suazo, pues los magistrados acreditaron que ambos injirieron en asuntos electorales y se entrometieron en temas concernientes al Estado, por lo que darán parte a la Secretaría de Gobernación para que emita una sanción o un apercibimiento.
QUE SE LA PARTA
Un priísta veracruzano escribe a este espacio para comentar el proceso de expulsión que la Comisión de Justicia Partidaria abrió contra Duarte de Ochoa. Es verdad, dice, que la expulsión podría retardarse -más no detenerse- hasta que haya un fallo judicial de culpabilidad sobre las acusaciones de desvío de fondos públicos y enriquecimiento ilícito que se le atribuye. Empero, hay un recurso que podría acelerar su desarraigo como militante: que se haga oficial la acusación de haber traicionado al tricolor en la pasada contienda electoral.
Para ello será necesario que el excandidato a la gubernatura, Héctor Yunes formalice en dicha comisión el señalamiento hecho ante la prensa de que el cordobés financió al Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y con el aparato estatal apuntaló a su abanderado, Cuitláhuac García Jiménez en perjuicio del proyecto tricolor. Como se recuerda, Yunes Landa dijo que García Jiménez se reunía cada semana con Duarte en Casa Veracruz y el vehículo en que ingresaba pesaba más a su salida, dando a entender que iba por dinero público que le suministraba el gobernante.
Hay una rendija para que Yunes Landa se reivindique ante sus correligionarios de partido al contribuir a que la Justicia Partidaria se la parta a Duarte. En el altiplano no tendrán piedad del gobernante, dice la fuente, pues el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador es enemigo jurado de Enrique Peña Nieto y una amenaza latente para el tricolor en el 2018. La denuncia formal de Yunes Landa será el detonador del castigo partidista contra Duarte y también serviría para asestar un golpe al tabasqueño. Hasta ahí el comentario del militante.
Es interesante la sugerencia pero no deja de ser algo ingenua. Se apesta mil contra uno a que Yunes Landa no hará ninguna acusación formal contra Javier Duarte. Es demasiado medroso, un personaje de saliva. En cuanto al futuro de Javier Duarte, los burlones dicen que en el 2018 será candidato de Morena al Senado, que les cobrará con esa nominación el apoyo recibido en el 2016. Vaya que está desprestigiada Morena en Veracruz pues el colectivo popular la liga con uno de los personajes más aborrecidos del país. Y eso empeora con el anuncio del tabasqueño de que dará amnistía a los corruptos. Tal vez la oferta incluya alguna candidatura. No andan errados los burlones.
Envoyé depuis Paris, France
Editorial
