La ética frente a la desinformación

 
La ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset reconoce y festeja el compromiso de los periodistas con la verdad y con aquellos que no tienen voz
Por Rocío García/El País

“Un periodismo que se dedique a construir, no a destruir, con un lenguaje que serene y no incendie, que descubra en lugar de encubrir, que sea útil a la sociedad, que ayude a comprender y a reflexionar”. Las palabras del maestro colombiano Darío Arizmendi han resonado este jueves con fuerza en la ceremonia de entrega de la 36ª edición de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo, que cada año concede el diario EL PAÍS. Ha sido un acto en el que se ha destacado el compromiso ético de los periodistas frente a la desinformación, se ha reivindicado un oficio imprescindible para las libertades y la democracia y se ha elogiado la decidida vocación de quienes desde los medios de comunicación, ya sean grandes o pequeños, dan voz a todos aquellos que no la tienen.

La ceremonia ha reunido a políticos, profesionales de la comunicación, la empresa y la cultura. Entre los asistentes han estado las ministras en funciones de Defensa, Margarita Robles; de Trabajo, Magdalena Valerio, y el titular de Cultura, José Guirao. También se han unido a la celebración los escritores Manuel Vicent y Almudena Grandes, el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel; el vicepresidente del Santander, Rodrigo Echenique; la presidenta del Consejo de Estado, María Teresa Fernández de la Vega, y el presidente de la agencia Efe, Fernando Garea, así como directivos del Grupo PRISA. La actuación de la cantante Zahara ha puesto la nota musical a la fiesta del periodismo en español, celebrada en el CaixaForum de Madrid.

Iñaki Gabilondo ha abierto la ceremonia reivindicando el gran periodismo en tiempos de confusión: “Es legítimo el estupor y el desconcierto, pero no el desánimo”. La directora de EL PAÍS, Soledad Gallego-Díaz, que ha tenido palabras de recuerdo hacia el político socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, sostuvo que el periodismo es más necesario hoy que hace años, y a la pasión por este oficio responden los trabajos premiados en esta edición. Unas historias que, según la directora del periódico, reúnen no solo grandes investigaciones, sino también pequeñas noticias que el periodista logró convertir en universales, además de “impresionantes despliegues digitales con múltiples narrativas o fotografías que han pasado a formar parte de la Historia con mayúsculas”.

El jurado ha reconocido la ejemplaridad y valentía del colombiano Darío Arizmendi, 30 años al frente del Hoy por hoy de Radio Caracol, y ha puesto su mirada en medios pequeños e independientes. El galardón a la mejor cobertura multimedia ha recaído en el medio digital venezolano El Pitazo, por su trabajo La generación del hambre, coordinado por la venezolana Johanna Osorio, que aborda la responsabilidad del régimen de Nicolás Maduro en la desnutrición infantil a través de las vidas de ocho niños de cinco años. El desgarrador relato de Chamseddine Marzoug, vecino de un pequeño pueblo tunecino, que entierra a los muertos que devuelve el Mediterráneo, contado por Agus Morales y Edu Ponces en la revista editada en Barcelona 5W, ha merecido el premio a la mejor investigación periodística. La poderosa imagen de un grupo masivo de mujeres manifestándose en Bilbao, el 8-M del año pasado, captada por el británico afincado en España Vincent West, se ha hecho con el galardón a la mejor fotografía.

Darío Arizmendi, un hombre positivo y apasionado por su oficio, ha querido desterrar todos los derrotismos que atenazan esa profesión. En su discurso de agradecimiento, ha dicho que el “periodismo de hoy requiere una lectura aguda e inteligente, y realista, de lo que está pasando y lo que se nos viene para sobrevivir con dignidad y solvencia”. Arizmendi se ha preguntado si este oficio está en crisis. “Yo diría que está en transición. Es la sociedad la que se encuentra en medio de una poderosa y profunda turbulencia. Sus instituciones y modelos políticos se quedaron cortos y hoy son incapaces de enfrentar los nuevos fenómenos que asedian a la humanidad. El periodismo es un reflejo de esa nueva realidad y está encarando, con más o menos éxito, la poderosa influencia de las redes sociales, las nuevas tecnologías y las fake news”.

Dedicación y esfuerzo

Un universo, el del periodismo, del que Soledad Gallego-Díaz —que el año pasado recibió el mismo premio que ayer recogió Arizmendi— ha subrayado que no tiene nada que ver con “las cloacas en las que algunos quieren hacernos creer que se mueven”. “Claro que hay lugares que parecen vertederos, pero el periodismo en España, en América Latina y en todo el mundo está lleno de periodistas que hacen su trabajo con dedicación y esfuerzo”, ha dicho la directora de EL PAÍS. Y ha añadido: “No permitamos nosotros, los periodistas, y no dejen ustedes, lectores, que este trabajo se ensucie y desprestigie. El periodismo es imprescindible para la democracia y quienes se empeñan hoy día en negar su función están procurando también socavar la democracia”.

En la línea de defensa del compromiso ético de esta profesión ha intervenido el consejero delegado del Grupo PRISA, Manuel Mirat, que ha destacado la vigencia del periodismo como actividad encaminada a contribuir a la información “cierta y solvente” y a proporcionar “la difusión transparente de opiniones identificadas que contribuyan a la formación de la opinión pública”. Ha apuntado que hoy, más que nunca, “son necesarios los buenos periodistas y los mejor formados, aquellos capaces de contar y transmitir la realidad, de explicar a los ciudadanos con rigor, ética y compromiso lo que sucede”.

Mirat ha recordado a Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián, que dieron vida a EL PAÍS, “una publicación capital en la historia reciente española”. En este sentido, el consejero delegado ha asegurado que “los periodistas de EL PAÍS practicaron, practican y practicarán el viejo principio de que los hechos son sagrados y las opiniones libres”.

Un año más, la ceremonia de los Premios Ortega y Gasset se ha convertido en un foro para la reflexión de lo que Gabriel García Márquez definió como el mejor oficio del mundo. Arizmendi, que estuvo a punto de fundar en Colombia un periódico (llamado El Otro) de la mano de un grupo de soñadores en el que estaba del Nobel de Literatura, ha lanzado una advertencia: “Si no queremos desaparecer, o vernos reducidos a la mínima expresión, sacudámonos con los pies sobre la tierra, con mucho talento y sin temores”.

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