Lamentable final Duartista

•Se le acabó el tiempo…

•Hora de replegarse

Por Luis Velázquez/Barandal

PASAMANOS: A Javier Duarte, JD, se le acabó el tiempo político y social. Lo que anda por ahí es un fantasma, mejor dicho, una caricatura. El ex gordo. “El flaco con oro” le llaman los jarochos.

Por respeto a sí mismo debería refugiarse en la casita de Franky García en Tlacotalpan o en su depa de lujo frente al Golfo de México en vez de causar grima.

Por ejemplo, el lunes 12, entregó “asegún” recursos a campesinos aglutinados por el líder de “Los cabezones”, Ramón Ferrari Pardiño.

Y de pronto, un montón de compitas con sus líderes abandonaron el recinto, molestos, irritados, porque los excluyeron. JD quedó con la palabra en la boca. El rechazo social y el repudio popular.

Durante nueve semanas, luego de la doble derrota priista el 5 de junio (la gubernatura y la mayoría en el Congreso), JD olvidó exprofeso los grandes y graves pendientes de Veracruz (desde la inseguridad hasta la deuda pública, la pobreza, la miseria y la jodidez) y se enfrascó en un pleito verdulero innecesario con el sucesor.

Ahora, las partes volvieron al redil, digamos, de la cordura, pero el daño ya fue causado.

Nunca en aquellos días el góber tuitero se ocupó de lo fundamental. Hacia el final del día, uno y otro quedaron con la fama pública de corruptos. Los estragos de tanto lodo compartido.

Incluso, y con las denuncias penales de la Auditoría Superior de la Federación en la PGR, y la lupa del Sistema de Administración Tributaria y la lupa de la Unidad de Inteligencia Financiera de la PGR, el duartismo está de patas arriba, deseoso de que “la noche de san Bartolomé” en sus vidas se cierre y vean la luz.

En tanto, el paraíso terrenal que fue Veracruz mudado en una sucursal del infierno.

El colmo: una familia de Querétaro desapareció en la tierra jarocha y el hecho anda en la prensa nacional.

BALAUSTRADAS: JD y los suyos, desacreditados. Las arcas, quebradas y vacías. Deuda pública como un pulpo con sus tentáculos. Por todos lados. Cero obra de infraestructura. Obra pendiente desde el fidelato. “Elefantes blancos” como testimonio de la indolencia. Marchas y plantones en cada nuevo amanecer.

Y, de ñapa, JD como el peor gobernador del país según lo dijera el Auditor Superior de la Federación, a quien el peleador callejero, el sexto secretario de Finanzas y Planeación, amenazara con una demanda penal, ajá, ramplón y barato oficioso.

La población ha dejado de respetar al góber tuitero que soñara con ser el mejor de los 73 que han ocupado la silla embrujada de palacio…, porque como dijera Eufemio Zapata, el hermano de Emiliano, “a todos apendeja”.

Por eso, un político mesurado y prudente, sereno y reflexivo, cavilaría antes de dar el siguiente paso.

JD no pudo, no quiso, fue rebasado, fue cooptado.

Y aun cuando ha entrado a la historia como un político ridículo, todavía sigue abonando el maizal.

Ha de reconcentrarse en la oficina. O en su depa de lujo. O en su casa, a jugar con sus seis mascotas y comer Pingüinos y tomar Frutsis. Y sólo reducirse a los eventos protocolarios. El grito patrio, digamos. El desfile de la revolución hecha gobierno. El aseo de las Cuentas Públicas de los años 2015 y 2016, vaya a ser que la liebre legislativa le brinque y lo persiga con más denuncias penales del sucesor.

Es más, hasta le convendría sólo enviar el sexto y último informe al Congreso sin ningún acto de presencia, pues con todo y medidas de seguridad correrá el riesgo de un abucheo, un menosprecio más, el pueblo ardido como está fermentado.

ESCALERAS: Su momento estelar ha quedado atrás.

Hasta el mismito Fidel Herrera lo dijo: “No fue lo que yo esperaba. Hizo cosas que no tenía que hacer”.

Y en contraparte, el Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel del Portal, con su frase célebre. “Javier Duarte debería estar preso”.

Y lo dijo Manlio Fabio Beltrones cuando era presidente del CEN del PRI a Enrique Peña Nieto: “El PRI sólo ganará la gubernatura en Veracruz… si Javier Duarte renuncia”.

Y lo expresa Enrique Ochoa Reza, líder priista nacional: “Los priistas pillos y ladrones… serán expulsados”.

Y lo dijo el senador Héctor Yunes Landa. “Javier Duarte es un lastre y un desastre”.

En tanto, la población lo abuchea, lo planta, lo deja con la palabra en la boca, le endilga nuevas apodos y los apodos los pronuncian con pitorreo y burla.

El escarnio político, pues.

Ningún otro gobernador de Veracruz alcanzó tales dimensiones estelares.

De nada sirvió la inversión millonaria en los medios para que lo aclamaran y tiraran incienso a su paso.

En los medios, por ejemplo, le rindieron honores, y al mismo tiempo, en el café y en el antro y en las redes sociales lo convirtieron en una piltrafa política.

Fernando Gutiérrez Barrios lo decía así:

“Si es mediodía y el pueblo dice que es de noche… hora de encender las farolas”.

Y en el caso de JD, las farolas significan que su tiempo social y político terminó antes del tiempo constitucional.

Es la hora de replegarse para arreglar, digamos, el desaseo que llenó de indignación al Auditor Superior de la Federación y tiene encabritada a la mitad de la población de Veracruz y a la otra mitad.

El péndulo del poder se le ha volteado a Javier Duarte. De las alturas al sótano.

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