Las cuatro esquinas de Palacio

Por Gilberto Haaz Diez/Columna Acertijos

*Insistir, resistir, persistir para nunca desistir. Camelot.

Hace nada, en un asunto de turismo jalapeño, al darme grasa en el parque Juárez con los boleros que saben todo y lo que no lo inventan, visité el palacio de gobierno jalapeño, sede del asiento de los gobernadores, que se inauguró cuando en 1940 era presidente Lázaro Cárdenas (lázalo, lázalo que se te va), gobernador, el Alemán papá del exgobernador de las estrellas, y el interino Fernando Casas Alemán. Si Chikiyunes gana la elección, se repetirá el caso de que padre e hijo tomaron ese asiento de poder, como los Alemán padre, hijo y espíritu santo, aunque Napoleón decía que ese asiento solo era un taburete forrado de seda. Los tiempos son diferentes, el estilo personal del gobernador Yunes Linares también lo es. Poco debe estar en ese viejo palacio, me imagino que cuando llegan embajadores o asuntos oficiales, como lo hizo cuando le visitó la embajadora de Estados Unidos. Él gobierna a la intemperie, con los rayos del sol o las lluvias. No tiene tiempo, le dieron muy poco para gobernar, dos años se van rapidísimo y apura el paso en su hoja de ruta. Cuando llegué, comparando los tiempos pasados, aquello era una romería, colas y seguridades impidiendo entrar, los pedinches de chambas, los pedigüeños de cosas, los que buscaban que las puertas se abrieran, formaban colas. Había que dar santo y seña de a quién veías. Y lógico, dejar tu ID. Ahora nada, un ujier en la puerta que solo pregunta a quién vas a ver, y te franquean el paso. A la entrada por la parte del parque Juárez se encontraba la poderosa oficina de Comunicación, ahora no se ve a nadie. Ni siquiera los fantasmas del pasado que allí espantaban y deambulaban. Subí las veintitantas escaleras y miré a las llamadas cuatro esquinas, parecía reportero de National Geographic, husmeando por aquí y por allá. Una de esas cuatro esquinas es del góber, la otra del secretario Rogelio, en la otra al parecer Contraloría y en medio de esas un subsecretario, en una esquina mas, como en ring, el poderoso Manuel Muñoz Ganem, el Pepe Córdoba Montoya de Yunes. Jefe de la oficina de Gobierno. Le vi y nos saludamos, platicamos espacio de unos 15 minutos. Muñoz Ganem viene de la escuela yunista, y hace mucho tiempo gritó: Yunete. Me aseguró que lleva con el ahora gobernador 44 años, dándole a la chamba. De su paso por la alcaldía de Tuxpan y de los comienzos de muchos de ellos en la escuela de Rafael Hernández Ochoa, gobernador que impulsó a muchos jóvenes de aquellos tiempos. Una secretaria ofrece un café, pido agua. No quito mucho el tiempo, voy a reunión de la Ceapp (Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas), un saludo y una buena plática y a seguir deambulando por esos pasillos donde, a veces, en la parte de abajo hacen los actos de gobierno. Todos los gobernadores imponen su estilo personal, el de Yunes es así, dejando los escritorios cómodos e irse a la chamba a la calle, lo mismo en los esquemas de seguridad, que tanto daño ha hecho al estado, que viendo carreteras y las cosas necesarias. Algunas veces dándose las mañanas para correr, como lo hizo en Córdoba hace unos días, ejercitar su cuerpo y tener buena condición física, que siempre es necesario, salud física y mental. Estoy a punto de retarlo a una carrera de dos kilómetros, si me da kilómetro y medio de ventaja. O un poquito más, no menos.


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